Opinión
¿Y cómo se devuelve el daño causado?
Profesor de Ciencia Política en la UCM
"Sigue el dinero", recomendaba la serie The Wire, truco infalible para acabar con los verdaderos delincuentes. Resulta que Óscar Sánchez Gil, el jefe de la UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Fiscales) de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, la unidad policial encargada de, ni más ni menos, hacer la pregunta esencial en los delitos económicos, es tan presuntamente un delincuente que le han detenido junto a su pareja, otra policía, en una operación donde han allanado un par de chalets suyos y aquello parecía un banco suizo. Por traducirlo al castellano, la persona con las mayores responsabilidades en España, la cuarta economía del euro, en la lucha contra los delincuentes económicos, es, presuntísimamente, un principalísimo delincuente económico.
Le han pillado con 900.000 euros en la oficina (supongo que para invitar a café a los amigos) y unos 20 millones de euros emparedados en un par de chalets, como hacen en las películas los narcos que ya no saben qué hacer con tanto dinero. Supongo que metes la pasta en las paredes porque te desborda el dinero y no se lo quieres perdonar a tus socios. Sabes que son unos delincuentes y no les van encima a regalar dinero. Así que todo a las paredes. Es otra versión de la España del ladrillo. El PP sabe a qué me refiero.
La UDEF ha tenido enormes responsabilidades en la persecución de los adversarios políticos del Partido Popular en causas que, finalmente, se han archivado, pero que han tenido a algunos partidos, como Podemos, muchos años enredados y bajo sospecha. En la UDEF hay máximos responsables que han estado encargados de poner a la policía al servicio de los intereses de la derecha española. No era solo la llamada policía patriótica que, además de a los independentistas catalanes, ha investigado a toda la gente de Podemos “a ver qué encontráis”. Es como una tupida red que, no vendría mal, debiéramos saber hasta dónde llega. Igual sale el Emérito. En un audio, el número dos del Ministerio del Interior, Francisco Martínez, hablaba enfadado con un policía de su misma cuerda porque no encontraba nada contra Podemos. Le gritó sorprendido: “¡Pero algo tendrán”. Pues eso, diez años investigando de todas las maneras posibles a ver si encontraban algo. Sin éxito.
Otro máximo responsable de la UDEF fue José Luis Olivera. Pasó de la jefatura de la unidad anticorrupción en tiempos de Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) a policía de máxima confianza del Ministro Jorge Fernández Díaz (PP). Este máximo responsable de la UDEF fue el que dijo, en una charla con el periodista de La Sexta Antonio García Ferreras y el directivo de Atresmedia Mauricio Casals, que “tampoco es muy costoso el meterle una cuenta a Pablo Iglesias de hace 5 años y luego que expliquen”, a lo que apostilló el también presente comisario Villarejo, con maneras de poeta romántico alemán (perdonen que insista en recordarlo): “eso te lo hacemos con el rabo”. Diez años de mentiras con total impunidad. Y muy castizo, que para eso mandan, como buenos cristianos viejos, con el rabo. (Villarejo, se quejaba, en términos parecidos, de lo mucho que le debía el PP al Comisario Olivera: “es que se ha pasado toda la puta vida haciendo favores, macho, a esta gente, joder (…) Que la Gürtel los podía haber [al PP], vamos, los podía haber mandado todos a tomar por el culo si no llegar a ser por este… y eso no se puedo olvidar en la puta vida, eh”. Luego, que cómo es posible que al PP lo dirija un tipo que tiene un álbum de fotografías veraneando con un narco en Galicia.
No sé si alguien le podrá pedir cuentas a los policías que hacen informes falsos para instruir causas que se archivan. Cuánto dinero tirado. ¿Qué se hace con tanto informe falso? (Quizá están entrenados para meter luego en los muros de las comisarías, ocultos con mampostería, todos esos informes falsos que solo tenían una intencionalidad política. Bueno, política contra Podemos, aunque para gente como Óscar Sánchez Gil, que al parecer llevaba al menos cinco años trabajando con los narcos, le ha brindado grandes emolumentos).
Dicen las noticias que este pollo Óscar Sánchez disponía de coches de altísima gama, varios BMW y un Lamborghini Huracán Spyder, valorado casi en 300.000 euros, entre otros. Por algún sitio los conduciría. Supongo que si algún compañero le vio alguna vez con un coche de esas características o en restaurantes inalcanzables o que sabía de sus viajes o de cómo vivía (porque no me creo que vivieran en la austeridad), debió pensar que le había tocado la lotería, como a aquel otro gran político de Valencia al que en el Partido Popular siempre han tenido en tan alta estima. Es lícito pensar que es la parte de colaboración política de estos comisarios la que les ha brindado siempre impunidad. ¿Por qué se le ha terminado ahora? Eso nos lo dirán los buenos periodistas.
La UDEF, dirigida con esta gente, lleva muchos años inventándose pruebas contra políticos y activistas de izquierda, contando a menudo con la colaboración de jueces a los que no les parecía que lo que decían esos policías olía a pescado podrido. No tengo que irme muy lejos a buscar ejemplos. Me han acusado de financiar ilegalmente a Podemos, de financiar a la guerrilla latinoamericana (no es broma), de cobrar comisiones ilegales, de inventarme facturas, de blanquear dinero, de manipular “con intenciones delictivas” unas fotocopias que yo mismo había presentado al juez -había tachado en documentos entregados también a la prensa el final de mi dirección de correo electrónico para evitar que los trolls saturaran mi mail (donde, es lo que les molestaba, se demostraba que la UDEF mentía. Quizá por eso tardó el juez Escalonilla 4 años en abrirlos), de tener 92 cuentas, de llevar bolsas de dinero, maletas de dinero, contenedores de dinero y de formar parte de la banda inicial de la casa de papel (mi nombre clave era Heidelberg). Todo, por supuesto, mentira, tras mentira tras mentira. Pero les daba igual. Ahora vemos que la gente responsable de que se inventaran esas mentiras para intentar matarnos (como se jactaba Ferreras, el de La Sexta) son unos redomados sinvergüenzas. No creo que salga la gente del PP ni los jueces y periodistas que trabajaron con ellos a decir nada.
La pregunta siempre es ¿alguien nos devuelve el daño causado? Porque han sido diez años con acusaciones, telediarios, tertulias, portadas, columnas, editoriales gritando: "¡Culpables! ¡Culpables! ¡Culpables!" Todos sabemos que, en nuestra sociedad saturada audiovisualmente, basta la acusación para que la descalificación, el estigma, la sospecha hagan su trabajo. Todo, además, bien engrasado, de manera que cuando terminaba un juicio, siempre empezaba otro. A los odiadores profesionales y los tertulianos en nómina nunca les ha faltado nueva munición. En España, las cloacas, como pasa cuando las herencias de las dictaduras no se revierten, siguen muy activas. Hay lugares en el Estado español a donde no es que no llegara el 15M: es que no llegó la Transición.
¿Cómo hacer pagar por el daño personal causado y cómo devolverle a España el hurto de una posibilidad política a la que no se confrontó con argumentos y con ideología, sino con aparatos del Estado, medios de comunicación y redes que se comportaron como corruptos? Supongo que una posibilidad es decidirse ir a vivir en los tribunales y poner decenas de querellas. Llevar ante la justicia a todos aquellos y aquellas -Dolores de Cospedal estaría imputada si el Juez García-Castellón no la hubiera exonerado- que han participado en el daño. Es una posibilidad.
La otra es entender que a España le siguen oliendo los pies y los sobacos a franquismo. Que en España puede gobernar la extrema derecha -como acaba de pasar con Trump en EEUU- sin que se hayan limpiado las instituciones de franquismo. Ahí está estos días de luto en Valencia la policía compadreando con los fascistas y aporreando a los desahuciados. Y a partir de ahí, que cada cual saque las conclusiones apropiadas.
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