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Techo de cristal, suelo pegajoso: el 90% de empleados de una empresa son mujeres en la categoría más baja y con peores pluses

CCOO demanda ante Inspección de Trabajo a la empresa municipal de limpieza de Sanlúcar de Barrameda por discriminación laboral a las trabajadoras, denuncia que la dirección achaca a motivos políticos.

Una persona que trabaja en la limpieza.
Una persona que trabaja en la limpieza. PIXABAY

Una empresa municipal de Sanlúcar de Barrameda ha sido denunciada ante la Inspección de Trabajo de Cádiz por una discriminación laboral de género con sus trabajadoras, que constituyen en torno al 90% de la plantilla. Todas pertenecen a la categoría más baja, la de limpiadoras, cobran menos complementos que sus compañeros hombres que hacen otras tareas, y ninguna ha accedido a un puesto de mayor nivel pese a ser las más antiguas de una empresa cuya dirección niega cualquier discriminación. No es el único caso en España. 

En la realidad diaria de las mujeres trabajadoras de nuestro país suelen asociarse tres fenómenos que lastran sus salarios y su progresión profesional, según un informe del Observatorio de Igualdad y Empleo, de la Fundación Mujeres: el techo de cristal, que limita su ascenso a puestos de control y mejor retribuidos; el suelo pegajoso, que las ancla a la parte baja de la escala laboral; y la fuga de tuberías, es decir, el talento que se va perdiendo a lo largo de sus carreras profesionales como las pérdidas de agua en una red de suministro.

Como fruto de esos fenómenos, las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores de servicios sociales, hostelería, limpieza, comercio o la sanidad, donde los salarios son inferiores, mientras que los hombres suelen ser amplia mayoría en las profesiones tecnológicas, de ciencia e ingeniería, donde son mayores los sueldos. Las tablas del Instituto Nacional de Estadística reflejan unos datos de 2019 muy significativos al respecto: el único tramo de ingresos en el que las mujeres superan a los hombres es el de quienes ganan la cantidad equivalente al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o menos, donde las trabajadoras representan el 25,7% y los trabajadores, el 11,1%. En el resto de los tramos, entre quienes ganan desde dos a más de ocho veces el SMI, los hombres superan siempre a las mujeres.

Un informe de UGT situó la brecha salarial entre mujeres y hombres en un 9,4% en 2022, lo que equivalía a que las empleadas trabajaron gratis 34 días durante el pasado año. Y, según los datos de Eurostat, la oficina de estadística de la Comisión Europea, la brecha salarial en España es menor incluso que la de la media de la UE, que se situó en el 13% en el último ejercicio.

Un "caso flagrante de discriminación"

El caso de Sanlúcar de Barrameda se encuentra en manos de la Inspección Provincial de Trabajo, donde CCOO presentó el mes pasado una denuncia por la vulneración del principio de igualdad entre hombres y mujeres que, a su entender, se ha cometido en la empresa pública municipal Elicodesa, dedicada a la limpieza de centros escolares y dependencias municipales. "Es un caso flagrante de discriminación de género", resume a Público la responsable de la Secretaría Provincial de Condiciones en el Trabajo, Mujer e Igualdad en ese sindicato, Silvia Gómez.

En torno al 90% de una plantilla que ronda el centenar de empleados son mujeres, todas con la categoría de limpiadoras, y el resto, hombres con puestos de oficiales de segunda y primera con labores de albañilería, cerrajería, conductor, limpieza del mercado de abastos, administración, recursos humanos y gerencia. Las limpiadoras sólo cobran el complemento de transporte y asistencia, los más bajos, según CCOO, y el resto de la plantilla percibe, dependiendo de sus tareas, también pluses de disponibilidad, responsabilidad, tóxicos y penosos, que son más altos.

De esta forma, las mujeres están encuadradas en el grupo salarial más bajo, el 10, mientras los hombres se encuentran en grupos superiores, el 9 o el 8. Y ninguna de las trabajadoras ha subido de categoría, pese a ser las más antiguas de la empresa municipal que en 2002 absorbió a las empleadas de la entidad privada que se encargaba de la limpieza de los colegios en Sanlúcar. "En la mayoría de las empresas de limpieza –dice Silvia Gómez-, los encargados son hombres y todo está enfocado para que los complementos los cobren los hombres. Es un sector feminizado, pero los pluses se los llevan ellos".

María es una de esas trabajadoras veteranas, que prefiere mantenerse en el anonimato porque teme sufrir represalias. Asegura a este periódico que lleva luchando por la igualdad desde que se habla de igualdad, aunque a veces le haya costado caro, y sigue sin entender por qué los hombres de su empresa que se encargan de la limpieza del mercado tienen la categoría de oficial de primera y no de limpiadoras, como ellas, y por qué ellos cobran un plus de toxicidad de 375 euros que ellas no perciben cuando también trabajan con sustancias que pueden ser tóxicas.

"Nunca hemos tenido promoción ni subida de nivel", se lamenta esta trabajadora, quien afirma que hace unos años la dirección de la empresa le negó de malas maneras la posibilidad de aspirar a otra categoría superior, la de conductora, un puesto vacante para el que, según ella, tenía la aptitud necesaria con sus más de veinte años de carné de conducir.

CCOO ha denunciado también ante la Inspección de Trabajo que una buena parte de las trabajadoras, las que se encargan de los centros escolares, llevan años como fijas discontinuas, contratadas de septiembre a junio, o que a todas las limpiadoras se les aplica desde hace tiempo una jornada de solo seis horas y media que reduce sus salarios y su cotización. Según el sindicato, esto último cambió el pasado agosto, cuando la empresa decidió cotizarles a las limpiadoras como si fuera una jornada completa, aunque siguieran cobrando por una parcial, mientras el resto de la plantilla ha continuado percibiendo sus mismos sueldos, pese a haberse reducido el horario a todo el personal.

La dirección achaca la denuncia a motivos políticos

La dirección de la empresa rechaza, sin embargo, tales acusaciones. El director gerente, Miguel Verdún, ha negado en declaraciones a Público la existencia de una discriminación laboral y salarial con las trabajadoras y achaca la denuncia de CCOO a motivos de índole política, a que una de sus representantes sindicales en la empresa va en las listas de IU en las próximas elecciones municipales, rival, por tanto, del actual equipo de gobierno socialista.

¿Pero por qué ninguna de las trabajadoras ha subido de categoría en más de veinte años en la empresa? La respuesta del director gerente es que no hay puestos en el catálogo laboral de la entidad para que puedan ocuparlos y, también, porque el 90% de las limpiadoras no pasa del graduado escolar para poder aspirar a niveles superiores. Y el hecho de que solo haya hombres en los otros puestos de Elicodesa, todos de superior categoría, se debe, según Verdún, a que fueron hombres los que se presentaron a las convocatorias que se hicieron hace ya unos años. Además, asegura que a las limpiadoras fijas discontinuas se les ha ofrecido un contrato fijo, pero que han rechazado la oferta.

La presidencia del comité de empresa de una entidad con cerca de un 90% de trabajadoras la ocupa también un hombre, Jesús Ponce, de CSIF, organización ganadora de las elecciones sindicales, quien también niega las denuncias de discriminación laboral a las mujeres que ha presentado CCOO y las atribuye, igualmente, a intereses políticos, por tratarse de una empresa municipal, "para darle caña al alcalde", dice.

Ponce distingue la situación entre las mujeres que venían de la empresa privada con unos contratos y unas condiciones muy variopintas y la de los trabajadores que luego entraron directamente en Elicodesa. Y si ninguna de ellas ha ascendido de categoría se debe, según el presidente del comité de empresa, a que no existen vacantes en los puestos superiores al de limpiadora y a que, como subrayaba el director gerente, no disponen de una titulación suficiente para aspirar a ello: sólo "tienen graduado social".

En el caso del complemento que cobran los hombres que limpian el mercado y no las limpiadoras de los colegios y otras dependencias, Jesús Ponce asegura que hubo que aplicarlo a raíz de una intervención de la Inspección de Trabajo que advirtió de la toxicidad que puede acarrear el contacto con despojos de pescados.

Esta empresa municipal afirma que está trabajando ahora en la elaboración del plan de igualdad que se exige por ley, para lo cual ha contratado a una firma externa que se encargará de determinar las necesidades que tiene en este campo. El presidente del comité de empresa dice que en ese plan se tendrá que estudiar, entre otros temas, la brecha salarial y la posibilidad de que se incorporen mujeres a otras tareas, aparte de la de la limpieza.

Muchos casos en los juzgados

Los casos de discriminación laboral han sido objeto de numerosas sentencias en los tribunales españoles a raíz del fallo del Tribunal Constitucional que en 1991 dio la razón a las limpiadoras del hospital Gregorio Marañón de Madrid, dependiente de la Consejería de Sanidad de esa comunidad autónoma. Las trabajadoras habían denunciado que cobraban menos que sus compañeros varones, pese a que hacían las mismas labores que ellas, porque en el convenio ellos tenían la categoría de peones, con un salario superior. El Tribunal de Garantías les reconoció el derecho a no ser discriminadas en su salario por razón de sexo y eso supuso un aldabonazo en la lucha judicial contra la desigualdad en el trabajo.

Después de ese fallo se han sucedido resoluciones judiciales en las que se ha dirimido algún tipo de discriminación laboral contra las mujeres, como la del Tribunal Supremo que, en 2018, ratificó la condena del Tribunal Superior de Justicia de Canarias a una cadena de hoteles de Tenerife que reprobaba una brecha salarial flagrante: la empresa pagaba un plus de productividad de 139 euros a las camareras de piso, todas mujeres, y otro de 640 euros a los camareros de sala, mayoritariamente hombres, a pesar de que unas y otros pertenecían a la misma categoría laboral de su convenio.

Más recientemente, un juzgado de lo Social de Badajoz falló también, en primera instancia, a favor de las limpiadoras de un hospital que trabajaban para una empresa en la que el 90% eran mujeres: ellas presentaron una denuncia porque no cobraban el plus de peligrosidad que sí le abonaban a sus compañeros, también limpiadores. Según la sentencia, los hombres no limpiaban las habitaciones, como ellas, sino los cristales de las ventanas y por eso cobraban el plus de peligrosidad, que equivalía al 30% de su salario. El gestor de servicios de limpieza de la empresa Eulen declaró que el origen de ese plus se debía a que unos quince años atrás, cuando se sacaban los contenedores con residuos sanitarios, existía un riesgo con la manipulación de la basura y por eso se consideró una actividad peligrosa. Pero aunque el riesgo desapareció, todos los trabajadores que lo cobraban siguieron percibiéndolo, porque lo consolidaron.

La diferenciación de roles que penaliza a las mujeres

María José Carretero, experta de la Fundación Mujeres en temas de techo de cristal, brecha salarial y discriminación laboral, sostiene que son múltiples las causas que llevan a todas estas situaciones en las que las trabajadoras ganan menos o suben menos en la escala profesional que los hombres, aunque, a su juicio, parten de un mismo punto: la diferenciación de roles que sitúa a la mujer, fundamentalmente, en el cuidado de la familia.

La diferenciación de roles, según Carretero, se refleja en el tipo de trabajos que generalmente realizan las mujeres en el mercado laboral y en el lugar que ocupan dentro de esos empleos, sometidas a una segregación tanto vertical como horizontal que cercena sus ingresos y sus posibles aspiraciones profesionales. "Está menos valorado el trabajo de la mujer. ¿Por qué se paga mucho menos a una persona que cuida de dependientes que a un ingeniero? Porque hay una infravaloración también de las personas cuidadoras. Se arrastran estereotipos que hacen que unos trabajos tengan menos valor y eso se ve en las retribuciones", explica la portavoz de Fundación Mujeres, la organización que gestiona el Observatorio de Igualdad y Empleo.

Los complementos salariales como el de toxicidad o peligrosidad están basados, según María José Carretero, en una antigua valoración centrada en los trabajos físicos que, en su mayoría, han hecho habitualmente los hombres. Por esa razón, añade, estos pluses los suelen cobrar los empleados, no las empleadas, mientras, en cambio, no se tienen en cuenta otro tipo de riesgos que se afrontan durante el trabajo, como los psicosociales, que están más vinculados a las tareas de empleos feminizados.

Y que los puestos de representación sindical suelan estar también masculinizados dificulta, según esta experta, que se cambien los estereotipos en las empresas y que se asuman como una reivindicación laboral más las demandas específicas de las mujeres trabajadoras que se sienten discriminadas en el cobro de los complementos salariales o en los criterios de promoción, por ejemplo.

Negacionismo de la brecha salarial

Como en los casos del cambio climático, las vacunas o la redondez de la Tierra, también en el de la brecha salarial hay negacionistas que piensan que no hay ninguna diferencia entre lo que se paga a los hombres y a las mujeres por un mismo trabajo. Una encuesta del portal Infojobs realizada en 2021 reflejó que uno de cada tres españoles considera que no existe tal brecha, un porcentaje que era mayor entre los encuestados masculinos.

La misma encuesta reveló que cuatro de cada diez pequeñas y medianas empresas no tenían ninguna medida establecida para fomentar la igualdad de género, un porcentaje que disminuía al 15% entre las medianas y grandes compañías, pese a que éstas están obligadas por ley a disponer de planes de igualdad. Y más: ocho de cada diez empresas, según los trabajadores entrevistados, aún no tenían equiparados los puestos directivos en porcentaje de hombres y mujeres, mientras cuatro de cada diez contaban con menos de un 10% de mujeres en esas categorías.

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