BILBAO
El día prometía ser tranquilo. Atracado en el puerto de Bilbao y amparado por el silencio oficial en torno a la venta de armas, el barco saudí Bahri Tabuk se disponía a cargar 200 toneladas de explosivos hechos en España. Era el 18 de febrero de 2018 y en el lejano Yemen se contaban ya por miles las víctimas de los ataques lanzados por el régimen árabe. Por eso mismo, Greenpeace consiguió meterse en el agua, llegar hasta el buque y desplegar una pancarta: "Armas marca España para matar civiles".
Aquella acción puede costar la libertad a cuatro de los 23 activistas de distintas nacionalidades que tomaron parte en la protesta. "Están matando al mensajero", resume al otro lado del teléfono Javier Raboso, responsable de Democracia y Derechos Humanos de Greenpeace. Se refiere así a la actuación de oficio realizada por la Fiscalía de Bizkaia, que acusa a esos cuatro activistas alemanes de Greenpeace de "atentado a la autoridad y daños cualificados", por lo que pide tres años y seis meses de cárcel para cada uno de ellos.
Además, el Ministerio Público solicita el decomiso definitivo de dos lanchas y del material empleado en la acción de protesta, mientras que a Greenpeace, como responsable civil subsidiario, le exige cuatro mil euros "por los daños que supuestamente sufrió la patrulla de la Guardia Civil en esta acción", relata Raboso.
La ONG ecologista y pacifista niega por completo tales acusaciones. "Todas las acciones que llevamos a cabo desde Greenpeace están en el marco de la no-violencia. Además, siempre prima la seguridad de los activistas, por lo que la 'confrontación' con las lanchas de la Guardia Civil es algo que está por completo fuera de nuestro ámbito", señala el portavoz de esta organización.
"David contra Goliat"
El relato de aquella protesta, minuto a minuto, fue publicado por Greenpeace en su página web, donde continúa colgado. "9.00: Tres botes de Greenpeace entran en el puerto de Bilbao para conseguir llegar hasta el barco Bahri Tabuk, que carga hoy armas con destino Arabia Saudí", empezaba la crónica en directo. Media hora más tarde, "los activistas consiguen llegar hasta el barco superando una patrulla de la guardia civil apostada en el agua".
A las 9.45 de aquel 18 de febrero, "cuatro hombres y mujeres boya y varios escaladores" logran colgarse de los amarres del barco saudí en el puerto de Bilbao. Dos activistas consiguieron incluso encadenarse a las defensas del barco.
"Con esta acción señalamos al Gobierno español por autorizar envíos ilegales de material bélico cuando existen indicios de que estas armas podrían ser utilizadas para vulnerar el derecho internacional humanitario y los derechos humanos", señaló aquella mañana Greenpeace.
"El Gobierno está permitiendo el envío de armas a varios países que están participando en la guerra de Yemen y masacrando población civil y, además, no puede certificar el uso final de estas armas –continuaba-. Estas premisas hacen esas autorizaciones ilegales y tienen que denegarse inmediatamente".
"Seguimos encaramados al Bahri Tabuk, un barco inmenso donde se nos ve minúsculos, pero a veces los pequeños podemos cambiar las cosas. David contra Goliat en el puerto de Bilbao", relataban a las 11.15 de la mañana. Veinte minutos más tarde, la Guardia Civil comenzó a actuar contra ellos. "Todos los activistas han sido sacados de la acción y están siendo identificados en el puerto. Estamos a la espera de tener información de si están detenidos o no", contaban a las 12.15. Finalmente, a las 19.45 confirmaron que todos los activistas que habían participado en la acción estaban en libertad.
"Aviso a navegantes"
La siguiente noticia llegó con membrete oficial: la Fiscalía había decidido actuar de oficio contra cuatro de ellos. El juicio está fijado para el próximo 14 de mayo en el Juzgado de Instrucción número 2 de Barakaldo.
"Es un aviso a navegantes", afirma Raboso. Mientras este responsable de Greenpeace hablaba con Público, el barco saudí Bahri Yanbu avanzaba por el Mar Cantábrico tras abandonar el puerto de Bilbao, donde cargó cinco contenedores de explosivos. El Gobierno ha evitado proporcionar cualquier información al respecto.
En tal sentido, Raboso destaca que "el comercio de armas necesita silencio". "Cuanto más se habla, más molesta. Por eso mismo matan a los mensajeros y por eso mismo las protestas son efectivas", añadió.
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