Opinión
Hablemos de la menopausia

Por Alda Recas Martín
Portavoz de la Comisión de Sanidad y Presidenta de la Comisión de Derechos Sociales y Consumo.
Un vídeo en redes sociales ha dejado al descubierto un comentario despectivo de la número dos del PP en Calvià (Mallorca) hacia otra edil, quien, durante el pleno del Ayuntamiento, se vio obligada a abandonar la sesión tras escuchar la frase “es la menopausia”, utilizada para justificar el enfado de la concejala tras una intervención de Vox. Este tipo de comentarios humillantes me recordaron la postura de Vox el pasado 11 de marzo, cuando llevamos al pleno del Congreso una iniciativa para mejorar la atención a las mujeres durante la menopausia. Desde SUMAR defendimos la propuesta porque sabemos que “la menopausia no es el final de nada, es una fase que merece atención, investigación y, sobre todo, respeto”.
La propuesta recibió el respaldo de la mayoría de los grupos parlamentarios, excepto de Vox, cuya diputada cuestionó la importancia del tema, afirmando textualmente: “(La menopausia) no importa nada a los españoles.”
Qué equivocada estaba y está, y parece que no es la única en la bancada de las derechas.
Antes de presentar esta iniciativa, tuve la oportunidad, desde el Ministerio de Sanidad, de participar en una campaña de sensibilización sobre la menopausia. Este proyecto representó para muchas de las personas que estábamos involucradas, un viaje a un tema desconocido y, muchas veces, tabú. Durante la preparación de la campaña, investigué, vi documentales, escuché testimonios de mujeres y hablé con profesionales de la salud. Fue un proceso revelador; a pesar de ser enfermera asistencial, me di cuenta, que no comprendía realmente lo que implicaba la menopausia, ni que había entendido bien los procesos por los que pasaron mujeres cercanas a mí, incluida mi madre.
La menopausia sigue siendo un tema invisible, y algunos insisten en que siga siendo así, como dejó claro la diputada de Vox en el Congreso. Como sociedad, hemos avanzado en conversaciones sobre la salud de las mujeres, pero esta etapa sigue envuelta en silencios y estigmas. Desde jóvenes, se nos enseña a ocultar la menstruación, y cuando esta desaparece, parece que también debemos ocultarlo.
¿Quién no ha experimentado el instintivo acto de esconder una compresa en el trabajo o en el instituto para evitar que los demás sepan que estamos menstruando? ¿Quién no ha escuchado comentarios como “está con la regla” o “está menopáusica” para justificar nuestro estado emocional o mental? Esta vergüenza, creada alrededor de un proceso natural, nos obliga, desde jóvenes, a sentirnos mal de nuestros procesos naturales.
Hoy, me toca recordarle a la edil del PP, que la menopausia no es una enfermedad, sino una fase natural de la vida. Se considera que ha llegado cuando han pasado 12 meses consecutivos sin menstruación, debido a la disminución de hormonas como los estrógenos y la progesterona. Este proceso se divide en tres fases: la perimenopausia, la menopausia y la postmenopausia. Más allá de los síntomas, lo que muchas mujeres señalan como más difícil de sobrellevar es la falta de información y comprensión. Durante siglos, la medicina la describió como una etapa de declive, e incluso se consideraba “anormal” que una mujer se sintiera feliz tras la menopausia. Hoy, estamos construyendo otro relato: el nuestro.
Este viaje también me permitió valorar profundamente a las profesionales sanitarias que acompañan a las mujeres en esta etapa. Las matronas, por ejemplo, no sólo están presentes durante el embarazo y el parto, sino que también desempeñan un papel clave en la perimenopausia, ayudándonos a diferenciar lo fisiológico de lo patológico y proporcionándonos herramientas para mejorar nuestro bienestar. Su labor es fundamental y accesible, y no podemos ignorar el impacto que tienen en nuestra salud física y emocional. Desde Más Madrid, tanto en la Asamblea de Madrid como en el Congreso, seguimos defendiendo la importancia del papel de las matronas. Sin embargo, muchos políticos de derechas, incluidas mujeres, siguen empeñados en invisibilizar el trabajo que estas hacen y en dejarnos sin las herramientas necesarias para comprender y tratar la menopausia.
Otro tema clave que apareció, y que nos valió varios espacios de reflexión, fue el tema de la medicación para la menopausia. Muchos estudios que concluían que los medicamentos eran perjudiciales resultaron ser poco rigurosos. Es crucial que los profesionales sanitarios y las mujeres puedan identificar cuándo los síntomas afectan significativamente la calidad de vida y tratar los problemas farmacológicamente de manera segura. Este debe ser un objetivo clave de cualquier política sanitaria, y el Ministerio de Sanidad, con Mónica García y Javier Padilla al frente, ya está avanzando en esa dirección.
Comprender la menopausia significa escuchar diferentes perspectivas. Hablar con mujeres que la están viviendo, con sus familias, parejas y compañeras de trabajo. El apoyo no debe venir sólo del ámbito sanitario, sino también de nuestro entorno cercano. He aprendido que no estamos solas. Compartir nuestras experiencias nos da fuerza. Los sofocos pueden ser molestos, sí, pero podemos reírnos de ellos. La libido no desaparece por arte de magia, y la sexualidad sigue siendo nuestra si así lo deseamos. Cada mujer vive esta etapa a su manera, pero todas merecemos información, apoyo y, sobre todo, visibilidad. Visibilidad que debe ir acompañada de pedagogía para toda la sociedad. Las mujeres somos más de la mitad de la población, y es lo mínimo que se nos debe ofrecer: respeto y comprensión cuando hablamos de la menopausia, porque lo seguiremos haciendo, una y otra vez. Le pese a quien le pese.
Hablar de la menopausia es esencial, porque no nos define ni nos detiene; simplemente nos transforma. Y, aunque no pude entender a mi madre, me consuela pensar que mi hijo, cuando llegue el momento, sí me entenderá, le guste o no a la derecha y a la extrema derecha.
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