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Von der Leyen busca la cuadratura del círculo con guiños tanto a los progresistas como a Meloni

La alemana juega a la ambigüedad para no cerrarse ninguna puerta en su intento para repetir mandato al frente de la Comisión Europea.

La presidenta en funciones de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una reunión de su partido, el CDU alemán, en Berlín, el día después de las elecciones al Parlamento Europeo. REUTERS/Nadja Wohlleben
La presidenta en funciones de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una reunión de su partido, el CDU alemán, en Berlín, el día después de las elecciones al Parlamento Europeo. Nadja Wohlleben / REUTERS

La coalición de centro europeo aguanta la sacudida del huracán de la extrema derecha. Las fuerzas ultras arrasan en los países fundadores, pero no ganan en el Hemiciclo. Los resultados de los comicios comunitarios dejan muchas claves y no pocas incógnitas. Ursula von der Leyen, que ha centrado su campaña en cortejar a la italiana Giorgia Meloni, se abre ahora a reeditar la alianza con progresistas y liberales. Pero el apoyo es débil, volátil, incierto e inestable. Necesita más aliados y cerrar esta cuadratura del círculo se anticipa como una misión nada fácil, especialmente, teniendo en cuenta que en su radar se encuentran fuerzas de extrema derecha.

Las fuerzas ultras no articulan una mayoría de bloque, uno de los escenarios que se contemplaban. "Esta votación no ha supuesto un cambio tectónico hacia la extrema derecha. Logró avances claros, pero ello no se traduce necesariamente en más poder para los próximos cinco años, ya que la mayoría de ellos no serán socios aceptables para el Partido Popular Europeo de centroderecha", anticipa Linda Kalcher, directora ejecutiva de Perspectivas Estratégicas.

El Partido Popular Europeo, los Socialdemócratas y los Liberales cierran los comicios europeos con 401 escaños. Una cifra que se sitúa por encima de los 361 eurodiputados necesarios para albergar mayoría absoluta en la nueva cámara, formada por 720 eurodiputados. A primera vista, Von der Leyen tendría con estas dos fuerzas los números para revalidar su mandato al frente de la Comisión Europeo. Pero el voto es secreto y no todos los miembros de una misma familia siguen la disciplina de voto. De hecho, en 2019 los socialdemócratas alemanes votaron en contra, a pesar de que el grueso de sus colegas de otras nacionales sí dieron su confianza a la ex ministra de Defensa de Angela Merkel. Von der Leyen pasó el examen de la Eurocámara hace cinco años por la mínima de nueve votos. Y con un arco parlamentario tan polarizado y fragmentado en esta ocasión no lo va a tener más fácil.

En sus primeras palabras durante la jornada electoral, con los resultados todavía calientes, Von der Leyen deslizó su prioridad: apoyarse en los Socialdemócratas y en los liberales de Renovar Europa. Apeló a la "responsabilidad" para construir "mayorías sólidas y constructivas" de cara a forjar una Europa "fuerte". Pero reiteró que tenderá la mano a las fuerzas "pro-OTAN, pro-Estado de Derecho y pro-Ucrania", es decir, a Giorgia Meloni. "Estoy hablando con los que me entiendo bien y con los que he trabajado largo tiempo", ha afirmado este lunes desde Berlín matizando que ello también deja espacio para abrir otras puertas.

La ecuación, sin embargo, no sale. Von der Leyen está forzada a elegir entre buscar apoyos extra en Los Verdes o en los Conservadores y Reformistas (ECR), grupo donde se encuentra Hermanos de Italia, Vox o el PiS polaco. En sus primeras intervenciones ha ignorado a los ecologistas y ha hecho más mimos a los de Meloni. Pero esta es una línea roja para los progresistas.

El Partido Socialdemócrata, que revalida su medalla de plata con 137 escaños, ha designado este lunes al español Pedro Sánchez y al alemán Olaf Scholz como las personas que liderarán las negociaciones para designar a la nueva cúpula de poder que guiará a la UE en los próximos cinco años: Comisión Europea, Parlamento, Consejo, Alto Representante de Asuntos Exteriores y Banco Central Europeo. "Los socialistas y demócratas reiteran su voluntad de dialogar y negociar con todas las fuerzas políticas a excepción de la extrema derecha de los Conservadores (ECR) e Identidad y Democracia (ID)", avanzan fuentes del partido. Los liberales también han afirmado durante toda la campaña que los pactos con las fuerzas ultras no tienen cabida en el proyecto de esa Europa fuerte a la que buscan reforzar en términos de defensa, competitividad y agenda climática.

Es todavía prematuro anticipar cuál será el escenario que se imponga para garantizar la gobernabilidad del bloque. Las frenéticas negociaciones arrancan ahora. El martes, los líderes de las familias de la Eurocámara dan el pistoletazo de salida a las conversaciones para conformar los grupos políticos. La contundente victoria del PPE acerca a Von der Leyen al Berlaymont, sede de la Comisión Europea, pero no la garantiza. Los socialistas están abiertos a apoyarla siempre y cuando sea clara a la hora de imponer un cordón sanitario a la ultraderecha. A cambio de su apoyo, la formación roja peleará por un puesto de fuerza en las instituciones. En las quinielas suena con fuerza el expresidente portugués António Costa para presidir el Consejo Europeo.

Por lo pronto, Von der Leyen tiene primero que ser nominada por los 27 líderes de Estado de Gobierno —lo que incluye a su conciudadano Olad Scholz— y después tendrá que pasar el examen de la Eurocámara, en una sesión que está prevista para el Pleno que arranca el 16 de septiembre.

La alemana está reequilibrando su estrategia con un nuevo Hemiciclo donde el ascenso meteórico de la extrema derecha especialmente en el eje franco-alemán —Le Pen ha arrasado duplicando los escaños a Macron y Alternativa para Alemania ha logrado un histórico segundo puesto— no ha tenido un impacto proporcional en el Parlamento Europeo. ECR e ID suman unos 130 asientos, no muchos más que los logrados en 2019. Incluso aunque se unieran —escenario bastante remoto por sus insalvables diferencias con la guerra de Ucrania—, no consumarían un sorpasso a los socialdemócratas. No obstante, hay en torno a 100 escaños que están huérfanos porque los partidos están huérfanos o han sido expulsados, como es el caso del Fidesz húngaro o AfD, que podrían ser absorbidos por familias existentes o formar una nueva, para ellos se exige un mínimo de 23 eurodiputados procedentes de al menos siete países.

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