Columnas
El CIS, Tezanos y los espejismos de la izquierda
Por Alejandro Solís
Politólogo
-Actualizado a
Con la llegada de José Félix Tezanos al frente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la institución, que, por definición, debería intentar estar al margen del conflicto político para proteger su neutralidad y su prestigio, se ha visto inmersa en él. Desde el 2018, las críticas a Tezanos —que ha logrado instaurar en el imaginario colectivo la expresión: «el CIS de Tezanos»—, no han hecho más que multiplicarse. Tanto en la izquierda como en la derecha, pero en particular en el mundo académico, son mayoría quienes han criticado su gestión al frente de la institución. Sin embargo, de todos los errores de Tezanos, las estimaciones que acompañan a sus barómetros mensuales son las que se han llevado la mayor parte de la atención mediática.
Su método de estimación, el «modelo bidimensional inercia-incertidumbre Alaminos-Tezanos» —sin saber muy bien qué significa eso—, ha logrado instaurar como normal algo que no debería serlo, como no ha dejado de señalar Kiko Llaneras en las páginas de El País, pues, en su caso, hay algo peor aún que no acertar: fallar siempre en la misma dirección. En este sentido, desde hace varios años, las estimaciones del CIS sobreestiman sistemáticamente a la izquierda —especialmente al PSOE—, con lo que esto supone para la credibilidad de la institución entre el conjunto de la ciudadanía.
Ahora bien, este no es el único error que Tezanos ha cometido al frente del CIS. Normalmente, se habla de la ruptura de ‘series históricas’ como uno de los más graves. Es decir, de preguntas que no han sufrido cambios entre los diferentes cuestionarios, lo que ha permitido analizar, a lo largo de amplios períodos de tiempo, valores o cuestiones concretas. En cambio, lo que ha hecho Tezanos en más de una ocasión es cambiar la metodología de estas preguntas: el orden, las respuestas o, incluso, la formulación de la pregunta, etc., provocando que esta serie histórica pierda valor, al haber perdido su cualidad fundamental: la inmutabilidad.
Sin embargo, hay un error cuya magnitud podría ser aún mayor, aunque no esté levantando muchas sospechas: los problemas de representatividad de la muestra —que, como se ha criticado en más de una ocasión, está claramente escorada a la izquierda— podrían estar viciando no sólo la estimación de voto de Tezanos, sino todo el cuestionario, con lo que esto supone para los ámbitos académico, social e, incluso, político.
Normalmente, a la hora de realizar una encuesta se busca que esta tenga representatividad sobre lo que se conoce como ‘variables poblacionales’. Esto es, el sexo, la edad o, por ejemplo, el territorio. Es decir, se intenta que la muestra —el conjunto de personas que han respondido a la encuesta— se parezca lo máximo posible al universo —la población de referencia; en nuestro caso, la población con derecho a voto en España—. Así pues, si en España un 51% de la población son mujeres, se intentará que la muestra de la encuesta cuente con una representatividad similar y, en caso de no lograrlo, se corregirá en este sentido.
Sin embargo, en el caso de la muestra de los barómetros del CIS desde que llegó Tezanos, no sólo no se ha logrado esta cuestión en torno al Recuerdo de Voto (RDV), habiendo siempre más personas que recuerdan haber votado al PSOE (25% - 28%) y a la izquierda en general, de las que debería (en torno al 23%), según los resultados del 23J.
Normalmente, esta corrección sólo se realiza en torno a lo que conocemos como ‘variables poblacionales’. Sin embargo, a la hora de realizar la estimación de voto también se aplica una corrección por el RDV —algo que, no obstante, tampoco parece hacer el CIS—. Pero, ¿por qué no siempre se aplica esta corrección por el RDV al resto de la encuesta? Porque el sexo, la edad o el número de personas que viven en una u otra comunidad autónoma son cifras que podemos comprobar con los datos censales, que se pueden verificar con exactitud, y, sobre todo, que no sufren cambios significativos en un corto período de tiempo. De ahí su carácter poblacional.
Sin embargo, el hecho de haber votado a un partido político en las últimas elecciones —ya sea al PSOE, el PP o a cualquier otro— no significa que ese votante continúe sintiendo afinidad por ese partido político o que, al ser preguntado por ello un año después, vaya a decírselo al encuestador o recuerde cuál fue su elección.
Además, el RDV puede llegar a tener un carácter prospectivo, puesto que, en muchos casos, nadie recuerda haber votado —a pesar de haberlo hecho— a un partido en descomposición, como le ocurrió a Ciudadanos en su momento. Es por ello que el RDV no es una ‘variable poblacional’, sino que tiene un componente ideológico muy definido, puesto que está sometido a la posibilidad de que se produzcan cambios bruscos.
Es por ello que no suele utilizarse a la hora de corregir la muestra de la encuesta en su conjunto. Sin embargo, esto plantea un problema cuando, como hemos visto antes, la muestra del CIS está, sistemáticamente, escorada a la izquierda.
Las afirmaciones que apuntan que «Un X% de la población señala que…» están basadas en una ‘ficción’ según la cual la muestra de la encuesta es representativa del conjunto de la población. Algo que, en circunstancias normales, debería ocurrir, pero que lleva tiempo sin suceder en el caso del CIS —al menos, en lo ideológico—. De esta manera, esta corrección, a pesar de los problemas que podría plantear a nivel metodológico, sería, en último término, un problema mucho menor que no aplicar corrección alguna para las variables políticas.
En este sentido, a lo largo de los últimos meses se han escrito muchas columnas sobre el crecimiento de la inmigración como uno de los principales problemas para el conjunto de la población o de todo tipo de cuestiones de carácter sociológico. Todas ellas provenientes de los barómetros y las encuestas sobre un tema en concreto que, rutinariamente, se publican en la página web del CIS.
Sin embargo, ¿qué ocurriría si supiéramos que, al estar viciada la muestra, estas cifras serían erróneas? Pero no sólo estas, todas aquellas con un carácter político. Desde la preferencia por Pedro Sánchez para continuar al frente de la Presidencia del Gobierno hasta la valoración de Yolanda Díaz como líder política —quien, durante mucho tiempo, fue la «líder política mejor valorada» por los españoles según el CIS—, entre otras muchas, también lo estarían.
Por ejemplo, estas dos últimas cifras son mayores de lo que realmente deberían ser debido a la sobrerrepresentación de la izquierda en las encuestas del CIS. Sin embargo, en lo relativo a la inmigración, son menores de lo que deberían ser, puesto que el electorado de la derecha —más de acuerdo con este tipo de afirmaciones—, está infrarrepresentado. Por lo tanto, es más que probable que hubiera un número aún mayor de personas que situaron la inmigración, en aquel momento, como uno de los principales problemas de nuestro país.
Para ver la magnitud del problema sólo hay que acudir a la serie histórica relativa a la preferencia, entre los cuatro principales líderes políticos, para ocupar la Presidencia del Gobierno durante los últimos meses. Una serie histórica marcada por el dominio de Sánchez, que, según el CIS, ha superado por una diferencia abismal —de más de 10 puntos— a Feijóo.
En cambio, si corrigiéramos estos valores a través del método explicado previamente esta distancia se reduciría notablemente. Sánchez perdería entre 3 y 5 puntos, mientras que Feijóo crecería, en la mayoría de los casos, o se mantendría en sus valores. Así pues, esta distancia se reduciría significativamente al corregir la sobrerrepresentación de la izquierda en la muestra. Aunque no de forma suficiente para bajar a Sánchez de la primera posición, queda claro que esta victoria estaba sobredimensionada; esa ventaja no es tal, mucho menos antes del 23J.
Igualmente, y según el CIS, la situación en cuanto a la valoración de los cuatro principales líderes políticos ha sido de dominio absoluto de Díaz hasta el 23J, con Sánchez y Feijóo en segunda posición, mientras que después de la cita electoral lo que ha imperado es un empate técnico entre Sánchez, Feijóo y Yolanda que parece resolverse en favor del líder del PSOE hasta el verano. Ahora bien, ¿en qué situación quedaría esto corrigiendo, una vez más, la muestra del CIS?
Pues, al igual que con la preferencia para ocupar la Presidencia del Gobierno, el principal cambio sería la caída de Sánchez. Además, lo que era un dominio absoluto de Díaz antes del 23J se convertiría en una pugna entre ella y Feijóo, con victoria de este durante sus primeros meses al frente de los populares; su pequeña ‘luna de miel’. Asimismo, después de los comicios, frente a lo que apunta el CIS, ha habido un dominio de Feijóo hasta este último verano, con Sánchez y Díaz en segunda posición.
En este caso, una corrección de la muestra cambiaría drásticamente la interpretación de los datos, al igual que ocurriría con el cuestionario en su conjunto. Esto plantea un problema que ha pasado de ser coyuntural a convertirse en algo sistemático. Estaríamos hablando de que la mayoría de los cuestionarios del CIS han sido viciados en favor de la izquierda desde hace varios años. Todo ello, con un efecto considerable en la percepción de la política tanto por parte de la población como de los dirigentes políticos y, por lo tanto, de su estrategia.
Y esto no es negativo porque beneficie a la izquierda, ni mucho menos. Lo preocupante es el error —o la manipulación— en sí mismo, que afecta a la credibilidad de una institución que, hace menos de una década, estaba fuera de la disputa política. Todo ello, en favor de una suerte de espejismos que, a la hora de la verdad, no son más que eso: espejismos.
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