Opinión
La nueva ocurrencia de Ayuso para la ESO
![EuropaPress_6357190_decenas_personas_manifestacion_educacion_publica_21_noviembre_2024_madrid Decenas de personas durante una manifestación por la educación pública, en Madrid.](https://imagenes.publico.es/files/image_horizontal_mobile/uploads/2025/01/28/6798fb789d9a8.jpeg)
Por Esteban Álvarez León
Portavoz educación del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid.
Hace unos días me llamó una directora de Primaria con 20 años de experiencia. “¿Sabes lo que quieren hacer ahora? Quieren que los colegios como el mío asuman 1º y 2º de ESO, pero no el resto de la etapa. Sin más espacio, sin más recursos. Como si aquí pudiéramos sacar laboratorios de la chistera o aulas de tecnología de los armarios”. Ella, como muchos, no puede entender cómo se toma una decisión tan seria con tanta ligereza.
Improvisación convertida en política: Aquí se improvisa Secundaria
La Comunidad de Madrid ha decidido, como quien da una patada al balón para quitárselo de encima, que 1º y 2º de ESO se impartan en colegios de Infantil y Primaria. No hay una ley que respalde esta ocurrencia. Tampoco presupuesto: anuncian más de 100 millones que no aparecen por ningún lado. Solo declaraciones grandilocuentes: “Reduciremos el abandono escolar, mejoraremos los hábitos de alimentación y combatiremos las bandas juveniles”. ¿De verdad? ¿Quién se cree estas promesas mágicas sin ninguna base real?
Pero vayamos a los hechos. Según la LOE y el RD 132/2010, un centro que ofrezca Secundaria debe hacerlo de manera integral, con los cuatro cursos completos, y no a pedazos. Además, ha de tener instalaciones específicas para Secundaria: laboratorios de Biología y Geología, de Física, de Química, biblioteca, aulas de tecnología, de música, de plástica, gimnasios adecuados... Nada de eso está previsto en los CEIP. ¿Qué van a hacer? ¿Colocar un cartel en la puerta que diga: “Aquí se improvisa media/Secundaria”?
Un asunto de gran importancia que requiere un debate mucho más serio y riguroso
¿Y el debate real, con información verídica, con exposición de ventajas e inconvenientes, con las familias, profesorado, especialistas? Silencio. Eso sí, nos decían que los centros de Infantil y Primaria que impartieran también 1º y 2º de la ESO deberían tener jornada partida y que con esta medida los niños comerían mejor. Ahora han cambiado de opinión y la jornada no tiene que ser partida obligatoriamente sino como el centro decida. Un alarde de improvisación. Y encima nos hablan de la jornada partida mezclando horario lectivo con horario escolar: una cosa es si las matemáticas deben darse antes o después de comer y otra cosa es el horario escolar y la hora de salida del Centro. La educación en el siglo XXI no es solo memorizar, hacer un examen y olvidarlo todo al día siguiente. Hoy las empresas lo que piden son personas con capacidad de trabajo en grupo, con capacidad de resolver problemas, de aplicar lo que han aprendido, de adaptarse a las muchas novedades e innovaciones constantes. Actividades como el teatro, la música, la robótica, las actividades deportivas, talleres de prensa, radio… no son solo complementarias, son imprescindibles para su formación como personas. Tal parece que se quiera retroceder en el tiempo. Como dicen los chicos, esta gente que nos gobierna es muy viejuna.
Una maniobra de distracción para ocultar problemas más graves: el silencio de los corderos en versión Ayuso y compañía.
Lo peor de esta medida no es solo su ilegalidad o falta de sentido común. Es un intento descarado de ocultar problemas más graves. Por ejemplo, las condiciones laborales del profesorado. En Madrid, los docentes tienen más horas lectivas y más alumnos por aula que en la mayoría de España. Eso afecta y mucho a la calidad de la enseñanza. Pero en lugar solucionar estos problemas, el Gobierno prefiere desviar la atención con ideas como esta.
Además, la falta de espacio en los institutos es un problema real: están saturados. De 2019/20 a 2023/24 el alumnado de ESO, Bachillerato y FP en centros públicos se ha incrementado en un 12,1% (32.375 estudiantes), mientras que los Institutos en un 0,86%, 3 centros más, de 349 a 352. Hacen falta más de 50 Institutos para acoger a ese alumnado, pero se opta por saturar los existentes y rellenar aquellos CEIP que tengan algún aula vacía, ¡no vaya a ser qué puedan ganar peso en la escolarización a costa de centros privados, concertados o no. Esa es la verdadera razón. En la campaña electoral de mayo de 2023, Ayuso anunció la reducción del número de alumnos por aula en los institutos públicos a 25. Pero ni se cumplió ni se le ocurrió que si había menos alumnos por aula necesitaría más aulas. Todo un ejemplo de solvencia y buen gobierno. Y ahora no caben en los institutos. Les preguntamos cómo iban a resolver este problema y si es que confiaban en el milagro de los panes y los peces. Pero no contestaron. El silencio de los corderos en versión Ayuso y los suyos.
Ahora, en vez de construir nuevas infraestructuras o mejorar las existentes, quieren trasladar el problema a los colegios de Primaria, que ya de por sí están al límite. Es como querer arreglar un tejado con una manta: ni cubre ni protege.
Una solución que no soluciona: la mala educación.
Pensemos en los alumnos. Esta ocurrencia de modificar el modelo educativo no la hay en ningún lugar de Europa ni de España. Sí hay centros con Infantil (completa o sólo el 2º ciclo), Primaria y Secundaria completa, los llamados CEIPSOS.
En Europa, los niños terminan Primaria a los 10 o 11 años e inician Secundaria a los 11 o 12. A ningún país se le ocurre trocear la ESO. Y con razón. Este cambio no solo afecta la calidad de la enseñanza, sino también a la convivencia. Mezclar a niños de Infantil con adolescentes en pleno proceso de maduración no es una idea brillante.
Los profesores de Primaria no pueden impartir Secundaria, y el profesorado de Secundaria no tendrá un horario completo de su materia, pero ya conocemos lo que propone la Consejería: serán interinos y cambiarán cada año y muchos de ellos, con horario compartido, darán clase en varios centros a la semana; obligatoriamente impartirán “ámbitos”, pero sin un proyecto didáctico que lo respalde: materias “afines” (el de Lengua, Historia o incluso Música por ejemplo). Eso tampoco lo dicen los anuncios.
¿Por qué no hacer las cosas bien?
En lugar de apostar por experimentos sin sentido, hay soluciones reales que sí funcionan. El PSOE, por ejemplo, propone reducir las ratios reales en las aulas, algo que beneficia tanto a profesores como a estudiantes y familias. También plantea mejorar las condiciones laborales de los docentes, con salarios dignos y menos horas lectivas. Asegurar una atención personalizada al alumnado, una convivencia basada en el respeto y la resolución pacífica de conflictos, en el bienestar de todos y todas y la gestión democrática de los centros… Todo esto permitiría una enseñanza de mayor calidad. Y, por su puesto, construir nuevos IES, nuevas aulas de futuro y espacios de aprendizaje en combinación con las tecnologías, para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje a través de las metodologías activas. Y cumplir con los espacios escolares del vigente RD 132/2010. Además, se puede garantizar el comedor escolar para todos los estudiantes de Secundaria, realizando las obras necesarias y/o utilizando los comedores de los CEIP en turnos adicionales: en Madrid solo el 0,7% de los estudiantes de ESO en institutos públicos tienen comedor escolar, frente al 39,8% de los de centros privados. No hace falta inventar nada nuevo, solo gestionar mejor.
Y si realmente queremos combatir el abandono escolar o las bandas juveniles, hay que invertir en programas de refuerzo y actividades extraescolares. Música, teatro, deporte. Estas son las cosas que hacen que un joven se sienta motivado y apoyado. No meterle en un aula improvisada donde ni siquiera hay material adecuado.
Una medida a medias para problemas completos
Este experimento de los “medio-CEIPSOS” es una metáfora perfecta del modo en que se gobierna la educación en Madrid: con prisas, sin planificación y con mucho ruido mediático. Y sin una norma que regule esta ocurrencia, no vaya a ser que la recurra la comunidad educativa o la Alta Inspección. Pero las consecuencias serán reales y las sufrirán estudiantes de 12 años que ahora tendrán que aprender ciencias sin un laboratorio, mientras su profesora de otra especialidad improvisa con una botella de plástico para simular reacciones químicas.
¿Es esto lo mejor que podemos ofrecerles? La educación no debería ser el campo de pruebas de ideas absurdas. Los profesores lo saben. Nuestros chicos y sus familias lo sabrán. Y tarde o temprano, los responsables tendrán que rendir cuentas.
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