Hace pocos días la Administración de la Seguridad Social publicó los datos de ejecución presupuestaria de agosto, informando que existía un superávit de 3.384 millones de euros. Este aparente buen resultado sólo perdura hasta que se pague la extra de Navidad a los pensionistas. La nota de prensa, aunque ocultaba que los ingresos disminuían, reconocía que solo el adelanto de algunos libramientos justificaba esta cifra.

Pero lo que puede comprobarse, si los datos se leen con detenimiento, es que la realidad se ha disfrazado hasta hacerla irreconocible.

Por ejemplo, las transferencias del Estado. Siempre ha habido una ligera diferencia entre los derechos reconocidos, los ingresos que se contabilizan, y la recaudación. El año pasado esta diferencia era a finales de agosto de 620 millones de euros. Pero en el actual la diferencia supera los 2.000 millones de euros: 11.915 millones efectivamente recaudados por la Seguridad Social, y 13.968 millones contabilizados como derechos, esto es 2.053 millones más.

El abuso de esta práctica hace que si nos atenemos a pagos y cobros, la Seguridad Social ha tenido a finales de agosto 81.006 millones de euros de recaudación, y 81.967 millones de pagos realizados. Es decir, 961 millones de déficit. Pero las cifras facilitadas por el Gobierno hablan de 3.384 millones de superávit. Aun considerando válido el simple adelantamiento algunos meses de las transferencias del Estado, demasiada magia para la ejecución presupuestaria.

¿Cuál es el motivo de tanto disimulo? Un proyecto de ley y un Presupuesto infames, que necesitan que la gente se crea que son necesarios porque nuestros gestores son los mejores. Sustituyendo la realidad por propaganda sí son buenos.

*Octavio Granado fue Secretario de Estado de la Seguridad Social entre 2004 y 2011.