Opinión
Europa va de 'bomb-shopping'


Por Anibal Malvar
Periodista
La bella y raptada Europa se va de shopping, que es lo que antes se decía ir de tiendas, pero ahora más caro y lingüísticamente colonizado. La gente que antes iba de tiendas ahora va de shopping, porque creen que van a salir más elegantes vistiendo en inglés los mismos trapos confeccionados por los mismos esclavos en los mismos lugares remotos. Allá cada cual con sus convicciones estilísticas y vasallajes idiomáticos, todos muy respetables. Mi mansedumbre aldeana me impide degradar incluso las más burdas opiniones de los más crueles e imbéciles seres humanos. Benditos sean. Al parecer, resultan tan seductores que ya empiezan a ser mayoría y difunden con gran éxito sus respetables sinrazones en la televisión y en TikTok. Los que hacen shopping tienen el mundo a sus pies. Los que íbamos de tiendas somos pasado.
No estoy divagando por capricho. La forma de comprar desnuda la personalidad, quizá tanto como la manera de vestir. Uno dice más de sí mismo cuando se viste que cuando se desnuda, paradoja hiriente. Reconoces la estulticia preguntándole a la peña si van de shopping o van de tiendas. Y no me refiero solo a las personas. También vale, por ejemplo, para los continentes. Y aquí es donde vuelvo al caso de la raptada y dolida Europa, que se va de shopping al Rodeo Drive de las bombas como una pretty woman a la que ha seducido el putero tocinero Donald Trump del Capitolio, y no el putero glamouroso Richard Gere de la peli. Aunque yo, entre los distintos tipos de puteros, tampoco observo notables diferencias.
Si lo que compras y cómo compras cuando haces shopping es reflejo de tu personalidad, como aseguran los más sabios psicólogos, que Europa anuncie que se va de shopping a comprar bombas a mí, en lo más íntimo, me inquieta. No soy de los que aprecian el olor a napalm por las mañanas.
Vengo de una generación en la que hasta algunos de los más feroces troskos, pacifistas, ecologistas y anarquistas éramos discretamente europeístas en lo recóndito, porque hacerte europeo era una forma de no ser tan español, tan vasallo de aquella España de miedos, cuarteles, odios, misas y vergüenzas.
Décadas más tarde descubro que integrarnos en Europa consiste en salir juntos a comprar bombas en los grandes almacenes de la guerra para matar rusos, palestinos, sudaníes y quien haga falta, que las bombas se echan a perder si no las usas enseguida, como la vitamina de los zumos de las madres.
He escuchado a algunos analistas asegurar que este noble rearme del imperio europeo le va a costar al año a España lo mismo que dedica a sanidad, educación y dependencia juntas. En Alemania llevan dos años de recesión y van a tener que vender muchas salchichas y volkswagens para pagar tanta bomba. Los franceses, como ya han quemado Nôtre-Dame ellos solos, tampoco es que necesiten que les bombardeen otra vez París, pero se apuntan a la guerra con napoleónico entusiasmo. Keir Starmer se pone incluso lujurioso cuando ofrece jovencitos británicos de piel morena (ya veréis como casi todos los británicos que vayan voluntarios al frente serán de piel morena) para morir en el Donbás.
Como Europa es cobarde, nadie le ha declarado la guerra a Rusia. Pero ya todos sabemos que vamos a sacrificar médicos, maestros, catedráticos, barrenderos, bomberos, biólogos, arquitectos, ingenieros, veterinarios, cuidadores y expertos en cambio climático para pagar el shopping de bombas que nos han programado este finde contra Rusia. Todo lo público se nos va a ir en comprar foguetería bélica. Espero que no matemos a nadie en una distracción.
Lo de declararle o no la guerra a Rusia es una nimiedad. Nunca le vamos a tirar una bomba a Rusia, pero con hacer el gasto milmillonario en pirotecnia cuartelera ya nos creemos muy héroes y muy bélicos. Y eso, el sentimiento de guerra, une enormemente a civilizaciones medio incivilizadas como la nuestra.
Lo explicaba el nazi Hermann Göring con estas sencillas palabras con las que termino mi no muy brillante disertación: “Naturalmente, la gente común no quiere la guerra. Es comprensible. Pero, después de todo, son los líderes del país quienes deciden. Y siempre es sencillo arrastrar al pueblo, ya sea en democracia, dictadura fascista o dictadura comunista. Siempre se puede doblegar al pueblo. Es fácil. Lo único que hay que hacer es decirle que lo están atacando y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y por poner en peligro al país. Funciona de la misma manera en todas partes”.
Poneos guapes todes, que nos vamos de shopping de bombas contra los rusos como si no hubiera un mañana. Y quizá no habrá un mañana.
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