Opinión
Hicieron mucho. Y podrían hacer más ( y II )


Por Víctor Sampedro
Catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la URJC
Termina la transcripción de la misiva del politólogo marciano que en la anterior entrega concluía: “La verdad sea dicha, nadie parece estar a la altura de lo que (os) pasa. Menos aún de lo que se (nos) avecina.” Al alienígena le preocupa que Elon Musk y sus secuaces invadan el Reino de España antes que el Planeta Rojo. Para prevenirlo señala lo mucho que han hecho las izquierdas “post 15M” y lo mucho que podrían hacer.
El trumpismo no se combate con discursitos o en internet, sino demostrando la eficacia de las izquierdas. En Marte, gracias a nuestra coloración, sabemos que esa eficacia se mide en términos de justicia social y no macroeconómicos. Recomendaríamos, pues, a los partidos coaligados y/o que apoyan el actual gobierno de España que presuman de los colchones sociales con que aminoraron los efectos de la COVID, el volcán de La Palma y la Dana. Ese escudo gubernamental atenúa el miedo de las capas precarizadas y empobrecidas ante tales contingencias distópicas.
Sumar, IU y Unidas Podemos, junto con las periferias soberanistas, han forzado y forjado gobiernos más socialistas y más obreros que el PSOE. También más feministas, ecologistas y federalizantes. Pero no os quedéis en la etiqueta. Asumid, por favor, que las guerras culturales ultras se rebaten con medidas políticas convergentes y complementarias, consolidando lo hecho.
Quien no milita ni vive de las siglas, pasa de ellas. Si se cree izquierdista, reclama acciones concretas en pro de la mayoría social, las libertades civiles y los Derechos Humanos. Apoyará a cualquiera que se presente eficaz, pero (al contrario que Elon Musk) con modestia. Después de tanto maximalismo y grandilocuencia, sobra la desmesura.
Por si os sirve de algo, en Marte aplicaríamos un realismo generoso, a la par que inconformista. Reconoceríamos los liderazgos ahora enfrentados y les exigiríamos un reconocimiento mínimo y recíproco. Empezaríamos (con él empezó todo) con Pablo Iglesias: incorporó a los soberanistas periféricos en la gobernanza del Estado. Ni más ni menos. Esto es, diseñó, negoció y orquestó la fórmula de gobierno más progresista desde la II República. Tal atrevimiento y coraje le granjeó el odio de la (ultra)derecha. No nos extraña, a la vista del resultado.
La cogoberanza de las izquierdas españolas ha sido más exitosa que allá donde los socialistas solo contaron con apoyo parlamentario. Véase Portugal. En el plano material o económico, los ejecutivos de Sánchez han resultado ser los más garantista e innovadores en derechos laborales. Por lo menos, desde los Pactos de la Moncloa. Véanse, entre otros logros, las subidas del SMI o “la ley raider”: la dignificación de los salarios del siglo XX y los del s. XXI. Yolanda Díaz se apoyó en CC.OO. que ejerció como intelectual orgánico; un rol, por desgracia, ausente en otras carteras.
En el plano cultural, el Ministerio de Irene Montero ofrece otro magnífico balance. Las medidas contra la violencia de género y sobre transexualidad tienen un alcance civilizatorio comparable al que supuso el matrimonio homosexual con Rodríguez Zapatero. Sí, civilizatorio. Vuestro ensimismamiento encabronado no os permite percibir ese alcance. Pero resulta palmario, ante la regresión trumpista en esta materia.
Imaginad lo diferente que habría sido el debate público sobre el juicio a Gisèle Pélicot de haberse producido un caso semejante en España. En Marte no entendemos que las izquierdas españolas envidien a las francesas por frenar la llegada de una presidenta ultra, mientras aquí gobiernan. Tienen muchos más recursos para enfrentarse a los lepenistas del PP y Vox.
¿Será que no asumen la transversalidad, consustancial a este espacio? Desde Marte, las diferencias programáticas nos parecen nimias. Pero vemos que no se respetan las militancias múltiples. No se entiende como aún tenéis políticos que no reconocen el derecho del elector/a a votar de modo diferente (pero igual de pertinente) en comicios locales, autonómicos o estatales.
¿No tenéis intereses diferentes y, por tanto, representantes distintos en esos niveles? Asumirlo llevaría a plantearse no competir, por ejemplo, con el voto del BNG, EH-Bildu, Comuns, Más Madrid o Compromís, en los territorios donde están más implantados. Esa y no otra es la lección que os dio la izquierda francesa. Aunque, como vosotros, vuelven a liarla. Está difícil en todas partes. Pero en España debierais zanjar los antagonismos que antes socavaron la II República y ahora al actual gobierno.
En Marte, creemos que Sumar y Unidas Podemos debieran reconciliarse. Hacednos caso, que por algo somos el planeta rojo. Y porque sería lo óptimo con la cochambre (¿se dice así?) de ley electoral que tenéis: sobrerrepresenta las zonas despobladas y el voto conservador. Sobre la reconciliación, además de no parecer factible, tampoco hay certeza de que resulte creíble. Ya vimos el tono que cobraron algunas “negociaciones” previas y las componendas de última hora con que se saldaron.
Si no cesan las descalificaciones e impugnaciones a la totalidad, ambas formaciones (si es que sobreviven las dos) acabarán siendo testimoniales; es decir, sin otra incidencia que asegurarse unos cuantos sueldos. Sentimos la crudeza de nuestro análisis. Y que no olviden que, sin cargos ni carteras ministeriales, sus equipos pagarán cara la victoria trumpista: en sus carnes. ¿No visteis como, ante la llegada de Trump, Biden indultó a Anthony Fauci, el asesor médico de la COVID? Id pensando en blindar a Fernando Simón. Asumid que, si pueden, lo declararán un delincuente.
Sin pacto unitario, la lógica del bien común - renovar una coalición progresista, atrayendo 50 escaños – y el interés personal – salvar el pellejo - recomiendan dos salidas. Resultan complementarias y el Tezanos marciano pronostica un crecimiento exponencial de votos para una IU y un PSOE reseteados y actualizados. Tendrían un nuevo sistema operativo, que dicen nuestros jóvenes. También lo decían vuestros perroflautas del 15M. Pero también lo olvidasteis.
IU podría ofrecer, de nuevo, una casa común a un frente amplio. Y quienes no encajen en esa IUUPS+ (por favor, que usen otras siglas) estarían más que legitimados para llamar a las puertas del PSOE. Que den un aldabonazo, creando una corriente interna que, con el tiempo, llegue a ser la dominante. Como lo son en la (ultra)derecha el aznarismo o el ayusismo; es decir, vuestros trumpismos, el pionero y el castizo. Se trataría de plantear medidas netamente de izquierdas, sin vergüenza ni complejos. Y, de paso, jubilar al PSOE caoba.
Podemos surgió impugnando las listas de la IU que nació de la derrota en el referéndum de la OTAN (1986) y que relevó al eurocomunismo. En la izquierda alienígena aprendimos hace tiempo que nuestra tarea consiste en cada vez fracasar mejor. Ahora toca incorporar activistas, agendas y medios de comunicación propios del siglo XXI. Este frente amplio acogería a quienes rechazan los sapos tragados por gobernar con el PSOE: el abandono al Polisario y la represión impune en Melilla; el militarismo presupuestario, ligado a la guerra de Ucrania y al genocidio sionista; la derogación incompleta de la ley mordaza y del marco laboral neoliberal; las prebendas del capitalismo financiero y las clases rentistas; las de la Iglesia y la educación concertada… A falta de espacio, completen ustedes la lista.
E imaginen lo que supondría, una (r)evolución socialdemócrata, que consideramos más necesaria que nunca a escala internacional. No seáis provincianos. Animad a Sánchez a aceptar que se cree una corriente interna que defienda un PSOE nítidamente obrero; más feminista, más laico, más ecologista y plurinacional. Animad al presidente a pensar en grande. Que asuma el papel de estadista global, líder de otros partidos que aún se dicen socialistas en vuestro planeta.
Sería este un gran legado, doble e inesperado, además de doméstico e internacional, de quienes quisieron representar el quincemayismo electoral. Ahora se les considera casta. Hace una década querían revolucionar el sistema político y mediático. Prosigan con esa tarea. Les hablamos desde un planeta que lo consiguió hace mucho tiempo y se ve amenazado por la invasión de Elon Musk. No entendemos cómo ustedes, teniéndolo más cerca, no se previenen.
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