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Rajoy celebra la Convención del PP reviviendo la crisis de liderazgo de 2008

La fractura de la derecha por la derecha anula una estrategia centrada en los logros económicos del Gobierno. Los conservadores lamentan haber perdido la iniciativa para marcar la agenda política

ANA PARDO DE VERA

La Convención Nacional del PP arranca hoy en Valladolid con una agenda marcada por los acontecimientos de las últimas semanas, particularmente, de ésta que no ha terminado y que ha confirmado una división sin precedentes en el partido que aglutina a toda la derecha española y que la dirección nacional del partido se empeña en minimizar sin éxito.

Los dirigentes del Partido Popular han intentado enfocar la mirada de la opinión pública en el programa del cónclave, que contiene dos ejes fundamentales bajo el lema En la buena dirección: reivindicar, por un lado, la política económica del Gobierno y, por otro, que el PP es el único partido capaz de garantizar la unidad de España frente al independentismo catalán.

Sin embargo, todas las informaciones y el debate sobre esta Convención -que el PP ha esperado a convocar, precisamente, para tener amarradas cifras optimistas- se han centrado en quienes no acuden a Valladolid (José María Aznar y Jaime Mayor Oreja, fundamentalmente) y los temas que no se abordarán en las resoluciones, comisiones y en los catorce debates o ágoras que ha organizado la calle Génova (aborto, democracia interna o candidato a las europeas).

Hay voces en el Partido Popular que llevan días retomando el concepto de 'crisis de liderazgo' para describir la situación que han vivido los conservadores, sobre todo, esta última semana. Un concepto que reconocen que creían haber dejado enterrado en el Congreso de Valencia de junio de 2008, cuando, tres meses después de haber perdido por segunda vez las elecciones generales, Mariano Rajoy se enfrentó a las hostilidades de la vieja guardia, de nuevo capitaneada por Aznar y con Esperanza Aguirre amagando con disputar el liderazgo a Rajoy hasta el último momento.

A la vista de los convulsos acontecimientos de estos días, la amplia mayoría absoluta del PP -que ni Aznar consiguió en 2000- no ha sido suficiente para apuntalar el liderazgo de Rajoy y, sobre todo, la unidad del partido. La ausencia del presidente de Honor del partido de un cónclave celebrado en una tierra particularmente significativa para él (fue presidente de Castilla y León entre 1987 y 1989), el portazo de Jaime Mayor Oreja a la posibilidad de ser candidato a las elecciones europeas de mayo, la marcha con críticas incluidas del catalán Alejo Vidal-Quadras, el ataque furibundo de la expresidenta del PP vasco, María San Gil, a la política antiterrorista del Ejecutivo hace dos días; la fundación de Vox con el rostro de José Antonio Ortega Lara, un referente para el ala dura del PP, o los duros reproches de las asociaciones de víctimas de ETA tradicionalmente ligadas a los conservadores responden, según razona un miembro del PP, a la táctica favorita de Rajoy de ir dejando que las cosas -en este caso el malestar del sector más a la derecha del partido- maduren sin intervenir; sin hacer nada y confiando en que el temporal amaine. 'Ha pasado con Catalunya; ha pasado con el aborto y está pasando con el partido', ilustra.

Los defensores de Rajoy, sin embargo, manejan los mismos argumentos pero en sentido contrario: el presidente, con su manejo de los tiempos y sus silencios ante determinados 'ruidos', ha conseguido que en la Convención Nacional del PP no haya voces discrepantes. Ni el discurso de José María Aznar -que presumiblemente habría sido tan duro con el Gobierno como el que ha mantenido estos dos años- ni las declaraciones de Mayor Oreja o las solas preguntas que la prensa pudiera hacerle sobre su retirada parcial (sigue en el PP y nadie cree que vaya a abandonarlo) van a ocupar los titulares sobre el cónclave. Ni siquiera las víctimas del terrorismo, a las que se ha destinado un hueco en el programa del sábado, tendrán representación hostil, pues según indicó ayer la AVT, el PP no ha invitado a esta asociación a la Convención de Valladolid. La asociación que preside Ángeles Pedraza, la más numerosa, ha concentrado los ataques más duros contra la política antiterrorista del Gobierno.

Sólo Esperanza Aguirre estará en la Convención, aunque en esta ocasión, no cuenta con el poderoso aval de Aznar y la autoridad de la presencia de Mayor Oreja para respaldar sus críticas a Rajoy, idénticas a las de los dos ausentes.

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