Este artículo se publicó hace 16 años.
El Vaticano bendice el nuevo Gobierno de Raúl Castro
El cardenal Bertone elogia la capacidad de "diálogo" de las autoridades cubanas
Y Dios reentró en La Habana. Diez años después de la visita de Juan Pablo II a Cuba, el Vaticano volvió a pasearse por el bastión socialista más visible del mundo. El cardenal Tarcisio Bertone, ministro de exteriores de la Santa Sede y número dos de Bento XVI, ha cerrado hoy una visita cargada de más contenido político que espiritual. Y absolutamente histórica: Tarcisio entró el pasado en la Cuba de Fidel. Y salió en la Cuba de Raúl.
Pero lo más importante, al margen del oportunismo histórico, es el fortalecimiento de una relación bilateral crucial para ambas partes. Lo que hace décadas era un amor imposible, hoy en día es una dulce luna de miel. Tarcisio, más que apoyar la llegada de Raúl, ha bendecido al nuevo régimen con fuerza.
En una rueda de prensa conjunta con el ministro Felipe Pérez Roque, comunismo y catolicismo remando en una misma dirección, Tarcisio alabó la figura de Raúl Castro: "Continuará con una visión de desarrollo de Cuba, de desarrollo de las relaciones internacionales de Cuba hacia el mundo".
El Vaticano, además, recalcó en el escaparate internacional que significa la Cuba pos Fidel, que encontró en el gobierno "gran disponibilidad al diálogo y a la cooperación" tanto en temas nacionales como internacionales". Mientras se escribe esta crónica, Raúl Castro almuerza con Tarcisio Bertone. El simbolismo del primer recibimiento político internacional del nuevo gobierno cubano no se escapa para ninguna de las partes.
Doble filo
¿Qué hay detrás del "buen rollito" eclesiástico?¿Y por qué un régimen que siempre fue ateo practicante se apoya tanto en el Vaticano?¿Qué ha cambiado en Cuba para este súbito amor correspondido? Primero: las intenciones de la iglesia están muy claras. Penetrar, conquistar corazones sin fe, evangelizar. Nada de gestos gratuitos. Tarcisio (una de cal y una de arena) reclamó firmemente "libertad de movimientos en la isla".
El recado del cardenal fue clarísimo: "un Estado que quiera respetar la libertad religiosa "no puede eximirse de crear condiciones propicias para el desarrollo de la vida religiosa". Y es que Cuba es Cuba. Incluso mucho más que Cuba. La evangelización es doble o triplemente estratégica.
Mientras las iglesias evangélicas avanzan a ritmo de huracán por América Latina y la católica pierde fieles a borbotones, Cuba podría convertirse en el santo bastión del Vaticano: un reducto donde la Iglesia gane fieles cada día. Que el Dios católico conquiste el corazón de un pueblo comunista presuntamente ateo sería una victoria valiosísima para el Vaticano S.A.
Además, el catolicismo llegaría a la isla en estado puro, lejos de las desviaciones revolucionarias de la teología de la liberación made in América Latina. Los curas rojos que revolucionaron la fe en Brasil, Nicaragua, El Salvador, México o Colombia, en Cuba, nunca tuvieron peso.
Y no por escasez de libertad religiosa, pues las iglesias bautistas, ligadas a la causa negra, sí que tuvieron fuerza. Por eso, este recomenzar la reconquista de al fe desde 0 es atractivo para el Vaticano.
Rojo que te quiero rojo
Pero, sin lugar a dudas, quien más tiene que ganar en este amor a segunda vista, es el Gobierno cubano. Que el Vaticano bendiga el nuevo Gobierno y, sobre todo, que reconozca la voluntad de cambio y de diálogo del benjamín de los Castros, es el mejor regalo con el que se podría encontrar Raúl. De hecho, Cuba le ha sacado al Vaticano, en ajustada partida de póquer de intereses, un compromiso para luchar contra el bloqueo estadounidense.
Tarcisio Bertone, tal como lo viene haciendo la Santa Sede desde 1962, criticó el bloqueo. Incluso lo definió como "éticamente inaceptable". Hasta qué punto se va a comprometer el Vaticano en el derribo del bloqueo es, de momento, todo un misterio/dogma.
Además, el Gobierno cubano, seguirá entonando el rojo que te quiero rojo. Y sabe que quien juega en casa, gana. El catolicismo no tiene mucha fuerza en la isla. Después del espejismo liberador de la visita de Juan Pablo segundo (cuando millones de cubanos salieron presuntamente del armario del ateismo), casi no ha crecido.
La propia Conferencia Episcopal de Cuba reconoce que apenas existen 300.000 católicos practicantes en la isla. El sincretismo africano prima sobre el santo purismo vaticano. El Vaticano, en definitiva, puede abrir pocas fisuras en el socialismo cubano.
Por eso, Cuba también ha aceptado las peticiones de la Iglesia. Y soporta con tranquilidad las peticiones de liberación de presos políticos. Días después de que Juan Pablo II pisase Cuba fueron liberados 19 presos políticos. Unos días antes de la visita de Tarcisio Bertone, 4 presos políticos fueron liberados.
Pero más como símbolo con España y la comunidad internacional. ¿Liberará Cuba al resto grupo de los 75 después de la santa visita? Puede ser. Pero si lo hace, es más probable que lo haga por voluntad propia y aperturismo que por intereses religiosos.
Un pequeño flashback explica todo, principalmente la inteligencia/oportunidad del régimen cubano. El jueves 21 Bertone ofició una misa en la mismísima catedral de La Habana, arropado de los pesos pesados del régimen.
Las calles que rodean la catedral estaban cortadas. Y unas enormes pantallas transmitían la misa en varios rincones de la Habana Vieja. Pero no había nadie. 0 expectación. "Si Juan Pablo II no cambió nada, menos este cardenal que nadie conoce", afirma a Público un jubilado cerca de la catedral.
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