Este artículo se publicó hace 4 años.
Black Lives MatterWashington se lanza a revisar su memoria para eliminar los homenajes a esclavistas
El gobierno local organizó un grupo de trabajo que ha planteado cambiar la nomenclatura de 49 edificios, centros o parques de la capital del país, por considerar que llevan nombres de personajes esclavistas, racistas o supremacistas. En la lista se incluyen antiguos presidentes como Woodrow Wilson y hasta el inventor Graham Bell.
Manuel Ruiz Rico
Washington-
Washington ha emprendido un camino sin vuelta atrás en la revisión de su memoria histórica, que comparte en un alto grado con la del país del que es capital, y cambiará el nombre de 49 edificios, centros o parques, entre otros. Así lo recomienda el informe el grupo de trabajo creado el pasado julio para analizar esta cuestión por la autoridad local, el Distrito de Columbia. En concreto, el documento propone renombrar 21 colegios, doce parques, nueve edificios o recintos y siete edificios propiedad del gobierno (entre ellos, colegios, clínicas o casas históricas).
"Una idea central del grupo de trabajo era evitar que las cosas se hicieran en un arrebato de ira. Queríamos adoptar un enfoque desapasionado, simplemente tomar nota del inventario de la ciudad", explica uno de los copresidentes de este comité, Richard Reyes-Gavilán, al medio local Washingtonian. Entre los criterios adoptados en la elaboración del informe "destaca uno que es realmente simple: ¿estaba la persona en cuestión involucrada en la esclavitud o era un esclavista activo? Ése se fue un honor descalificante número uno, ya sea que uno fuera dueño de una persona o de cien. Ahí trazamos la línea".
"En todo el país, las comunidades están reflexionando sobre el racismo sistémico que se ha arraigado en nuestra cultura a través de políticas y expresiones que afectan a los afroamericanos y a otros grupos que sufren discriminación. Las recomendaciones de este grupo de trabajo pretenden que la nomenclatura de las calles, edificios y monumentos de Washington reflejen los valores de los ciudadanos de la capital", asegura en un comunicado la otra copresidenta del grupo, Beverly Perry.
Además de la cuestión del esclavismo o el racismo, otros criterios aplicados, según el informe del grupo de trabajo, han sido si la persona en cuestión apoyó la opresión de alguna parte de la población estadounidense (negros, nativos americanos, mujeres, etcétera), si estuvo implicada en el desarrollo de la agenda supremacista o si violó derechos humanos.
Entre los nombres que han salido en la lista aparece un colegio y un instituto con el nombre del expresidente estadounidense entre 1913 y 1921 Woodrow Wilson, considerado supremacista blanco; un instituto con el nombre del inventor Alexander Graham Bell; los jardines James Monroe, uno de los padres fundadores de Estados Unidos; o al Centro de Artes Jackson, por Andrew Jackson, séptimo presidente de Estados Unidos y cuyo rostro ilustra el billete de 20 dólares.
Junto a la recomendación de eliminar esta nomenclatura y sustituirla por otra más de acorde con el Washington actual y la diversidad cultural de su población, según reza el informe, una primera versión del documento, según informa The Washington Post, iba más allá y vertía objeciones sobre diversos nombres de monumentos que plantean una mayor complejidad, en parte por tratarse de símbolos nacionales o por ser de propiedad del gobierno federal. Entre ellos, el monumento a Cristóbal Colón ante la estación central de tren de la capital y, sobre todo, el Monumento a Washington y el Monumento a Jefferson, dos símbolos absolutos para Estados Unidos, ubicados en el Parque Nacional (National Mall). Tanto Washington como Jefferson tenían esclavos. Sin embargo, según el rotativo de la capital, después de una dura reprimenda de la Casa Blanca, la administración Bowser acabó retirando del documento las recomendaciones sobre estos monumentos federales en otra versión del informe.
Un comunicado de la Casa Blanca, en el que se califica a Bowser de "izquierdista radical", señaló que la regidora "debería avergonzarse por incluso sugerir" ciertas revisiones. "El presidente Donald J. Trump", añadía la nota, "cree que estos lugares deben ser preservados, no derribados; respetados, no odiados; y transmitidos a las generaciones venideras".
Con todo, el copresidente del grupo de trabajo Richard Reyes-Gavilán señala que, para estos monumentos, "una opción realmente interesante que tenemos es la contextualización". Según Reyes-Gavilán, nadie en el comité pensó que el Monumento a Washington, una mole de piedra de 169 metros, pudiera ser reubicado, pero se podría agregar un cartel, añade, para señalar que el primer presidente poseía cientos de esclavos: "Se contextualizaría así el nombre de George Washington de formas que no estaban disponibles cuando yo estaba en la escuela secundaria".
La muerte de George Floyd, el detonante
El comité para analizar la nomenclatura de Washington comenzó a trabajar el 15 de julio. Se organizaron en ocho subgrupos temáticos, realizaron reuniones vecinales y plantearon una encuesta voluntaria que cumplimentaron 2.500 vecinos de la ciudad, a través de la cual dieron su opinión o comunicaron qué nombres veían improcedentes o incómodos.
Aunque la revisión de la memoria y la nomenclatura urbana llevaba tiempo en el ambiente, todo estalló con la muerte de George Floyd bajo la rodilla de un policía local en Mineápolis (Minesota) el pasado 25 de mayo. Desde ese día las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) se han extendido por todo el país. A principios de junio fueron masivas en Washington.
El 1 de ese mes, de hecho, Donald Trump decidió disolver una protesta pacífica de forma violenta (mediante el empleo de gases lacrimógenos) para hacerse una foto posando una biblia en la Iglesia de San Juan, cercana a la Casa Blanca. Precisamente, un tramo viario de la calle 16, donde se ubica el templo (en el cruce con la calle H), fue renombrado el 5 de junio por el gobierno de Washington como Black Live Matter Plaza.
Este gesto, desencadenado por las tensiones en que vive Estados Unidos en cuanto al asunto racial, abrió la puerta a planteamientos de mayor envergadura, como el que afectaría al nombre del propio territorio de Washington, el llamado Distrito de Columbia (de ahí de Washington DC). La capital, por lo tanto, es eso, un distrito y no un Estado. Sin embargo, la Cámara de los Representantes votó a favor de la propuesta del Partido Demócrata convertir a Washington en el Estado 51 el pasado 26 de junio.
Esta estatalidad de Washington implicaría también un cambio de nombre del Distrito, que dejaría de llamarse de Columbia (que proviene del cuestionado Cristóbal Colón) y pasaría a llamarse, según la propuesta aprobada, Washington Douglass Commonwealth, en honor a Frederic Douglass (1818-1895). Douglass fue un esclavo negro que logró huir de Maryland a Washington, donde pudo vivir ya como hombre libre y donde acabó convirtiéndose en un activista contra la esclavitud y en uno de los oradores más relevantes de su época.
Con todo, la estatalidad de Washington dependerá del voto decisivo del Senado, cuya mayoría republicana se opone frontalmente a este proyecto, del mismo modo que se ponen al cambio de nomenclatura o a la eliminación de los símbolos del bando sureño confederado, el bando esclavista que se sublevó y provocó la Guerra Civil Estadounidense. En Estados Unidos, también hay una brecha de memoria que se resiste a repararse. Washington quiere ser ejemplo para todo el país.
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