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La cumbre de la OTAN que se inaugura este miércoles en Madrid abre sus puertas con una apuesta decidida por seguir armando a Ucrania en la guerra contra Rusia, define a China como una amenaza para los intereses y valores occidentales, reafirma la necesidad de aumentar su capacidad ofensiva y confirma como un futuro teatro de conflicto global la región Indo-Pacífica, donde Estados Unidos reclama su supremacía hegemónica.
A su llegada a Madrid, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha subrayado que la cumbre que acoge España este miércoles y el jueves es "verdaderamente histórica" y se celebra en un "momento clave" para la Alianza Atlántica tras la invasión rusa de Ucrania. Biden no habló ni de alto el fuego ni de mesa de negociaciones con Moscú para poner fin al ataque a Ucrania, sino que reiteró el compromiso occidental de proporcionar mayor asistencia militar al Gobierno de Kiev. "Estamos dispuestos a hacer frente a la agresión de Rusia y a sus amenazas. Porque no hay otra opción", afirmó el presidente estadounidense, cerrando así cualquier atisbo de diálogo sobre el conflicto.
Al contrario, Biden subrayó que la OTAN está lista para afrontar cualquier desafío, en cualquier parte del mundo. "La Alianza está fortaleciendo su postura. Está lidiando con las amenazas y fortaleciendo nuestra postura contra las amenazas del este y los desafíos del sur. La OTAN está enfocada en todas las direcciones y dominios terrestres, aéreos y marítimos", aseveró.
Biden no habló ni de alto el fuego ni de mesa de negociaciones
En un comunicado conjunto con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dio este martes algunas de las líneas principales del nuevo "concepto estratégico" que la OTAN adoptará en esta cumbre de Madrid y que sustituirá a la anterior hoja de ruta, marcada hace doce años por la cumbre de Lisboa. Este nuevo plan de acción, que define riesgos y establece las directrices estratégicas de la Alianza, deja atrás el carácter más conciliador de otros tiempos e impone sin ambages el espíritu militar sobre la diplomacia a la hora de resolver conflictos.
El concepto estratégico que salga de la cumbre de Madrid "será el modelo para la OTAN en un mundo más peligroso e impredecible", señala ese comunicado, que apuesta por "más fuerzas (armadas) de alta preparación, con más defensa avanzada" para afrontar los nuevos desafíos. "Para poder defendernos en un mundo más peligroso, también debemos invertir más en nuestras defensas", agrega la declaración.
No se olvidaron tampoco Stoltenberg y Sánchez de mencionar la guerra de Ucrania, prioridad en la agenda de Madrid: "Acordaremos un paquete de asistencia integral a Ucrania para ayudarlos a salvaguardar el derecho a la autodefensa. Es extremadamente importante que estemos listos para continuar brindando apoyo porque Ucrania ahora enfrenta una brutalidad que no hemos visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial".
Como recordaron ambos mandatarios, la petición de adhesión a la OTAN por parte de Suecia y Finlandia también figurará en las conversaciones de la cumbre. La retirada por parte de Turquía del veto inicial que había impuesto a la entrada de esos dos países en la OTAN, por dar asilo político a terroristas kurdos, allana ese camino y supone un triunfo para Bruselas después de que la invasión de Ucrania por Rusia diera al traste con la posibilidad de que los ucranianos cumplieran su deseo de aspirar a incorporarse a la Alianza.
Esa propuesta de "más fuerzas armadas" que se tratará en la cumbre de Madrid incluye el incremento de la "fuerza de respuesta rápida" de la OTAN, actualmente estimada en unos 40.000 militares, en su mayor parte estacionados en las repúblicas bálticas (Lituania, Letonia y Estonia), y en el centro y este de Europa (Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria), con cerca de 25.000 efectivos. La idea es aumentar hasta 300.000 soldados esa fuerza de respuesta rápida, capaz de hacer frente a una incursión armada hostil de gran envergadura.
Semejante despliegue militar con capacidad ofensiva, no solo defensiva, supondrá un paso sin precedentes en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ello implicará una escalada, también sin antecedentes, en el gasto militar, de forma que se sobrepase el billón de euros de presupuesto militar conjunto, según las previsiones de este año 2022.
Es China el desafío a afrontar a medio y largo plazo en una pugna por la hegemonía global
Tal empoderamiento militar de la OTAN, que nadie está poniendo en cuestión en el seno de la Alianza Atlántica, habría sido imposible hace unos años, cuando Estados Unidos se desgañitaba exigiendo con poco éxito a sus aliados el incremento de sus aportaciones al bloque militar. La guerra de Ucrania lo ha cambiado todo y se da vía libre a una mayor polarización en el mundo, con el riesgo de una carrera de armamentos en la que Rusia no sería el rival principal de una OTAN dirigida por Estados Unidos, sino China.
Esta cumbre de Madrid también pasará a la historia como aquella en la que se definieron claramente los enemigos de la Alianza, a corto y a medio plazo. Rusia aparece como el contrincante a abatir ya en Ucrania, premisa que no parece que los rusos estén dispuestos a facilitar y que han refutado ya con la conquista de buena parte del este de ese país. Pero es China, como han insistido Estados Unidos y la propia OTAN en los últimos tiempos, el desafío a afrontar a medio y largo plazo en una pugna por la hegemonía global que tendrá como escenario de operaciones la región de Asia y el Pacífico, el llamado Indo-Pacífico.
Tras el desgaste que está sufriendo Rusia en Ucrania, China aparece como el único país con la capacidad real para desafiar geopolíticamente a Estados Unidos. Tiene el poder militar necesario para amenazar esa hegemonía en Asia y el poder económico para retarla en todo el planeta, incluso aunque el nuevo concepto geoestratégico de la OTAN incluya su expansión al Pacífico, con sus lazos con Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur, países representados en esta cumbre de la OTAN en Madrid.
El secretario general de la OTAN ha subrayado en varias ocasiones los desafíos que China supone para "la seguridad, los intereses y los valores" europeos. Stoltenberg también ha destacado la necesidad de que se incluya, por primera vez, en el concepto estratégico de la Alianza "el desafío sistémico que para la seguridad y las democracias" de Occidente supone "la creciente influencia de China y sus políticas coercitivas en la arena global".
Rusia, con su invasión de Ucrania, sí podría plantearse como una amenaza para Europa. Pero ahora Estados Unidos pretende incluir a China en ese riesgo, aunque no suponga un desafío directo ni militar para la seguridad europea. La OTAN difumina así sus fronteras de acción y confirma esa servidumbre de los intereses estadounidenses ya vivida en los despliegues de la Alianza en Afganistán o el norte de África.
Otro de los teatros de tensión internacionales que se espera que sea abordado en esta cumbre de Madrid es el llamado frente sur, que abarca el Magreb, el Sahel y Oriente Próximo. La actividad militar rusa en el Mediterráneo de manos de su alianza con el régimen de Siria y el establecimiento de bases navales en este país, y la presencia de cuerpos paramilitares rusos, como la fuerza de contratistas militares Wagner en Libia y Mali, son motivos de preocupación para la Alianza, que además considera entre los riesgos regionales la creciente influencia de las empresas tecnológicas chinas en la cuenca mediterránea y África.
Estas infraestructuras digitales, que monopolizan por parte de China el desarrollo de las redes inalámbricas de quinta generación (5G) en África, podrían desafiar la estabilidad de la zona si son empleadas en ciberataques, otra de las preocupaciones que se espera que sean tratadas en la cumbre de Madrid.
Tal y como señala el general retirado José Enrique de Ayala en su contribución al informe 2022 de la Fundación Alternativas sobre "La defensa europea, la Europa de la defensa", la OTAN no debería excluir una posible reconciliación con Rusia en su nuevo concepto estratégico. Según el militar, diplomado en Estado Mayor y Estados Mayores Conjuntos, y en Altos Estudios Internacionales, "aislar a Rusia de forma prolongada significa una vuelta a la guerra fría, aunque con un rival más débil que la Unión Soviética". Ello provocaría, añade De Ayala, "un mayor acercamiento de Moscú a Pekín y – en definitiva – la vuelta a un mundo bipolar en el que la Unión Europea tendría un papel de mero comparsa" de la consolidación hegemónica por parte de Estados Unidos.
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