Opinión
¡Bienvenido Donald!
Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM.
A un mes de la toma de posesión de Trump a la Casa Blanca (20 de enero) todo el mundo prepara su llegada. En Europa el estado, la tensión y los nervios están a flor de piel. Con un recién estrenado ejecutivo donde, si bien no ha habido cambios en la presidencia de la Comisión donde continúa la incombustible Ursula Von der Leyen, el relevo a Josep Borrell en el puesto de Alto Representante para la Política Exterior, parece dejar paso a la estonia Kara Kallas, que ya comienza a hacerse notar. No tienen más que echar un vistazo a su reciente intervención en el Consejo Europeo de Asuntos Exteriores del 16 de diciembre o en una más reciente entrevista concedida al Finantial Times. En estas intervenciones tanto el tono como el énfasis en cómo actuar en relación con la guerra en Ucrania fueron más que evidentes. Si bien es consciente, al igual que Borrell, que no tiene competencias para marcar la línea de política exterior europea, también sabe que, dependiendo de los temas sobre los que más incida, puede determinar el foco de la discusión en el marco del Consejo (a estas alturas ya es mucho). Pero decíamos que ahora sí parece llegar el momento en el que buena parte de los Estados Miembros de la UE han decidido afrontar el cambio de liderazgo en Washington.
Y lo han comenzado a hacer en compañía de la OTAN. A pocas horas del Consejo Europeo ha tenido lugar una reunión entre varios líderes europeos en compañía de Zelenski y el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte. En dicha reunión estuvieron el alemán Olaf Scholz, la italiana Georgia Meloni, el neerlandés Dick Schoof, la danesa Mette Frederiksen y el polaco Andrzej Duda. Todos ellos se encontraban en Bruselas, porque todos ellos habían asistido a la Cumbre UE- Balcanes Occidentales. Y así, tras acordar una nueva Declaración de Bruselas ofreciendo algo de optimismo (pero tampoco muchísimo) a los países candidatos de los Balcanes, pasaron al plato principal: Ucrania. De manera informal, en la residencia de Rutte en Bruselas, estos cinco líderes europeos, en compañía de Von der Leyen y los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Reino Unido, se aprestaron a departir sobre las necesidades económicas y militares de Ucrania y la involucración necesaria del bloque europeo para intentar reforzar la posición de Kiev ante la llegada de Donald Trump a la política internacional. Por supuesto, antes de este encuentro, Zelenski ya se había reunido previamente con el presidente Macron. A la orden del día, en todo caso, mayor apoyo financiero y militar a Ucrania y, quizás también, el envío de tropas a Ucrania en misión de estabilización. La representación española en todos y cada uno de estos actos brilló por su ausencia, algo a resaltar teniendo en cuenta que ha sido en estas reuniones informales donde se ha cocinado el borrador del texto sobre el que se debatirá en el Consejo Europeo del viernes 20 de diciembre. Así, lo fundamental es que se pedirá “intensificar el trabajo para seguir apoyando y desarrollando la industria de defensa de Ucrania y profundizar su cooperación con la industria de defensa de la UE”.
Esto es lo que saldrá publicado, mientras entre bambalinas parece que a todas luces se prevé durante los próximos meses que se llegue a algún tipo de mesa de negociación que de salida al conflicto. Todos los niegan, pero todos lo dejan caer. Así, incluso el mismísimo Rutte afirmaba que lo que había que hacer era “asegurarnos de que Ucrania tenga lo que necesita para impedir que Putin gane”. Ya no se habla ni en la OTAN, ni de una potencial victoria ucraniana, sino de las garantías de seguridad que necesitará el país para poder hacer sostenible el acuerdo al que se llegue el próximo año.
Es tal la conciencia de la extrema situación en la se está que el propio Zelenski, resignado, sabe que Ucrania no entrará en la OTAN en un tiempo próximo, y, por tanto, lo que reclama es más armamento para garantizar el alto el fuego. Sabe, quizás de manera más realista que los propios europeos, que las garantías de seguridad europeas, no serán suficientes. Necesita a EEUU para conseguir ese objetivo. Por eso, lo único que puede hacer es, además de negociar con los europeos, saludar la llegada de Trump con un ¡Bienvenido Donald!
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