Madrid
Carmen Ruiz Repullo (Córdoba, España, 1976) lleva toda una vida profesional dedicada a la lucha por la igualdad y contra la violencia de género, especialmente en la educación. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Granada, es una de las grandes expertas de nuestro país en materia de coeducación. No sólo ha participado en la puesta en marcha de programas de educación en igualdad en su Andalucía natal, sino que ha asesorado a diversos territorios en la materia. Ella es, entre otros, quien diseñó el plan educativo Skolae, un proyecto de referencia puesto en marcha en Navarra.
En esta entrevista afirma que el éxito rotundo de la huelga feminista y las grandes movilizaciones de 2018 han espoleado una dura reacción de la extrema derecha y lo que llama "algoritmos patriarcales", una serie de mensajes fáciles de tragar y digerir que desvirtúan la lucha por la igualdad y el feminismo, principalmente entre los más jóvenes. "Una especie de mensajes hamburguesa", que se comen rápido y llenan el estómago, pero no la cabeza.
En esta conversación con Público afirma estar sorprendida de que los acuerdos entre PP y Vox en Balears, País Valencià o Aragón, no hayan impulsado grandes protestas y afirma que el único contrapunto al fascismo debe venir de "un feminismo fuerte que debe coser sus rotos".
Desde el feminismo siempre se ha advertido de que los grandes avances traen también grandes reacciones. ¿Lo que estamos viendo es una reacción a esos avances?
Sí, totalmente. Esto ya se veía venir. Algunos textos, como los de Susan Faludi del año 1991, ya nos lo advertían. También lo hizo Naomi Wolf en El mito de la belleza, unos textos que se escribieron justo a posteriori de ese gran avance que se produjo los años 60 y 70 en Estados Unidos. Creo que ahora estamos viendo lo mismo aquí.
El único cambio es que entonces no existía el eco de las redes sociales que tenemos ahora. Por eso, la reacción es mucho más dura que la que había hacia finales del siglo pasado, porque es mucho más global y guarda también relación con lo que yo denomino los algoritmos patriarcales.
Es decir, quién está situando el debate en las redes sociales y con qué relato y qué narrativa para cuestionar la igualdad. Para decir que todo está ya conseguido y que qué más queremos las feministas. Lo que está claro es que la igualdad es imparable, pero ahora el camino tiene muchos baches y este es un bache enorme.
¿Se refiere a la existencia de Vox?
Sí. Pero no sólo en España, sino a la existencia de la ultraderecha en otros países. Existe un fascismo muy bien situado a nivel global.
Cuándo habla de algoritmos patriarcales, ¿a qué se refiere? ¿Cómo se definen?
Son los discursos y relatos que van situando en las redes y en el debate público ese avance reaccionario de la ultraderecha y los grupos de poder que se oponen al avance en materia de igualdad y de derechos LGTBI. Y van estratégicamente situando ese relato para que llegue a los más jóvenes y que no piensen, sino que simplemente coman y traguen.
Y estoy viendo mucha influencer, mucha instagramer y tiktoker de derechas que están legitimando estos discursos. "¡Qué vida más chula! ¿Dónde están las desigualdades de las mujeres? Yo estoy estupenda y tú eres una feminista amargada...". Esto es lo que les están vendiendo a las más jóvenes.
¿Y a los más jóvenes? Entiendo que también a ellos.
Sí. Pero los chavales ven instagramers, influencers o youtubers más relacionados con los videojuegos y con el fútbol. Es decir, ellos están bebiendo de unos algoritmos patriarcales y ellas de otros, pero los dos tienen el mismo objetivo: cuestionar que el feminismo tenga razón de ser en la sociedad en la que vivimos.
Que en realidad ya está todo conseguido y lo que pretendemos las feministas es darle la vuelta a la tortilla. Y que para conseguir eso lo que estamos haciendo es criminalizar a todos los hombres. Y vemos cómo esto se ha extendido a las aulas. Y te preguntas de dónde viene, sin datos ni nada que apoye este mensaje.
Yo este lunes me preocupé en el debate [entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo] porque al ver cómo se vertían tantos datos, muchos falsos, pensé que era fatal para la gente joven, porque ni se creen unos ni se creen otros.
En su experiencia como docente, ¿están los jóvenes comprando este relato sobre la no existencia de la violencia de género y la desigualdad?
El reciente informe del Centro Reina Sofía de la FAD, lo que nos dice es que en torno a un 20% de la gente joven cuestiona que la violencia de género sea un problema y cree que lo que estamos haciendo con la política de igualad es adoctrinar. Ese es su relato.
Pero a mí lo que me preocupa es el otro 80%, por lo que ha pasado en los últimos años. Desde el año 2007, 2008... hasta 2015 hemos visto un auge en el feminismo que iba a más. Es cierto que costaba, pero existía cada vez más conciencia y no había un rechazo, sino desinformación.
"La huelga y las grandes manifestaciones del 8M de 2018 fueron un hito que sacudió a los grupos de poder patriarcales"
En 2014 llega el Tren de la Libertad [las grandes manifestaciones contra la reforma de la ley del aborto de Rajoy]; en 2016 el hermana yo si te creo; en 2017 explota el #Metoo... y llega 2018 con la huelga feminista del 8M con un seguimiento masivo. Esto creó un hito que sacudió a los grupos de poder patriarcales, que temieron que este avance fuera imparable, y que se organizaron para colocar discursos que lo frenaran. Y aquí comienzan a colocarse los discursos que yo llamo de hamburguesa, porque son de cómete esto y te lo comes rápido y te llegan al estómago.
¿En qué consisten esos mensajes hamburguesa?
Estos discursos dicen que la culpa de todo la tienen las feministas y la mayoría se lo come; que la culpa de todo la tienen los inmigrantes, porque vienen y nos quitan el trabajo y es un mensaje que se compra porque es muy fácil de tragar. No se necesita pensar ni procesar. Estos algoritmos patriarcales de los que hablaba antes, colocan discursos muy fáciles que van al estómago y no a la cabeza. No requieren pensar en datos, ni impulsan a buscar las fuentes oficiales.
El 20% que cuestiona la existencia misma de la violencia y la discriminación de género podían estar antes en el aula, pero estaba silente, porque había un 80% que hablaba. Ahora pasa lo contrario. El 20% es ahora el que tiene la palabra y va a la yugular. Se ven refrendados por algunos profesores, familiares o partidos políticos y creen que tienen la verdad absoluta, lo que les lleva a decir auténticas barbaridades sin siquiera despeinarse.
Lo que estamos viendo es que el relato les llena, les reconforta y les da la razón, ante un 80% silente. Esto está convirtiendo el aula en un espacio donde hay pocas voces que tienen el poder, el dominio y muchas otras que callan, lo que es una representación del sistema patriarcal. Por ello nos tenemos que plantear cuál es el papel del personal docente y qué hacer ante esta situación. Hay algunos que les dan la razón, lo que echa más leña al fuego.
¿A qué nos enfrentamos con un hipotético gobierno PP-Vox tras el 23J? ¿Qué podemos perder?
Podemos perder muchas cosas. Muchas. Sólo hay que mirar sociedades como Afganistán en la que hace unas décadas las mujeres iban con falda corta y en donde la mitad de los cargos políticos los ocupaban mujeres. Aquí se ha empezado a imponer al idea de que los extremos son malos, y a mí particularmente eso me parece terrible.
Lo que es malo es el fascismo y no se puede comparar a Vox con coaliciones como Sumar porque eso es dulcificar y blanquear a un partido fascista. Vox no es un partido cualquiera. Está cuestionando los derechos de las mujeres y de los que han conquistado muchos otros colectivos.
"Vox no es un partido cualquiera. No se puede blanquear a un partido fascista"
Creo que hay dos formas de actuar por parte de la derecha. Una que podríamos llamar como el elefante en una cacharrería y sin prejuicios. Es lo que ha ocurrido en Balears, donde hay un Gobierno del Partido Popular en el que no ha entrado Vox, pero que ha eliminado la consejería de Igualdad, la de Medioambiente y donde Vox ha impuesto su ideario. Creo que esto está pasando en muchos más sitios pero de manera silente, sin que nos enteremos.
Otra actuación preocupante es la del Partido Popular cuando llega al poder y, aunque no necesite a Vox para gobernar, igualmente acaba haciendo las políticas que quiere la ultraderecha, pero de forma más sutil. Puede que no se carguen un congresos o una institución, pero las liman y las desvirtúan poco a poco hasta que dejan de tener sentido.
Lo curioso es que esto que está ocurriendo en Balears y en València o Aragón no parece estar teniendo grandes consecuencias. Yo creí que iba a haber una reacción social y lo que estamos viendo es que no es así.
¿Cuál es la experiencia en Andalucía donde Vox lleva una legislatura en el Parlamento, aunque no ha gobernado?
No han gobernado, pero están ahí. En Andalucía no han entrado como elefante en cacharrería, pero han ido contentando a Vox. El PP interpreta que Vox tiene poder y se ha dedicado a contentar a esa parte del electorado.
Y lo hace hablando de violencia, pero no de violencia machista; quitando la dirección general contra la violencia de género que ya no existe en Andalucía y asegurándose de que quienes entran a los organismos como el Instituto Andaluz de la Mujer no es gente con una trayectoria feminista, ni preparadas en políticas de igualdad. Es gente de partido, lo que hace que no desplieguen políticas feministas.
Es una forma de decir que no van a eliminar determinadas cosas, pero las están edulcorando tanto que las dejan inservibles y acaban desapareciendo.
¿El panorama está muy negro o hay esperanza?
Creo que hay partido si sabemos hacer pedagogía feminista. Es verdad que estamos en una situación mucho más difícil y peligrosa que cuando Rajoy llegó al poder. Estamos en una situación más peligrosa, sobre todo por el relato que hay ahora en lo alto de la mesa.
Peligrosa porque en el debate no se habló sobre violencia de género, porque llevamos seis mujeres asesinadas y no salieron en el cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Peligrosa porque cuando se niega algo, se dan argumentos para justificarlo.
No quiero verlo negro todavía. Pero se puede pasar de gris claro a negro oscuro en un momento, y eso lo sabemos quienes llevamos ya tiempo en la lucha.
¿Y cómo ve al feminismo ante estos retos?
Ante esto, el feminismo se tiene que coser, porque el descosido es muy preocupante. Hay que coser los rotos, porque un feminismo fuerte debe ser el contrapunto al fascismo y éste ahora se está frotando las manos. Estamos en un momento donde hay que sopesar dónde ponemos la balanza.
No estamos en un momento de descoser, sino en el de buscar lo que nos une, porque lo que viene es grave. Esto no significa que el feminismo no tenga que ser crítico y cuestionar cosas. Siempre lo ha sido.
Pero de ahí a la situación que tenemos en el momento actual, donde una ley que el año que viene va a cumplir 20 años de existencia [la de 2004 contra la violencia de género], que costó mucho y que aún muchas cosas que contempla no se han implementado... todos eso se puede paralizar. Y no solo se puede paralizar derogando, sino descafeinando la ley y dejándola de aplicar.
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