Opinión
Bronca no, libertad 2.0
Por Marta Nebot
Periodista
-Actualizado a
La batalla televisiva entre La Revuelta (RTVE) y El Hormiguero (Antena 3), entre Broncano y Motos, esta semana ha marcado un hito en la historia catódica patria.
Por si eres de los pocos que no se han enterado: Motos le sacó a Broncano el invitado del camerino a media hora de empezar el programa. Llamó a uno de los patrocinadores del motorista, Jorge Martín, reciente campeón del mundo, para que le obligara a no conceder ese día la entrevista acordada y dársela antes al Hormiguero y así lo hizo. La respuesta del equipo Broncano fue contarlo, tras casi una década de invitados forzados/extorsionados/secuestrados, y emitir más de doce minutos de imágenes de animalitos con músicas varias para llenar el hueco. La audiencia les premió la valentía. Sus ciervos casi empatan con Hugh Grant, que era la estrella invitada por Motos ese día. El anquilosado dinosaurio RTVE corrió como un cervatillo, con una cintura inesperada, y asumió el riesgo de jugar a otra cosa mucho más arriesgada.
Así que qué putada, qué reflejos, qué honestidad, qué osadía y qué bonito resultado. Responder al juego sucio con honestidad y surrealismo y no salir perdiendo fue una maravilla que, por otro lado, estaba cantada.
Porque su nombre dice Bronca no y sus actos lo ratifican y el Motos roba al motero -porque la cabra tira al monte y lo mismo pasa con el motociclismo- y el pacifista, hasta de nombre, le responde con animalitos. Luego la audiencia, que no sé si siempre es sabia pero sí que en esto es la que manda, le da la razón al zen y se traga en prime time más de doce minutos de berrea y otros bichos con canciones que dicen cosas como: “me gustan más las plantas que las personas”. Con esta audacia, la paz consiguió quedarse a solo dos puntos de audiencia de la bravuconada. Con esta jugada se abre la vía al surrealismo como respuesta al Malismo que a ratos nos acorrala. Recomiendo leer el libro de Mauro Entrialgo, con ese título, para ampliar las ideas sobre este fenómeno social tan extendido.
Y es que lo de este jueves en La Revuelta pasará a los anales de la historia de la televisión, estará en los manuales de las facultades de comunicación y nos dará que hablar en el mundillo, pero sobre todo, y más importante, dejará rastro en las entendederas de los que lo vieron o se enteraron. El episodio calentará las esperanzas de los que creen que en este medio (el televisivo) y en este país -y, por extensión, en el mundo entero- hay alternativa a sobrevivir/crecer/competir a codazos o a hostias -si lo lees en horario no protegido-.
Además, lo ocurrido nos hace mirar de frente a los otros límites de la libertad de expresión, ésos que no se hacen notar, ésos de los que hablamos poco. Cuando pensamos en los límites de esta libertad fundamental pensamos en los grandes poderes económicos tutelando a los medios de comunicación que financian y éstos, a su vez, censurando a sus periodistas para no contrariar a los que pagan. Pensamos en el control del continente y no en el control del contenido. Pero es que resulta que los deportistas, artistas, científicos, los astros que son entrevistados, los que protagonizan los contenidos, que son tan famosos, que parecen la cima de todos nosotros, no van a dónde quieren ir, no contestan a lo que querrían contestar y no cuentan cómo su libertad de expresión está limitada por el poder económico, amordazada por su cobardía.
Todos esos triunfadores -o casi todos- pasan por aros que no salen en la foto. Los vemos bailar, pero no vemos a quienes les imponen la música y el decorado. Les suponemos menos servidumbres que las propias y nos equivocamos. No son solo los bancos, las multinacionales, los intereses políticos o comerciales, los grandes medios los que limitan la libertad de expresión; son también cada uno de los que tragan con esos recortes, toda esa élite que vive solo medio libre de expresión.
Con lo aprendido por lo desvelado por Broncano y compañía, cada vez que veamos una moto con muchas pegatinas pensemos cuál de ellas es la que está hablando y qué dice y qué hace callar al pegatinado. Y recordemos que David puede ganar a Goliat y que además puede hacerlo a golpes de ingenio, sin pedradas.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.