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Von der Leyen pide una ley europea del 'No es No' y la izquierda le afea su falta de ambición social

La presidenta de la Comisión focaliza su discurso del estado de la Unión Europea en sacar pecho por sus logros del pasado y en abonar el terreno para el futuro. El cambio climático y la ampliación tensan la última etapa de la Comisión actual.

Ursula von der Leyen
Ursula von der Leyen durante su intervención en el Parlamento Europeo este miércoles. Julien Warnand / EFE | EPA

Un lema: "Responder a la llamada de la Historia". Una prioridad: poner de relieve el legado de estos cuatro años. Un objetivo: hacer guiños a Populares y Socialdemócratas a 300 días de las elecciones europeas. Un anuncio: investigar las subvenciones a los coches eléctricos chinos. Un invitado: el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince.

En su último discurso del estado de la Unión en el Parlamento Europeo –al menos de la presente legislatura–, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha buscado poner negro sobre blanco los logros de uno de los mandatos más complicados en la historia del proyecto europeo, marcado por la peor pandemia en un siglo y el regreso de la guerra a Europa.

Sin grandes frases hechas, anuncios o pomposidades, la alemana ha pronunciado a lo largo de una hora un discurso menos centrado en China o en Ucrania, pero con más referencias a la transición verde y digital. Un discurso mucho más destinado al consumo interno que hacia fuera. Más concentrado en ensalzar la trayectoria y el camino recorrido. Es decir, más electoralista. Von der Leyen ha subrayado la necesidad de proteger a los ciudadanos, al mundo rural o a las compañías comunitarias y ha identificado la escasez de mano de obra, la inflación y la desaceleración empresarial como los tres principales desafíos.

En 2022, el lema de su discurso fue Unión que se mantiene fuerte y unida. Tuvo su centro neurálgico en la guerra de Ucrania, palabra que repitió en 34 ocasiones desde el primer minuto. El de 2023 es Responder a la llamada de la Historia. En él, el bloque referido a Ucrania ha quedado relegado al final de su discurso, por detrás de otros como Inteligencia Artificial.

La que comenzó en 2019 como una Comisión geopolítica ha terminado siendo una Comisión de gestión de crisis que ha impulsado una Unión Europea con más dientes en el tablero global. La Europa pacifista ha dado un giro copernicano proporcionando por primera vez armas a un país en guerra. También ha marcado una nueva línea contra una cada vez más asertiva China.

La respuesta unida de la UE a la guerra de Ucrania ha sido uno de los hitos de esta legislatura, que se ha materializado en 11 paquetes de sanciones y más de 70.000 millones de euros en ayudas financiera, humanitaria y militar a Ucrania. Destacan otros logros como la compra conjunta de vacunas o el Plan de Recuperación Europeo.

Por delante la UE tiene retos de mucho calado: culminar el Pacto Migratorio o la gobernanza económica y llevar a cabo la gran ampliación de la UE –que podría sumar ocho nuevos miembros en las próximas décadas-. En esta última línea, Von der Leyen no se ha pillado las manos. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, apuntó recientemente a 2030 como la fecha para aceptar a nuevos miembros como Ucrania o los Balcanes Occidentales. Von der Leyen no fija calendarios ni pone nombre y número a los invitados y enfatiza que se trata de un proceso técnico, complejo y basado en los méritos. Mirándose en el espejo del lema de Joe Biden se ha referido en dos ocasiones a "terminar el trabajo" (Let's finnish the job). Pero asegura que la nueva etapa del proyecto europeo pasa por abrir la puerta a futuros miembros. Algo que requiere un consenso de las capitales que no será fácil de consumar.

Guiños a ambos lados del tablero

Von der Leyen no llegaba al discurso en su mejor momento en cuanto a apoyos se refiere. Durante su mandato ha seducido más a las capitales que a los funcionarios de Bruselas. Con Emmanuel Macron o Pedro Sánchez, que no pertenecen a su familia política, se ha movido con holgura y contundencia. Pero en la capital comunitaria ha recibido muchas críticas por su monopolio de los temas y su mano de hierro a la hora de gestionar su liderazgo.

En la Eurocámara, las filas de su grupo político, el Partido Popular Europeo, se han revuelto contra elementos claves del Pacto Verde, el buque insignia de su programa cuando asumió el cargo en 2019. El grupo liderado por el también alemán Manfred Weber presentó una cruzada para frenar la Ley de Restauración de la Naturaleza. Y la maltesa Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, también ha endurecido su discurso con la agenda verde. Esta es ya una carrera hacia los top jobs. A menos de 300 días de la celebración de las elecciones europeas, cualquier paso va encaminado a preparar el camino hacia la planta 13ª del Berlaymont, donde se establece la Presidencia de la Comisión Europea, el puesto más cotizado.

Para recuperar esta simpatía del centro-derecha, Von der Leyen ha hecho un ejercicio de funambulismo que busca equilibrar la defensa de las políticas medioambientales con las preocupaciones de los populares sobre el mundo rural. "Hace cuatro, el Pacto Verde fue nuestra respuesta a la historia", ha afirmado. "La agricultura y la conservación de la naturaleza pueden ir de la mano. Las dos cosas son importantes", ha asegurado atendiendo a las preocupaciones populares con alusiones directas a la protección de los agricultores y los campesinos en esta transición. "El PP es el partido del mundo rural", le ha recordado Weber en el debate posterior.

Clima e inmigración en el centro de división

Los desastres naturales dentro y fuera de Europa son cada vez más crecientes y más extremos y han dejado el verano más cálido en la historia del continente. Socialdemócratas, Verdes y la Izquierda advierten desde hace tiempo de que no aceptarán concesiones o pasos atrás en la lucha contra la crisis climática. "Frenar los efectos del cambio climático es una obligación legal y moral", ha afirmado Iratxe García Pérez, líder de los Socialdemócratas, que ha reprochado a Von der Leyen la ausencia de referencias en su discurso a la vivienda, al salario mínimo vital, a una estrategia antipobreza o a la paridad en el empleo.

"Como era de esperar, aquellos que nunca abrazaron el Pacto Verde ahora piden una pausa, una moratoria. A ellos les digo esto: no estamos por encima de la naturaleza. La humanidad es parte de la naturaleza", ha coincidido Phillipe Lamberts, colíder de Los Verdes, quien le ha pedido a Von der Leyen más mano dura con las derivas de Hungría y Polonia y le ha reprochado las políticas de la Europa fortaleza que ha convertido "el Mediterráneo en una fosa común". Por su parte, la extrema derecha ha cargado contra la inmigración y ha reiterado su visión negacionista con las políticas verdes. Mientras que Martin Schirdewan, líder de la Izquierda Unitaria, ha afeado a la alemana que emplee "nobles palabras" pero escasos resultados. "En cada discurso le vende a los europeos el oro y el moro", ha afirmado recordando que en estos momentos hay 95 millones de europeos amenazados por la pobreza.

En paralelo, Von der Leyen ha protagonizado una férrea defensa del pacto migratorio con Túnez, que riega al país en deriva autoritaria con millones para frenar a los migrantes. Y ha anunciado que habrá más.

La izquierda europea exige a Ursula von der Leyen más mano dura con Hungría y Polonia

La inquilina del Berlaymont ha articulado un tono duro con la gestión de la inmigración. "Hemos reforzado nuestras fronteras. Pero necesitamos leyes más firmes, persecución de las mafias y más poder para agencias como Frontex. Debemos demostrar que Europa puede gestionar la migración con eficiencia y compasión", ha asegurado pocos días después de que Weber visitase Túnez, país al que pidió que frenase la "inmigración ilegal". El Consejo Europeo para los Refugiados y Exiliados ha afeado que "no puede haber compasión" en los acuerdos con Libia o Túnez, en la externalización de países terceros y detenciones y en la falta de creación de vías de llegada seguras.

A las filas que dirige la española García Pérez va dirigida la parte del discurso sobre pilar social e igualdad. Durante este mandato, la UE ha ratificado el Convenio de Estambul, pero no ha culminado la primera Directiva de Violencia de Género. Von der Leyen ha ido este miércoles más allá y ha pedido una ley europea del No es No, una inspiración de la española. "No puede haber igualdad real con violencia", ha afirmado. "Ha hablado de los derechos de las mujeres para reconocer que ha habido notables avances. Sin embargo, sabemos que su compromiso con el No es no no va a ser viable. Los gobiernos en el Consejo se van a poner a la tipificación del delito de violación”, ha advertido María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de Unidas Podemos.

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