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Actualizado:La visita del presidente Joe Biden a Kiev rubrica lo que ya evidencian los masivos envíos de dinero y armas a Ucrania: Estados Unidos y sus aliados europeos de facto están totalmente involucrados en la guerra con Rusia, aunque de momento sean los soldados ucranianos y rusos los que mueren en el campo de batalla, en buena parte abatidos por armas occidentales.
El golpe de efecto de Biden deja también otro mensaje que ya habían lanzado sus homólogo francés, Emmanuel Macron, y alemán, Olaf Scholz, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich celebrada el pasado fin de semana: no es momento para las negociaciones y sí para enviar más armas a Ucrania y para rearmar Europa.
Este mensaje tiene también como destinatario China, cuyo presidente, Xi Jinping, tenía previsto proponer un plan de paz con ocasión del primer aniversario del comienzo de la guerra el 24 de febrero. Las acusaciones lanzadas en Múnich por EEUU contra China de estar preparando envíos de armas letales a Rusia para ser empleadas en Ucrania constituyen el último pico de tensión entre Washington y Pekín.
La visita de apenas cuatro horas de Biden a Kiev, antes de viajar a Polonia, viene a decir a los chinos que pueden guardar con cuidado su plan de paz para una mejor ocasión. La bofetada es doble, no solo para el presidente ruso, Vladímir Putin, y podría acercar a Pekín y Moscú. De hecho, mientras Biden viajaba hacia Kiev, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, se desplazaba hacia Moscú.
Este acercamiento sino-ruso puede incluso ser de utilidad propagandística para unos Estados Unidos que consideran a China su mayor adversario real y al que no cesan de desafiar diplomática y militarmente, con el fantasma de que lo ocurrido en Ucrania se repita en la isla de Taiwán aliada de Washington. Cuanto más alineada aparezca China junto a Rusia mejor para la estrategia exterior estadounidense.
Todo el apoyo para Ucrania, dice Biden
"Pensé que era fundamental que no hubiera ninguna duda, ninguna en absoluto, sobre el apoyo de Estados Unidos a Ucrania en la guerra", ha aseverado Biden este lunes en Kiev, donde ha sido recibido por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Biden: "Un año después, Kiev sigue en pie"
"Un año después, Kiev sigue en pie. Ucrania sigue en pie. La democracia sigue en pie", ha dicho Biden ante Zelenski, a quien ha prometido otros 500 millones de dólares de ayuda, en su mayor parte militar, con munición de artillería, misiles antitanque Javelins, radares antiaéreos y obuses ligeros. También ha anunciado nuevas sanciones contra Moscú, que podrían ser comunicadas por los aliados este próximo viernes, un año justo después del comienzo de la invasión rusa.
EEUU-Ucrania, una larga y especial relación
En su primer viaje a la Ucrania en guerra (escrupulosamente informado a Moscú por cuestiones de seguridad), Biden también ha querido dejar claro que, si bien Estados Unidos encabeza una notable liga de aliados europeos y de otras partes del mundo empeñados en ayudar a Kiev (son más de 100.000 millones de euros los dedicados ya a ese fin por europeos y estadounidenses, y de ellos casi 30.000 millones corresponden a las armas entregadas por EEUU), Washington quiere mantener una relación especial con el país eslavo.
El presidente George W. Bush ya animó en 2007 a Ucrania a considerar su incorporación a la OTAN, apoyo que se convirtió en una de las mechas del actual conflicto. Meses antes de la invasión, Zelenski volvió a reclamar la incorporación ucraniana a la Alianza Atlántica y Washington dio esperanzas al Gobierno de Kiev para cumplir su deseo. Es cierto que la guerra ha convertido a Ucrania en un país que no completaría las mínimas exigencias de la adhesión, pero es Estados Unidos quien tendrá la última palabra.
Y a Washington le interesa tener a un país como Ucrania de aliado privilegiado, un eventual enemigo a las puertas para Rusia. Es una joya geoestratégica en uno de los rincones de Europa que precisan una mayor atención, junto al Mar Negro, eje de la comunicación en el este europeo, y a dos tiros de piedra del mar Caspio y sus ingentes yacimientos de petróleo y gas.
Si mañana mismo se firmara un alto el fuego, Ucrania sería un auténtico bastión armado por Occidente
A EEUU no le importa mucho que Ucrania antes del conflicto fuera el segundo país más corrupto de Europa, solo superado por la Rusia de Vladímir Putin. Si mañana mismo se firmara un alto el fuego, aunque Ucrania perdiera parte de su territorio (algo que ya considera como inevitable la Casa Blanca, a pesar del compromiso que ha comunicado Biden a Zelenski de que se garantizará la integridad ucraniana), este país sería un auténtico bastión armado por Occidente en esta guerra. Seguramente contaría con algunas de las mayores bases estadounidenses y sería capaz de inquietar incluso a sus vecinos europeos, como contrapeso en Europa Central y Oriental a la gran Alemania rearmada que surgirá también de esta contienda.
Ucrania también sería la cabeza de puente para los servicios de inteligencia occidentales liderados por la CIA de cara a una progresiva desestabilización de la Rusia de Putin. De hecho, esto empezó ya a tomar forma cuando, en 2014, la revolución del Maidán en Kiev sacó del Gobierno de Ucrania al presidente prorruso Victor Yanukovich con respaldo, cuanto menos político, de Estados Unidos y abrió las puertas del país a los servicios secretos y los asesores militares estadounidenses.
También a los empresarios, cuyo mejor ejemplo fue Hunter Biden, hijo del actual presidente de EEUU, por entonces vicepresidente del país. Hunter Biden fue entre 2014 y 2019 miembro del Consejo de Administración de la corporación de hidrocarburos Burisma Holdings, la mayor empresa de gas de Ucrania y punta de lanza de los lobbies energéticos que operan en el Congreso de Estados Unidos y que tienen en la familia Biden unos magníficos aliados. De hecho, la de este lunes ha sido la octava visita de Joe Biden a Kiev, aunque la primera como presidente de su país. No es de extrañar que Zelenski haya calificado la llegada de Biden como "la más importante visita de toda la historia de las relaciones entre EEUU y Ucrania"
Más armas y más municiones, pero de momento aviones no
La visita de Biden y su reunión con Zelenski culminan una ofensiva política de los aliados occidentales de Ucrania que tuvo su núcleo en la Conferencia de Seguridad celebrada hasta el domingo y durante tres días en Múnich, donde Estados Unidos y los países europeos manifestaron todo su compromiso para sostener el esfuerzo bélico ante Rusia.
Jens Stoltenberg (OTAN): "Debemos darle a Ucrania lo que necesita para ganar"
"Debemos darle a Ucrania lo que necesita para ganar y prevalecer como nación soberana e independiente en Europa", instó en la ciudad alemana el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien pidió un esfuerzo especial de los países europeos para fabricar munición destinada a Ucrania, que comienza a ver sus arsenales vaciarse de granadas y cohetes para su artillería.
No se habló mucho en Múnich de las demandas ucranianas de aviones de combate F-16 ni Joe Biden parece que tratara en sus conversaciones con Zelenski sobre la petición de los sistemas ATACMS de misiles tácticos. Los aviones son necesarios para apoyar cualquier contraofensiva que los ucranianos pudieran lanzar contra Rusia en los próximos meses y esos misiles ATACMS tiene un alcance de hasta 300 kilómetros, con lo cual podrían atacar a Rusia en su propio territorio y destruir bases de la aviación rusa, una de las cartas que Moscú quiere mantener a salvo para el caso de que se le complique más su campaña en Ucrania.
Una carrera contrarreloj ante la primavera
Las dos partes en guerra están inmersas en una carrera contrarreloj. Los ucranianos quieren recibir cuanto antes los carros de combate prometidos por Occidente, especialmente los Leopard 2 alemanes. No estarán listos si hay una ofensiva rusa en las próximas semanas, pero si el ataque se retrasa hasta comienzos de la primavera, la fuerza de combate ucraniana tendrá más posibilidades de detener las oleadas de nuevas tropas rusas que están siendo despachadas hacia la línea del frente, que va desde las inmediaciones de Járkov, en el norte, hasta la península de Crimea, en el sur.
Los rusos, por su parte, quieren completar el despliegue de esos cientos de miles de nuevos soldados reclutados por el edicto de Putin en el otoño pasado y dar un golpe de mano en la zona del Donbás, para asegurarse el control de esta región. Sin embargo, la ofensiva parcial lanzada contra la ciudad de Bakhmut, en la región de Donetsk, de momento no ha tenido el éxito augurado por el ejército regular ruso y los mercenarios del Grupo Wagner, que combaten en la zona.
Putin tiene previsto ofrecer un discurso sobre el estado de la nación este 21 de febrero
Vladímir Putin tiene previsto ofrecer un discurso este 21 de febrero sobre el estado de la nación ante las dos Cámaras del Parlamento ruso. El presidente debería haber pronunciado este discurso el pasado mes de diciembre, pero las circunstancias de la guerra lo fueron aplazando. Se esperaba que Putin pudiera anunciar en esta alocución y de cara al aniversario del comienzo de la guerra la noticia de la toma de Bakhmut o cualquier otra victoria sonada sobre el ejército ucraniano. No parece que vaya a ser así. No es momento para vítores en una guerra que está causando decenas de miles de muertos y heridos, y de la que no hay ni vencedores ni vencidos a estas alturas.
Biden ha señalado en su visita a Kiev que Putin está fracasando en su guerra, pero ahí se ha quedado su optimismo. La contienda se va a prolongar mucho tiempo, eso ya lo asumen en la Casa Blanca y en Bruselas, y el presidente estadounidense no ha querido lanzar un mensaje vacío de victoria. Se avecinan, ha dicho, "días, semanas y años muy difíciles".
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