Este artículo se publicó hace 3 años.
La UE y Marruecos cierran filas: implicaciones y consecuencias del fallo europeo sobre los acuerdos con el Sáhara
La respuesta de Rabat al varapalo judicial es muy distinto al que esbozó en 2016, cuando suspendió los contactos diplomáticos con los europeos en forma de represalia. Todo hace prever que el Consejo de la UE recurrirá los históricos fallos de la Justicia
María G. Zornoza
Bruselas-
Se trata de una sentencia "histórica", ha celebrado el Frente Polisario. El Tribunal General de la UE (TGUE) ha tumbado los acuerdos comerciales entre Bruselas y Rabat que incluyen al Sáhara Occidental, un movimiento que podría desatar un tsunami en las relaciones económicas y diplomáticas entre Marruecos y la UE. Pero, ¿qué ocurrirá ahora? ¿Cuáles son las implicaciones inmediatas? ¿Qué papel juega España, el socio europeo más afectado y más leal?
"La primera conclusión es que las sentencias son una constatación de que el conflicto del Sáhara Occidental no está resuelto (...) Es un conflicto latente con una disputa territorial, pero sobre todo legal , que no está decantado para un lado ni para el otro. Esto a Marruecos le genera irritación y frustración", explica a Público Haizam Amirah Fernández, investigador principal para el Mediterráneo y el Mundo Árabe del Real Instituto Elcano.
De momento, tanto el acuerdo agroalimentario como el de pesca seguirán funcionando a pleno pulmón. La corte de Luxemburgo ha dado el tiempo de gracia de dos meses para "preservar la acción exterior de la UE" y para garantizar "la seguridad jurídica". El Consejo de la UE, formado por los Estados miembro, cuenta con dos meses y diez días para recurrir la sentencia ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), que es la máxima instancia judicial europea. No hay duda de que presentará sus recursos de alegación, lo que da un margen de varios meses hasta la decisión final.
La corte de Luxemburgo ha dado el tiempo de gracia de dos meses para "preservar la acción exterior de la UE"
La estrategia europea es preservar a toda costa sus buenas relaciones con Marruecos. Buena cuenta de ello da el comunicado conjunto que la diplomacia comunitaria y el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí han publicado minutos después de conocer el fallo del TGUE. La reacción estaba más que preparada y los canales diplomáticos de apoyo a Rabat también.
En paralelo, la respuesta del país que dirige Mohamed VI ha sido sosegada. Y muy diferente a la que espetó cuando la Justicia europea emitió un fallo desfavorable sobre los acuerdos de liberalización en 2016 con el mismo argumento: los acuerdos no pueden aplicarse a un territorio que está pendiente de descolonización. Por aquel entonces, Rabat reaccionó con furia suspendiendo los contactos con las instituciones europeas.
¿Por qué esta vez es diferente?
En términos geopolíticos, la decisión de Donald Trump a aceptar la soberanía marroquí sobre el Sáhara ocupado a cambio de la normalización en las relaciones con Israel tiene una doble vertiente. En su momento fortaleció a Rabat, pero su aplicación práctica es más complicada. La ONU continúa denominando a la ex colonia española como un territorio no autónomo. Washington se quedó aislado en su decisión y está ahora en tierra de nadie a esperas de los movimientos de la nueva Administración liderada por Joe Biden. Ni Naciones Unidas, ni la UE ni la Liga Árabe siguieron sus pasos.
"Si cortase relaciones con la UE, Marruecos se dispararía en el pie", señala Amirah Fernández
En paralelo, Marruecos ha tenido un conflicto diplomático con la vecina Argelia. Y muchos frentes abiertos que han tensado la cuerda con países europeos como Alemania o Francia. El contexto para asfixiar las relaciones con la UE no es el más favorable. Además, tras la crisis ceutí obtuvo una respuesta firme de las instituciones europeas que probablemente no esperaba. El propio Parlamento Europeo aprobó su primera resolución de condena al reino alauí desde 1996. Y todo hace prever que ahora medirá mejor sus pasos con su principal socio económico, comercial o inversor. "Si cortase relaciones con la UE, Marruecos se dispararía en el pie", señala Amirah Fernández.
La diplomacia a pleno rendimiento
No se espera, por tanto, que tras la actual sentencia se desate una crisis diplomática de calado. Bruselas y Madrid han tranquilizado a Rabat: tiene su garantía de que su relación bilateral es cuestión de prioridad absoluta. A pesar de que este varapalo de Luxemburgo llega en un momento de confianza mermada a ambos lados del Estrecho por la reciente crisis de Ceuta, España y Europa maniobrarán para preservar los acuerdos actuales haciendo equilibrismo por la delgada línea jurídica de las sentencias.
Hay que recordar que en ocasiones anteriores, en 2016 y en 2018, la Justicia europea ya había establecido que los acuerdos agrícola y pesquero que la UE y Marruecos podían seguir su curso solamente si contaban con el beneplácito del pueblo saharaui. La reacción de la Comisión Europea fue establecer enmiendas a los mismos y crear una suerte de nuevos acuerdos, que contaron con el beneplácito del Parlamento Europeo.
Así, Bruselas entabló negociaciones con miembros de la sociedad civil de la ex colonia española. Y esta es la clave de la sentencia que ha visto la luz: el TGUE afea a las instituciones europeas que estas no tenían la legitimidad de hablar en nombre del pueblo saharaui. Sí da esta legitimidad como actor "autónomo" y "responsable" al Frente Polisario, representante legítimo reconocido por la ONU. Por tanto, la Justicia europea estima que los acuerdos fueron impuestos al Sáhara Occidental –cuyas aguas suman más del 90% de las capturas de los buques europeos- sin su consentimiento.
La sintonía entre Bruselas y Rabat frente a esta explotación de los recursos saharauis se muestra también en que ambos utilizan la misma argumentación: los acuerdos en cuestión son positivos para el desarrollo económico de la parte ocupada. Poco antes de conocer el resultado de la sentencia, el presidente de la Confederación General de Empresas de Marruecos (CGEM), Chakib Alj, aseguraba que es la población saharaui "la que se beneficia de lo que hacen los operadores privados allí". "Beneficia directamente a la población, así que si pierden la confianza (las empresas) no van a invertir y las consecuencias las va a pagar la población", argumentó, en declaraciones que recoge la agencia EFE.
El papel fundamental de España
"España es el mejor socio que Marruecos tiene dentro de la UE para defender sus intereses estratégicos", señaló Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, en mayo, con los últimos coletazos de la crisis ceutí. El país ha sido históricamente el gran valedor, escudo y ojos en Bruselas de Marruecos. Una máxima que se ha mantenido independientemente del color de partido que habitase La Moncloa. Las cuestiones geográficas, los lazos históricos o los intereses comerciales lo explican. El país es el más afectado por la anulación de los comercios: 93 de los 128 buques europeos que faenan las aguas del Sáhara Occidental tienen bandera española.
Así, el país fue junto a Francia el único Estado miembro en personarse contra los recursos del Frente Polisario en las vistas orales celebradas el pasado mes de marzo. "España ha defendido los intereses de Marruecos en muchos asuntos espinosos. Tanto en Bruselas como en Estrasburgo o Nueva York. Y esto Rabat lo sabe", concluye el investigador de Elcano.
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