Este artículo se publicó hace 2 años.
Por qué los filicidios cometidos por las madres no son violencia vicaria
La violencia vicaria un tipo de violencia de género (es decir, de la que se comete contra las mujeres por el hecho de serlo) que se ejerce contra los hijos para dañar a la madre, y suele desatarse tras la separación.
Marisa Kohan
Madrid--Actualizado a
El reciente asesinato de una mujer guardia civil de sus dos hijas y su posterior suicidio ha vuelto poner en la agenda el término de violencia vicaria. El caso, que aún está bajo investigación, ocurrió en la localidad conquense de Quintanar del Rey el pasado 15 de diciembre. Este terrible crimen ha sido denominado por diversos medios de comunicación, políticos y tertulianos, como una violencia vicaria femenina. Una denominación que las expertas en este tipo de violencias niegan tajantemente. Y no porque la magnitud de crímenes como estos no merezcan el rechazo social o judicial, sino porque por muy dolorosos que sean, no se trata violencia vicaria.
"No todo maltrato infantil es violencia vicaria", afirma a Público la psicóloga forense Sonia Vaccaro. "La clave para definir esta violencia es que es necesario encontrar la causalidad que muestre que esta violencia hacia los hijos se realiza para dañar a la madre". Vaccaro es quién en 2012 acuñó el término violencia vicaria, que es una de las formas que adopta la violencia de género y sucede cuando se utiliza a los hijos e hijas para seguir causando daño o violencia hacia las mujeres. Habitualmente es una violencia que aparece o se incrementa tras el divorcio o la separación, como una forma del maltratador de seguir dañando y controlando a su expareja a través de los hijos o de otras personas del entorno. Por eso esta experta la denomina como violencia "por interpósita persona".
¿Qué es la violencia vicaria?
La violencia vicaria es una de las manifestaciones que adopta la violencia hacia las mujeres. Vaccaro la define como "una violencia contra la mujer que se ejerce hacia y a través de los hijos". La violencia más extrema es el asesinato de los menores por parte del padre o pareja de la madre.
"El padre, que usa a esos hijos como instrumento para hacer daño, sabe que el dolor que va a causar a la madre es mucho mayor que si la dañara a ella directamente"
Tal como las definen las psicólogas que estudian este tipo de violencias, es una "violencia instrumental", porque "se trata de deshumanizar a los hijos, quitarles la categoría de personas y ponerles la categoría de objeto, de instrumento con el que dañar a la madre en una violencia que causa un dolor extremo. El padre, que usa a esos hijos como instrumento para hacer daño, sabe que el dolor que va a causar a la madre es mucho mayor que si la dañara a ella directamente. Es un dolor que a ella le va a hacer sentir culpa por no haber protegido a sus hijos, sobre todo en el caso de los asesinatos, que es el más extremo de la violencia vicaria. El dolor que inflige es extremo porque durará toda la vida", tal como explicó a Público Marisol Rojas Fernández, psicóloga especializada en violencia machista.
Otra de las características es que se trata de una violencia anunciada, puesto que como parte de la violencia de género amenazan a las mujeres con frases: "Te quitaré lo que más quieres", "no los vas a volver a ver más" o "te daré donde más te duele". Un estudio realizado por Vaccaro y titulado Violencia vicaria: un golpe irreparable contra las mujeres, desveló que de las 400 sentencias revisadas, en 51 de ellas existen menciones expresas de los hombres hacia las mujeres sobre el maltrato a los hijos con amenazas explícitas.
La única estadística que recoge desde hace una década los asesinatos de sus hijos por parte de sus padres o parejas de sus madres es la que recopila detalladamente la delegación del Gobierno contra la violencia de género. Según estos datos, un total de 48 menores han sido asesinados por violencia vicaria en nuestro país desde que en 2013 se comenzaran a recopilar estadísticas. En 44 de esos casos, los asesinos fueron los padres de los menores.
Tal como reconocen las expertas y las instituciones, estos asesinatos suponen solo la punta del iceberg de la violencia vicaria. La mayoría de casos permanecen en el anonimato, puesto que se trata de una violencia difícil de denunciar. Sin embargo, las cifras recopiladas por las instituciones apuntan a que esta violencia puede ser masiva. Según la Macroencuesta sobre violencia de género realizada por el Ministerio de Igualdad en 2019, más de 1,6 millones de niños y niñas viven en casas donde se ejerce la violencia de género hacia sus madres.
Tal como afirma Vaccaro, "mujeres que atacan a sus hijos por desequilibrio mental o por otra causa las ha habido toda la vida", pero afirma que no se trata de un patrón de comportamiento social, como ocurre en la violencia de género. Esta experta propone que si alguien considera que lo es, que se estudie y se analice con técnicas académicas y que, si encuentra algún patrón, que se nombre. Esto es lo que ha hecho ella y otras expertas en violencia de género para reconocer esta violencia "interpuesta".
"Negar a estas alturas que la violencia vicaria es una violencia ejercida por un hombre que daña y utiliza a los hijos para seguir controlando a su expareja, es tanto como decir que si una mujer agrede a su marido es violencia de género. Llevamos más de 18 años con una legislación específica sobre violencia hacia la mujer y vemos como muchos están intentando negarla. Lo mismo ocurre con la violencia vicaria", añade Vaccaro.
Para el feminismo, nombrar, es decir, ponerle nombre a las cosas y a las violencias, es una máxima que permite entender la realidad para poder visibilizarla, analizarla y prevenirla.
Esta psicóloga afirma que diluir los términos que sustentan la violencia de género es una constante en la sociedad patriarcal, sobre todo cuando existen fuerzas que niegan la violencia que se ejerce hacia las mujeres. "El patriarcado, que es el que ha puesto nombre a todas las cosas, no está acostumbrado a que nosotras nombremos y no acepta que las mujeres tengamos nombre para las violencias y problemáticas propias". En este sentido, Vaccaro recuerda que la ley contra la violencia de género de 2004 es la norma en la historia democrática que más peticiones de inconstitucionalidad ha recabado.
Pocas leyes que la reconozcan
La violencia vicaria fue conocida en nuestro país de forma masiva a raíz del programa monográfico sobre Rocío Carrasco en TeleCinco. Hasta ese momento el término era conocido por expertas relacionadas con la violencia hacia las mujeres. Su inclusión en las leyes también es aún escaso. Algunas normativas autonómicas contra la violencia de género han comenzado a incluirlo. Es el caso de la ley autonómica de Andalucía, Catalunya o Galicia, es expresamente la nombran y definen. También algunos países de América Latina han avanzado en este sentido. De los 32 estados en que se divide México, 16 han lo han incluido en sus leyes penales. Argentina, Chile o Perú, son algunos de los Estados que consideran su inclusión.
En nuestro país, el Pacto de Estado contra la violencia de género que aprobó el Parlamento en 2017 lo contempla como violencia de género y da a las madres el reconocimiento de víctimas. El precedente para ello fue el caso de Ruth Ortíz, expareja de José Bretón, que en 2011 asesinó a sus dos hijos y los quemó en una hoguera. Ruth no fue reconocida como víctima de violencia de género porque no había denunciado y la justicia no contempló que el asesinato de sus dos hijos hubiera sido por esta violencia. Sin embargo Bretón había amenazado a su expareja con darle "donde más te duela". La ley contra la violencia de género de 2004 se ha modificado para incluir la violencia vicaria y reconoce prestaciones y acceso a la atención a las mujeres que la sufran.
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