Opinión
Salivando con la Gran Coalición (otra vez)


Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
Los aranceles de Trump, su inquina explícita hacia la Unión Europea; el fogoso rearme que anunció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sin adivinar que en estos tiempos de ofensivas híbridas, la guerra le venía por otro lado donde los tanques -como casi siempre- resuelven cero (comercio y desinformación); la quinta Grosse Koalition en Alemania, que acaban de rubricar los conservadores (CPU) y los socialdemócratas (SPD), aunque sea una alianza más pequeña que Grosse al corresponder por vez primera el liderazgo de la oposición a los neonazis amigos de la AfD,…
Todo esto, junto al interés mutuo en España de un Ejecutivo PSOE-Sumar presionado para dar un respuesta a Bruselas (también gobierno europeo de tradicional composición de Gran Coalición) y un Partido Popular deseando deshacerse del abrazo del Vox trumpista y putinista (o que lo parezca, porque lo de romper los pactos de gobierno que quedan, nada de nada)… Toda esta amalgama de intereses partidistas, sobre todo, y algunos de un país ojiplático con Washington, ha hecho salivar al sector siempre proclive a apostar por una unión fáctica (que gobiernen ambos, o lo parezca) de PSOE y PP en España. Entrevistas, tertulias, foros empresariales, Felipe González… Todos añoran el bipartidismo, pero sueñan todavía más con que PSOE y PP sean uno en La Moncloa.
¿Pero cómo hacer realidad la fantasía recurrente en tiempos de crisis? Eso no lo dicen, por supuesto, pero lo piensan: el PP en La Moncloa, pueden ser presidente/a Feijóo o Ayuso; al fin y al cabo, es el partido más votado y los y las groupies de la Gran Coalición no entienden de democracias parlamentarias y otras menudencias. Lo que tienen claro es que Pedro Sánchez no puede ser, ya saben, un tipo que negoció con independentistas catalanes hasta pretender amnistiarlos es peligrosísimo, aunque los votaran. La actual presidenta de la Comunidad de Madrid tampoco debería ser, demasiado susto para empezar y convencer al PSOE centrado, que le dicen; hay que mantener las formas, al menos al principio.
Los nacionalistas no españoles, independentistas, republicanos de forma y fondo, antimilitaristas, pacifistas, ecologistas, animalistas,… Todos estos fuera de la ecuación hasta para tomar un café. PP y PSOE, ese PSOE dispuesto a recuperar las esencias del centro, con su monarquía, su catolicismo, su tauromaquia, sus indultos mutuos con el PP, sus guerras, su OTAN aunque sea con un Trump salvaje, grosero y profascista... Ese PSOE es el que debe sentarse en el Gobierno de Gran Coalición, un García-Page, un Lambán, hasta un Felipe González sería perfecto para ese Gobierno de consenso que siguen maquinando, inasequibles al desaliento, el grupo de nostálgicos de los 90 o los 2000 que siguen pululando por instituciones, empresas o medios de comunicación.
Pero no se confundan con ellos y ellas, porque da igual la adscripción o simpatía partidista y solo tienen un objetivo en mente: sus privilegios, la influencia y el poder descompensando salido del 78. Una gobernanza de derechas, vamos, así que ojo con los cantos de sirena que emergen de las hecatombes mundiales: los de la Gran Coalición siempre están al acecho cuando la incertidumbre aprieta y se alegran tanto de los pactos PP-PSOE…
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