Este artículo se publicó hace 16 años.
Un caldo con el Nuncio y un café con Aznar
Al director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, José Enrique Serrano, y a la jefa del secretariado del presidente, Gertrudis Alcázar, que llevan la agenda institucional de Zapatero, se les multiplica el trabajo.
Si el martes por la noche se comprometió en la cadena Ser a no dejar pasar más tiempo sin "intentar quedar a tomar café" con José María Aznar -así lo acordaron en la conversación telefónica que mantuvieron a raíz del incidente provocado por Hugo Chávez en la última cumbre iberoamericana-, ayer por la mañana anunció su propósito de aprovechar una vieja invitación para "ir a tomar un caldo en la Nunciatura".
Les escuchaba en directo el representante vaticano, Manuel Monteiro, de quien dijo que "es un buen Nuncio y una buena persona, a la que tengo mucho aprecio".
"Cada uno en su sitio"
Pero ni su presencia, ni el tono distendido que imprimió en algún momento a sus palabras, fue óbice ni cortapisa para advertir: "No nos vamos a callar cuando se nos acusa de disolver las democracia. Las cosas en su sitio y cada uno en su sitio".
Ironizó con la acusación de que es el Ejecutivo el que lanzó una ofensiva contra la Iglesia: "Pero si estábamos en fechas navideñas, que son de paz... Si estábamos todos tan felices... Si no había ningún problema, sobre todo desde que está Paco Vázquez en el Vaticano...".
Pero ninguna broma cuando afirmó: "Comprendo que no esté de acuerdo con el aborto o con el matrimonio entre homosexuales. Pero de ahí a decir que eso destruye la familia, que es un ataque a los derechos humanos... no es asumible".
El día anterior, en la Ser, había deslizado un mensaje a su electorado indeciso: con la presión de los sectores más conservadores de la Iglesia, "el PP se vería obligado a cambiar algunas cosas".
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