Opinión
El andalucismo del PP destiñe
Por David Bollero
Periodista
El Partido Popular (PP) lo ha vuelto a hacer: intentar apropiarse de movimientos y simbologías que no sólo no le pertenecen, sino contra los que puso cuantos palos en las ruedas pudo cuando se forjaron. La encargada de agitar el avispero en esta ocasión ha sido la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos y portavoz del Gobierno andaluz, Carolina España, que ha vuelto a remarcar las palabras de su jefe Juan Manuel Moreno Bonilla para "movilizar" a los andaluces "como en 1977" en contra de las políticas del Gobierno de España.
A pesar de que hasta la fecha nadie conoce la letra pequeña de los planes del Gobierno liderado por Pedro Sánchez en materia de financiación autonómica, no son pocos los que están precipitándose con airadas reacciones absolutamente fuera de lugar. El PP, claro está, lidera estas actuaciones hiperbólicas, aferrándose a ellas para ejercer una oposición con cimientos de barro.
Moreno Bonilla, ejerciendo como uno de los principales bastiones del PP, asume el argumentario de Génova y le da una pátina de andalucismo que, sin embargo, destiñe. Ante el cuestionamiento de sus políticas por todos los agentes sociales en material de sanidad, educación, dependencia, economía… el presidente de la Junta de Andalucía incita a las movilizaciones de la ciudadanía sin ni siquiera pudiendo apoyarse para ello en hechos probados.
Nada saben ni Moreno Bonilla ni España –tan el país como la consejera- del pacto fiscal para Catalunya y los planes de reforma para el resto de autonomías. No se han hecho públicos más allá de que en el horizonte se dibuja una idea federalista; algo por otro lado que nuestro país lleva necesitando como el respirar y para lo que tarde o temprano habrá que abrir el melón de la Constitución y, con ello, el de monarquía o república.
El PP andaluz asegura que Andalucía es discriminada y para azuzar a la población intenta recuperar el espíritu de 1977. No es la primera ocasión en la que Moreno Bonilla trata de sacar rédito de una fecha en la que sus antepasados políticos poco o nada tuvieron que ver. Precisamente en 2022, cuando se cumplían 45 años de las manifestaciones que sacaron a más de dos millones de andaluces y andaluzas a las calles reclamando la autonomía política, Moreno Bonilla aprobó que el 4 de diciembre fuera declarado el Día de la Bandera, haciéndolo por la puerta de atrás y sin pasar por el Parlamento andaluz. El presidente andaluz se inclinó por la fórmula del decreto, descartando el decreto-ley, para así evitar el más que previsible debate, aunque nada indica que no hubiera sido aprobado igualmente. A Moreno Bonilla no le gusta que le recuerden de dónde viene y a dónde va.
Alianza Popular, génesis del PP fundado por el ministro franquista Manuel Fraga, no estuvo entre los partidos políticos andaluces que promovieron las movilizaciones del 4 de diciembre. De hecho, ni siquiera tenía representantes andaluces ni en el Congreso ni en el Senado. Algunos que hoy militan en el PP, como el actual alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, figuraban entonces en las filas de UCD y sí salió a las calles, aunque, posteriormente, su partido promoviera la abstención en el referéndum por la autonomía plena del 28 de febrero de 1980. Dicho de otro modo, de andalucismo entonces, poco o nada. Sí tuvieron que ver, en cambio, las fuerzas de la izquierda, y en casos como el sindicalista de CCOO, Manuel José García Caparrós, le costó la vida. Un asesinato, por cierto, que continúa sin esclarecer por la incompresible cerrazón a desclasificar los documentos protegidos aún por una ley franquista.
Algo parecido sucede con la memoria histórica selectiva de Moreno Bonilla, que en el 88 aniversario del asesinato de Federico García Lorca por parte de los golpistas franquistas el pasado martes se permitió el lujo hipócrita de publicar un tuit en X (antiguo Twitter) elogiando la figura del poeta y escribiendo “Orgullo de #Andalucía y España entera admirado en todo el mundo. Nuestro recuerdo”, al tiempo que olvida sus constantes incumplimientos de la Ley de Memoria Democrática. En relación con la figura específica de Lorca, el cinismo es mayúsculo pues fue necesaria la dimisión de la sobrina-nieta del poeta, Laura García Lorca, del Patronato Federico García Lorca, para que no prosperara el nombramiento como director de la institución de Antonio Membrilla (PP), que se refiere a la memoria histórica como “memez histérica”.
En lugar de tratar de apoderarse de movimientos ajenos para soportar causas de artificio, Moreno Bonilla debería centrarse más en dejar de ser él quien crea andaluces de primera y de segunda y volcarse en dar contenido real al Estatuto de Autonomía andaluz. No lo hace, porque como ya sucediera en el pasado y pese al reivindicado Pacto de Antequera de 1978, el andalucismo se lleva a regañadientes en la derecha, tiñendo sus discursos y actuaciones lo justo para sacar tajada cortoplacista. No por más envolverse en la bandera andaluza ni por tratar de apelar a un sentimiento que él jamás ha sentido genuinamente va a borrar la historia de lo que su partido fue y de lo que es.
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