Opinión
Carlos Serrano: nueva querella contra la impunidad del franquismo
Carlos Serrano era estudiante en la Universidad Autónoma cuando fue detenido. Era el 4 de mayo de 1975 y entonces tenía 17 años. Era menor de edad, pero eso no impidió que, tras un “salto” en la Plaza de la Cebada de Madrid, tras un chivatazo, la policía estuviese esperando para detenerle a él y a otros cincuenta jóvenes. Fue llevado a la Dirección General de Seguridad (DGS) en la Puerta de Sol de Madrid. Allí, en los calabozos abarrotados, le tocó compartir celda con un detenido que no conocía. Era tal la tortura psicológica que todos desconfiaban de todos, cualquiera podía ser un policía infiltrado para sacar información. Por suerte, no fue su caso, tras muchas conversaciones descubrieron que tenían conocidos en común y que el otro detenido pensó lo mismo de Carlos, que era un infiltrado. De allí salió con una multa de 100.000 pesetas y le trasladaron a la Prisión de Carabanchel.
Recordemos, Carlos era menor y seguía siendo menor la segunda vez que le detuvieron. Esta vez fueron a su casa. El 25 de octubre de 1975, al anochecer, la policía armada con subfusiles entró en su casa y la registraron. Le volvieron a llevar a la DGS. Esta vez la detención fue más dura. Allí fue torturado, recibió maltrato, golpes, insultos, amenazas y, después del interrogatorio, sin defensa alguna, fue acusado de asociación ilícita y propaganda ilegal. Carlos cumplió 18 años en la DGS.
A la pregunta de qué recuerda sobre la DGS, contesta: “Mi segunda estancia en la DGS fue mucho más dura. El tiempo se detiene, no sabes si es de día o de noche, la cabeza te da vueltas, no sabía de qué me acusaban ahora, no sabía cómo defenderme. Fuera las cosas estaban muy mal, Franco estaba a punto de morir y la represión era cada vez mayor y más dura y no hacía ni un mes que habían fusilado a cinco luchadores antifascistas”. Tras el paso por la DGS le trasladaron, otra vez, a la cárcel y su sensación fue de alivio. “Es un poco surrealista porque sabes que ya no te van a soltar, pero tu mayor deseo era salir del centro de tortura de la DGS". El poco tiempo que pasó en Carabanchel le sirvió para aprender mucho, para entender sobre solidaridad, compañerismo y compromiso. Para aprender que todas las mejoras de la vida de los presos se consiguieron mediante lucha, huelgas de hambres y plantes. La cárcel era también otro frente de la lucha antifranquista y, cuando salió, su vida cambió radicalmente. Dejó la universidad y su militancia pasó a los barrios. La vida era “organización y lucha”, era una vida muy intensa y con mucha ilusión. Ellos iniciaron una revolución en lo personal y en lo político. Y eran años de reuniones, asambleas y acción para conseguir un mundo mejor, lo que les enfrentaba a una dictadura cruel.
El pasado 10 de diciembre Carlos, con el apoyo de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CeAQUA), ha presentado una querella por tortura y detención ilegal contra agentes policiales de la dictadura ¿Por qué ahora? Porque para Carlos es fundamental continuar con la lucha por la Justicia, un derecho que se les ha negado. Para dar un paso más, para acabar con la impunidad del franquismo.
La pretensión de Carlos con esta querella es “Justicia para acabar con la impunidad del franquismo. Que el Estado español no se convierta en un refugio de criminales franquistas y no se institucionalice la impunidad”. Hay que recordar que CeAQUA lleva más de cien querellas interpuestas ante los juzgados del Estado español y todas han sido archivadas. La justicia española sigue resistiéndose a escuchar a las víctimas y a acabar con la impunidad del franquismo y, en palabras de Carlos, esto se debe a que “La Transición, con la Ley de Amnistía del 77, se encargó de perpetuar la impunidad del franquismo, una ley que perdonó a miles de criminales franquistas. El Tribunal de Orden Público (TOP) pasó, el 5 de enero de 1977, a ser la Audiencia Nacional; es decir, los mismos jueces del franquismo continúan”. Y es que, la Ley de Amnistía de 1977 ha sido utilizada por los jueces para no investigar los crímenes del franquismo. Preguntado Carlos si ve posible dejar sin efecto esta ley, responde “No solo es posible sino necesaria, en esa ley es en la que se están amparado los tribunales para negarnos Justicia. Los tribunales españoles deben aplicar el Derecho Internacional que nos ampara. Otra ley que tiene que derogar es la Ley de Secretos Oficiales de 1968, aún vigor siendo una ley franquista” y sobre la Ley de Memoria Democrática, su su opinión es que “en dos años de aplicación he visto pocos resultados”.
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