Opinión
Esas "señoritas" de las que Aldama nos habla


Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
-Actualizado a
Parece mentira que en este país pase semejante cosa: un señor (un decir) va a prisión provisional (riesgo de fuga, de destrucción de pruebas, ambos u otros) por presunta corrupción en un caso de robo sin mano armada, pero sí con falsificación de facturas en la compra-venta de hidrocarburos y, por obra y gracia de su abogado (dicen que muy eficaz), en tan solo unas horas, un fiscal Anticorrupción lo deja en libertad a cambio de que colabore con la Justicia con “pruebas sólidas”, que es a lo que el señor (o así) se compromete para otro caso en el que el sujeto es igualmente presunto corruptor y corrompido. Este último asunto no es cualquiera: aquí están implicados hasta el subsuelo el que fuera hombre ídem del presidente del Gobierno y su asesor principal y muchacho para todo.
Hablamos, claro, de Víctor de Aldama y los dos casos que lo cercan por corrupción de todo pelaje: el citado de los hidrocarburos (contra la Hacienda Pública) y el caso Koldo, donde José Luis Ábalos, exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE; su asesor Koldo García, y el propio Víctor de Aldama conforman el núcleo de la investigación, con bastantes ramificaciones por la presunta capacidad de Aldama y Koldo de introducirse hasta el tuétano de las instituciones donde hubiera negociados millonarios. No está claro si en el nombre de Ábalos o por indicación de éste, veremos en qué queda todo.
La cuestión es que Aldama, lejos de colaborar con Anticorrupción, que sepamos (y sabemos), anda filtrando aquí y allá las pruebas que decía tener contra el presidente del Gobierno (una foto de posado en un acto), contra Ábalos por amaños de contratos públicos (el sucesor de Ábalos en Transportes, Óscar Puente, desmontó esas acusaciones, al menos, la parte que mostró Aldama) o contra el ministro Ángel Víctor Torres, al que acusaba de ir a un piso en Madrid para verse con “señoritas” (prostitutas), todo organizado y pagado por Aldama. Lo más bochornoso de todo esto, hasta que Torres desmontó con documentación certificada que no había estado en Madrid cuando Aldama lo acusaba de ejercer de putero, es ver salivando al portavoz parlamentario del Partido Popular (PP), Miguel Tellado, con las ‘pruebas’ de Aldama sobre Torres. Lo que salió por esa boca de Tellado en el Congreso y de esas manos en las redes merecería figurar en los manuales de la antipolítica para no repetirse, so pena de destierro institucional. Pero aquí estamos como estamos, donde el más malo, grosero, bruto, manipulador, bulero,… puntúa al alza.
La entrevista que dio este miércoles Aldama a Ana Rosa Quintana (Telecinco) para dar su versión sobre el rotundo desmentido de Torres fue la puntilla: el presunto cabecilla de la trama corrupta (o tramas) acabó admitiendo que él no tenía pruebas ni contra Torres ni de sus encuentros con “señoritas”; que a él le pidieron que organizara el sarao y así lo hizo, así que si Torres fue o no fue al piso es lo de menos. Y ésa es su ‘prueba’, no se rían.
La cuestión que cabe preguntarse ahora, si me permiten el estilo muy coloquial es: ¿En qué ‘carallo’ estaba pensando -y sigue- el fiscal Anticorrupción Luis Pastor (exasesor de los ministros del PP Michavila y Matutes) para dejar libre a este sujeto que amenazó con destruir a base de pruebas contundentes e inequívocas hasta las cortinas de La Moncloa? ¿No serán las evidencias que le implican a él lo que está aprovechando para destruir gracias a la inestimable ayuda de un fiscal excolaborador de los gobiernos de Aznar? Llegados a este punto, creo que no hace falta aclarar que el comienzo de mi artículo era retranca gallega: España, esa “democracia plena” y ‘entogada’.
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