Opinión
Colapso en Francia
Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM.
La crisis política por la que atraviesa Francia es un síntoma más de la situación de estancamiento y ensimismamiento en la que está instalada la UE. Francia y Alemania, los motores del proyecto de integración europeo, están gripados. En lo político, pero, especialmente, en lo económico. La industria del automóvil alemán y la crisis de deuda francesa se combinan, como si de una tormenta perfecta se tratara, con el crecimiento del descontento social y el crecimiento del apoyo ciudadano a opciones políticas que se sitúan en los márgenes del sistema, de manera especial a la derecha. Alternativa para Alemania (AfD) cuenta ya casi con un 20% de intención de voto de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de febrero. Rassemblement national de Le Pen es ya la primera fuerza política en Francia. El sistema de partidos alemán aún resistirá, pero ahí están los datos ascendentes de AfD y los descendentes de liberales y verdes. El caso francés es aún más crítico con la totalidad de su sistema de partidos en descomposición.
Solo la construcción de un Frente Popular primero, y un Frente Republicano después pudo conseguir que la victoria de los de Le Pen no fuera determinante en la Asamblea Nacional. La cámara quedó entonces dividida en tres bloques, izquierda, centro-derecha y extrema derecha. Al evaluar la situación, Macron pensó que lo que garantizaría la estabilidad sería un pacto con Le Pen y los Republicanos. La estabilidad y también la permanencia de su reforma de las pensiones o su reforma laboral. Avanzar hacia una Francia con tintes más sociales que escuchara a la ciudadanía no fue una opción para Macron. Una vez más la extrema derecha ha resultado no ser de fiar. La moción de censura presentada por las izquierdas cuestionando la ley de Seguridad Social, la que hace referencia a las finanzas públicas y la ley de presupuestos fue apoyada por RS y el gobierno Barnier cayó sin contemplaciones. El gobierno más corto de toda la V República y la primera moción de censura que triunfa desde la de 1962 contra Pompidou. No está mal para alguien que buscaba la estabilidad a toda costa.
Ahora el Eliseo tiene que buscar alternativas integradoras que permitan, al menos, llegar al mes de junio sin más crisis de gobierno. Esta tarea será complicada en un escenario de bloqueo parlamentario y elevada fragmentación en un país donde no existe una cultura política de negociación. Pareciera que una de las pocas opciones que quedan, a los ojos de Macron, es la configuración de un gobierno tecnocrático similar al de Mario Draghi en Italia. En junio parecía un escenario poco probable, ahora parece la única salida, dado que Macron ya ha anunciado que no dimitirá y que su objetivo es llegar al mes de junio con cierta estabilidad política.
En cuanto al resto de fuerzas políticas, cada una juega con su propia agenda y calendario. De hecho, la pieza que se querían cobrar era la de Macron, no la de Barnier. En el caso de la ultra Le Pen parece evidente que tiene prisa por un adelanto de las elecciones presidenciales, la razón fundamental, la sentencia que será dictada el 31 de marzo de 2025 y que de declararla culpable la podría inhabilitar para ejercer cargos públicos durante cinco años y, por lo tanto, la dejaría fuera de juego de las presidenciales. Melenchon también tiene prisa, en este caso por dos razones importantes. La primera, el haber conseguido armar un Frente Popular en un momento de extrema debilidad de los socialistas, le permite a la LFI continuar siendo la fuerza de izquierda referencial del país y de este modo reforzar su posición. La otra, el malestar que se vive en el bloque de las izquierdas es manifiesto en tanto en cuanto han sentido cómo Macron traicionaba el frente constituido para evitar una victoria sin paliativos de RS y que se pudo frenar casi en el último minuto.
Toda esta combinación, unida a los nervios de los mercados financieros, pone en una posición realmente difícil a Francia con todo lo que ellos conllevan en el plano europeo e internacional. Y Macron intenta superar la situación como mejor lo sabe hacer, que es desviando la atención. Así acusa, una vez más, a las izquierdas y a las derechas de tener un pacto anti-republicano y autoerigiéndos como el único capaz de defender los valores y los principios de la V República. El principal problema que tiene en esta ocasión es que ya casi nadie le cree porque ya todo el mundo se ha dado cuenta de que el principal responsable de la profunda crisis política por la que atraviesa el país es el propio Macron.
La destrucción del sistema de partidos francés junto con su propia acción de gobierno teñida de tecnopopulismo están dejando el camino expedito, salvo sorpresas, para la llegada de la extrema derecha al poder y la desaparición de la V República.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.