Opinión
No será la misma frutería


Por Israel Merino
Reportero y columnista en Cultura, Política, Nacional y Opinión.
Se llama Beatriz la valenciana que llamó ayer a la sección de Bob Pop, una especie de consultorio humorístico en el Hoy por Hoy de Cadena SER, para contar en el programa más escuchado de España que no le quedan ni energías ni ilusiones no solo porque Carlos Mazón siga sin dimitir tras enterrar a doscientas personas que murieron mientras él se tomaba unos gin-tonics o veía TikTok o se rascaba los huevos o vete tú a saber qué elucubración cómica que no pienso escribir porque nunca soy frívolo a principios de semana, sino especialmente después de escuchar cómo reivindicó su vomitiva gestión y miserable figura política también ayer mismo, en su comparecencia tras firmar unos acuerdos patéticos y desnortados con Vox para aprobar los nuevos presupuestos regionales.
Bob y Àngels Barceló, presentadora del programa, se quedaron sin palabras ante la jodida confesión de Beatriz, pero de ambos brotó entereza para aportar una espléndida reflexión: al igual que Ayuso en Madrid, Mazón busca cabrear y debilitar a los valencianos hasta dejarlos sin energía; la mejor forma de arrebatar la esperanza a alguien es cansarlo, como hacen con los cachorros a los que pasean durante horas, y eso es lo que buscan este tipo de políticos: agotarnos con sus canalladas discursivas para convencernos de que no hay luz al final del túnel. Aun así, esto que cuento no fue lo más doloroso de la breve charla.
Lo que casi me hizo llorar, todavía tengo la frase agarrada a la garganta como un chicle al pelo, fue la despedida de Beatriz: “tarde o temprano reconstruirán esa frutería que el agua arrasó, pero no será la misma”. Y lleva razón. Es doloroso, pero ni esa tiendecita será nunca la misma ni ninguno de los miles de valencianos que sufrieron la devastadora Dana mientras su presidente regional estaba en paradero desconocido será nunca como lo era antes de aquella tarde negra de finales de octubre, por eso el objetivo ahora debe ser mirar para adelante y hacer pagar a los que se lo merecen.
La fe no debe gastarse ahora en rememorar los tiempos pasados, sino en salir de todo ese barro literal y metafórico y hacer pagar con las leyes, pero también con las palabras, a la panda de negligentes que impidieron con su inhumana indolencia salvar no sabemos cuántas vidas; aquella frutería en la que ellos se sabían tú nombre, Beatriz, y tú dónde colocaban el perejil no volverá a ser la misma, pero tampoco será el mismo Mazón, quien, aunque no sepamos cómo acabará sus días políticos, no volverá a dormir con la pierna suelta, y de esto sí tenemos la certeza porque seremos nosotros quienes nos encarguemos de ello. Creemos en el perdón, pero también en el castigo, y le recordaremos todos los días de su vida qué hizo y qué no, y también dónde estuvo y dónde no. Seremos nosotros los que agotemos a Carlos Mazón, no al revés.
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