Opinión
Jinetes del apocalipsis


Por Anibal Malvar
Periodista
El otro día leí un tuit que me hizo reír con mucha tristeza. No recuerdo el nombre del autor o la autora, porque en el momento no imaginé que fuera a utilizarlo. Contaba la historia de alguien que va a visitar a su madre viuda y casi centenaria y, al entrar en su antigua habitación de adolescente, la encuentra llena de sacos de garbanzos, arroz, lentejas y judías.
-¿Qué es todo esto, mamá?
-Es por si vuelve la guerra.
Al día siguiente, me escribió mi amigo M. Tampoco sabía si contarlo como chiste o como drama. Comía con sus padres y llamaron al timbre.
-Es la compra, hijo. Abre tú.
Dos repartidores. Más de media docena de cajas grandes en el suelo.
-¿Dónde las colocamos?
-Que las metan en el váter chico, hijo, a ver si caben.
No cupieron todas en el váter chico, porque allí había ya más cajas, sobre todo de aceite, legumbres secas, kilos de café descafeinado, hectolitros de leche (en cartón y en polvo), y mogollón de latas de escabeches de tierra, mar y aire. A mi amigo, alucinado, no le dio tiempo a decir nada antes de despedir a los repartidores y sentarse otra vez a la mesa. Estaba un poco asustado, pero ve a sus padres con frecuencia y le parecía imposible que los dos se hubieran demenciado simultáneamente en apenas cien horas. Como es un poco friki, miró el teléfono como si un mensaje importante llamara su atención y lo puso a grabar secretamente. En su carta me cuenta que hacerlo le hizo sentirse bastante mal.
Su padre no pudo contener la risa y se le derramó un poco de sopa (todo esto lo describe mi amigo con puntilloso detalle: voy resumiendo).
-En casa [es un pisito interior] a nosotros dos nos sobra espacio. Y es que pones la radio y la televisión, y no te dejan parar quieta. Que si Putin, que si Trump. Solo hemos comprado cosas que no se echan a perder. Tu padre dice que estoy loca –explicó la madre con ese frívolo desparpajo que tienen ellas para callarte como a un niño, aunque tengas setenta años-. Si tu hermana o tú lo necesitáis mañana, ya verás cómo nadie me vuelve a decir que estoy loca.
Quizá solo fue casualidad, pero al poco rato, vagabundeando en redes, me encontré con la breve historia de otra mujer. Se identificaba con sus nombres y apellidos, y en su perfil, que me pareció verdadero, especificaba su lugar de trabajo y otros pequeños detalles confiables. Transcribo de memoria: “Mi hijo de 15 años acaba de hacerme una pregunta. Mamá, ¿tú y papá conocéis sitios para esconderse? Un bosque o así. ¿Por qué me preguntas eso? Por si vienen a alistarme para la guerra”.
Yo no sé si estas dos historias pescadas en las redes son verdaderas o solo literatura. Pero las tres definen perfectamente este repentino sentimiento prebélico que nos están inculcando. Por cierto, en el kit de guerra que nos recetaba El País el otro día en su portada, faltaba la ración de benzodiacepina. Nunca hay que olvidar a la industria farmacéutica a la hora de matarnos y cobrar las correspondientes comisiones.
El principio de toda guerra es el miedo, el miedo al otro, y el miedo nunca nace de los pueblos, dispuestos a compartir, sino de creadores profesionales de miedos, también llamados economistas u oligarcas. Ahora van a hacer un bonito negocio vendiéndonos tanques para destruir hospitales que después ellos mismos reconstruirán. Cobrando mucho, que la acción humanitaria es súper woke, pero nada sale gratis.
Es asombroso observar cómo, inventando falsos enemigos en la intimidad de un despacho millonario, se construyen verdaderos miedos colectivos y se hacen grandes negocios. Como soy piadoso ateo, conozco mejor la Biblia que algunos que se dicen cristianos. Y, si los tres mosqueteros eran cuatro, yo aseguro que los cuatro jinetes del Apocalipsis eran cinco: el miedo, la conquista, la guerra, la hambruna y la muerte. He añadido el miedo como primer caballista, por si no os habéis dado cuenta. Y siempre pondré a los apocalípticos jinetes por ese orden. Todo empieza por el miedo. Y nos lo están metiendo. Yo no me dejaría. Después de esta conquista sobre Rusia o Palestina que nos prometen para vencer nuestro miedo, vendrán más guerras, más hambrunas y más muerte. Lo dice la Biblia. Libro de cabecera de tantos belicistas, por otra parte. Que parece que no se han leído
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.