Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea escenificaron ayer un nuevo bloqueo a la entrada de Turquía en el club comunitario. España, Reino Unido e Italia, entre otros países, volvieron a criticar el punto muerto en el que Francia, Chipre y Grecia, con la complicidad de Alemania, mantienen al proceso de integración en la UE. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, propuso establecer una relación estrecha con Ankara fuera del proceso de adhesión, el marco a priori más obvio. Francia y Chipre mantienen bloqueada la negociación de varios capítulos en el proceso de integración, algo que no se le escapa a Catherine Ashton, la Alta Representante para la política Exterior.

Para Ashton, que considera el referéndum de hoy como un gran esfuerzo de acercamiento a la UE, 'no se trata de poner a Turquía en la sala, como miembro número 28', sino de 'ver cómo podemos trabajar de manera más efectiva en las áreas comunes'.

Asuntos como la influencia turca en Oriente Próximo, el Cuerno de África o el Golfo Pérsico son de vital importancia para los Veintisiete. 'Incluso aquellos países que tienen profundas reservas reconocen quizás más que antes la importancia estratégica de Turquía para la UE', en palabras de Carl Bildt, ministro de Asuntos Exteriores sueco, para quien el precio de alejarse de Turquía es demasiado alto.

El jefe de la diplomacia turca, Ahmet Davutoglu, fue invitado a un desayuno con sus homólogos europeos, a los que pidió que se desbloqueen las negociaciones de adhesión. 'Turquía no aceptará jamás ningún sustitutivo o alternativa al proceso de adhesión', advirtió.