Opinión
Universidad pública en Madrid: sobreviviendo al abandono
Por Esteban Álvarez
Portavoz de Educación en el PSOE en Madrid
-Actualizado a
Hace unos días hablé con un amigo que trabaja en una de las seis universidades públicas de Madrid: "¿Sabías que en mi facultad las goteras ya tienen nombre? Les ponemos etiquetas como si fueran nuestras compañeras de trabajo". Lo decía con un tono irónico y resignado y no pude evitar pensar en lo triste que es. Goteras, calefacción que no funciona en pleno invierno, bibliotecas sin espacio suficiente... Todo forma parte de lo que parece ser la nueva normalidad en la universidad pública madrileña. Una normalidad que grita abandono.
Y, sinceramente, es difícil de entender. ¿No se supone que Madrid es la comunidad más rica de España, la locomotora económica del país, que dice Ayuso, la región de la libertad, el refugio de la cultura del esfuerzo y el mérito y no sé qué mas? La realidad es que la locomotora económica descarrila a su universidad pública
El PP dedica menos presupuesto en 2025 que en 2009: más estudiantes, menos presupuestos.
Desde 2009, el presupuesto destinado a las universidades públicas no solo no ha crecido, sino que ha retrocedido. Sí: el presupuesto de 2025 es inferior al de 2009 en términos reales. Ajustado a la inflación, estamos gastando menos en educación superior que antes de la crisis de 2008. Y mientras tanto, ¿qué ha pasado con el número de estudiantes? Exacto, ha subido. Más alumnos, menos dinero. La fórmula del éxito educativo según el PP o el cinismo de quienes saben qué consecuencias tiene esto.
Lo peor es que no es un problema reciente ni un despiste del gobierno autonómico. Es una estrategia. Desde 1998, no se ha abierto ni una sola universidad pública en Madrid, pero las privadas han proliferado como setas. Hoy hay más de 15 nuevas instituciones privadas en la región, con edificios modernos, cafeterías que parecen sacadas de Instagram y matrículas de cinco cifras. ¿Y qué pasa con las públicas? Pues ahí siguen, luchando por mantener el tipo en aulas que no se han renovado desde hace décadas.
La libertad, para quien pagar 10.000 euros al año.
El gobierno autonómico defiende esto con su mantra favorito: “libertad educativa”. Libertad, escribió Ayuso en un folio en blanco como su programa electoral. Años después, el folio sigue en blanco. Ni sabe, ni contesta. Y lo que no cuenta es que esa libertad es solo para quien puede pagar 10.000 o 15.000 euros al año. Para los hijos de las familias trabajadoras, la libertad que nos dicen es menos presupuesto para la universidad pública. Esa que, casualmente, llevan años asfixiando presupuestariamente.
Un ejemplo que me contó este amigo lo resume todo. Resulta que en su departamento de investigación, las subvenciones son tan escasas que han tenido que recurrir al crowdfunding para comprar reactivos básicos. Sí, lo que oyes: crowdfunding, como si fueran una banda de música intentando financiar su primer disco. Mientras tanto, el gobierno regional no tiene reparo en presumir de “liderazgo en innovación”. A mí esto me suena a broma de mal gusto.
Es como si la universidad pública estuviera atrapada en una paradoja constante. Por un lado, se espera de ella que sea un motor de progreso, un espacio de excelencia. Por otro, se le niegan los recursos más básicos. Es el equivalente a pedirle a un atleta que gane una medalla olímpica corriendo con los pies atados.
La universidad pública no es un negocio rentable para el PP; la privada sí.
Y todo esto ocurre mientras el PP presume de crecimiento económico. ¿No es curioso? Hay dinero, pero parece que no hay interés en destinarlo a la educación pública. ¿Por qué? Porque, seamos sinceros, para quienes dirigen la comunidad, la universidad pública no es un negocio rentable. Y en su modelo de gestión, lo que no da beneficios, se deja morir.
Lo peor es el mensaje que se envía a los jóvenes. La universidad fue siempre un espacio donde las oportunidades no dependían del dinero que tuviera tu familia. Muchos ni habríamos llegado ni mucho acabado una carrera o un grado. Un lugar donde podías soñar en grande, independientemente de tu origen. Pero ahora, con cada recorte, con cada año de abandono, estamos destruyendo esa idea.
Al despedirse, mi amigo me dijo algo que me impactó: "Aquí seguimos, haciendo milagros con lo que tenemos. Pero a este paso, lo único que vamos a conseguir es formar a nuestros estudiantes para que se vayan a trabajar fuera."
Y no le falta razón. ¿Esto es lo que queremos? ¿Que la universidad pública se convierta en un lugar donde solo se aprende a sobrevivir con lo mínimo? Porque, si es así, la Comunidad de Madrid está fallando a toda una generación. Y el gobierno de Ayuso traicionándonos a todos.
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