Este artículo se publicó hace 8 años.
40 años de Montejurra 76, un crimen tolerado por el Estado que trató de liquidar el carlismo socialista
El 9 de mayo de 1976 individuos de extrema derecha armados, al menos con la connivencia de la Policía y de la Guardia Civil, atacaron a los seguidores de Carlos Hugo Borbón-Parma, que aspiraba a la Corona española y defendía el federalismo progresista.
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MADRID.- El 9 de mayo de 1976, hace hoy cuarenta años, se celebraba en el simbólico emplazamiento de Montejurra (Estella, Navarra), la primera concentración carlista tras la muerte del dictador Francisco Franco. El movimiento carlista ya no era el mismo que había ayudado a las tropas franquistas a vencer la Guerra Civil. El legítimo heredero de los Borbón-Parma, Carlos Hugo, fundador del Partido Carlista, había girado hacía posiciones socialistas y había sido junto al Partido Comunista uno de los fundadores de la Junta Democrática. De hecho, toda la familia Borbón-Parma había sido expulsada de España en 1968 y el tradicional 'Dios, Patria y Rey' había sido sustituido por el revolucionario 'Socialismo, Federalismo y Autogestión'.
Al histórico lugar acudieron cerca de 10.000 carlistas de la rama progresista. El ambiente era tenso. En los días previos, varias pintadas aparecidas en Pamplona advertían de que no se permitiría a los "rojos" llegar a la histórica cima de Montejurra, tal y como venían haciendo históricamente los carlistas. Pero nadie movió un dedo para evitar la tragedia. Los partidarios de Carlos Hugo que llegaron a la cima fueron recibidos a tiros por, al menos, una ametralladora, cayendo herido de muerte el joven Ricardo García Pellejero, mientras que los que aún no habían comenzado la ascensión sufrieron una emboscada dirigida por el oficial jubilado del Ejército, José Luis Marín García-Verde, conocido como 'el hombre de la gabardina', que terminó disparando su pistola de forma mortal contra Aniano Jiménez Santos, conocido por su actividad sindicial en las Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC).
Los atacantes defendían al hermano menor de Carlos Hugo, Sixto de Borbón Parma, y trataban de recuperar el control sobre el movimiento carlista hacia el tradicionalismo político que esta corriente había defendido durante siglos. Pero los atacantes no eran carlistas o, al menos, no eran sólo carlistas. Además del oficial jubilado del Ejército, se encontraban entre los agresores numerosos militantes ultraderechistas extranjeros, fundamentalmente italianos y argentinos, vinculados a organizaciones de extrema derecha que habían cometido brutales atentados en sus países, tal y como recoge el periodista Manuel Martorell para Cuarto Poder.
El amplio despliegue de efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Armada no sirvió para nada. Los agentes sólo intervinieron tras el ataque que costó la vida de dos personas y decenas de heridos. De hecho, Sixto Borbón-Parma en lugar de ser detenido para averiguar su implicación en los ataques fue escoltado hasta Francia por agentes de la Policía. La Justicia nunca inició una investigación rigurosa, los únicos tres detenidos fueron puestos en libertad meses después con la Ley de Amnistía de 1977 y Manuel Fraga, ministro de Gobernación [actual cartera de Interior] se limitó a señalar que se trataba de una fatídica lucha fratricida.
Pero, ¿quién armó a las atacantes? ¿Por qué había individuos de extrema derecha acusados de graves crímenes entre ellos? Estas son las preguntas que los carlistas atacados se hacían aquel mayo de 1976 y que, de hecho, Cuadernos para el Diálogo llevó a su portada junto a la espectacular foto de un joven [Ferran Lucas] que fue gravemente herido en la cabeza en Montejurra mientras pregunta a la Guardia Civil si no pensaban intervenir.
"Tenía a la Guardia Civil a mi lado y les dije: "Oiga, pero ¿que no ven ustedes lo que está pasando? ¿Que no ven aquel hombre con una pistola disparando a diestro y siniestro", rememora Ferran Lucas en una entrevista concedida a El Temps, en la que recuerda que había "treinta o cuarenta agentes de la Guardia Civil" y que "no hicieron nada".
El régimen utilizó la figura de Sixto y "la de algún otro antiguo carlista rodeándolos de conocidos fascistas españoles e italianos" para "dar un golpe de gracia al carlismo real"
La respuesta oficial, cuarenta años después, aún no ha llegado. España apenas sí ha desclasificado algún documento oficial sobre estos sucesos. Lo único que se sabe es que en la obra del periodista Diego Carcedo Sáenz de Santa María, el general que cambió de bando se señala que el entonces director de la Guardia Civil, el general Campano, habría ofrecido a José Arturo Márquez de Prado, uno de los organizadores del ataque, armas de guerra como ametralladoras, munición y equipos de comunicaciones para coordinar a los atacantes.
Varios elementos alimentan esta teoría. Por ejemplo, que tras el ataque, en Montejurra, se encontró una caja de munición empleada por el Ejército y que las reservas del séquito de Sixto en un hotel cercano a Montejurra se realizaron desde instancias oficiales.
Por su parte, el que fuera secretario general del Partido Carlista en Navarra, José Ángel Pérez Nievas, hoy ya fallecido, señaló a El País que los crímenes de Montejurra "obedecieron a una operación de Estado perfectamente tramada con el objetivo de desmantelar las aspiraciones políticas de un movimiento como el carlista, que tenía no sólo una alternativa democrática a la dictadura, sino su propio aspirante, legítimo, al trono de España, Carlos Hugo de Borbón-Parma".
En su opinión, el régimen utilizó la figura de Sixto y "la de algún otro antiguo carlista rodeándolos de conocidos fascistas españoles e italianos" para "dar un golpe de gracia al carlismo real". Sea como fuera, lo cierto es que los presos políticos de los carlistas fueron los únicos en abandonar las cárceles tras la Ley de Amnistía y que el Partido Carlista no fue legalizado para las elecciones de 1977 y que, a partir de este momento, inició su lento declive hacia la invisibilidad.
El Partido Carlista ha reclamado este fin de semana, durante el homenaje celebrado en recuerdo de los fallecidos en Montejurra, que los partidos políticos que optan a formar Gobierno se comprometan a desclasificar la documentación oficial y aclarar la participación del Estado en los sucesos que se cobraron dos vidas. En el homenaje participó la plataforma Ahora-Orain. EH Bildu y la Fundación Andreu Nin, tal y como informa Manuel Martorell para Cuarto Poder.
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