Bruselas
Actualizado:"Rusia ha dejado claras sus intenciones: la guerra continúa. Habla vagamente sobre conversaciones de paz y luego bombardea a civiles. En este momento las ciudades ucranianas están bajo ataque". Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, se desmarca de las presiones que están surgiendo al otro lado del Atlántico para que Vladimir Zelenski se muestre más proclive a abrir negociaciones de paz con Rusia y poner así fin a una guerra que se adentra ya en su noveno mes.
Durante los últimos días han salido a la luz diferentes informaciones que apuntan a que el Gobierno de Joe Biden estaría presionando a Kiev para que mostrase una mayor disposición a sentarse en la mesa de diálogo. Bill Burns, jefe de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), se habría reunido con su homólogo ruso esta semana en Turquía.
Desde el inicio de la invasión rusa, la estrategia de Occidente con Ucrania ha sido abastecerla de armas para que resistiera el embate de Putin y para que llegase lo más fuerte posible a la futura mesa de negociación. La llegada del invierno, la caída de Jersón y la situación en el campo de batalla podrían generar una oportunidad para abrir una vía de diálogo que ha brillado por su ausencia durante toda la disputa. Según el propio Borrell, Rusia ha perdido el 50% del territorio conquistado desde el 24 de febrero. El buen escenario sobre el terreno para Ucrania parece haber empujado a la Casa Blanca a insistir a Zelenski a que muestre algún tipo de interés para hablar con Moscú. Pero los europeos no han recogido este testigo.
Según recogen los medios estadounidenses, el secretario de seguridad nacional Jake Sullivan habría transmitido este consejo a Zelenski. Washington argumenta que la opinión pública de muchos aliados es cada vez más reacia a apoyar una guerra que no da visos de concluir. Especialmente cuando está sufriendo consecuencias tan punzantes en sus bolsillos. La inflación de la Eurozona pulveriza mes tras mes un nuevo récord y en octubre se situó en un histórico 10,7%.
El hastío de la guerra y las graves consecuencias que está dejando en las economías globales está haciendo que muchos Gobiernos se muestren menos entusiastas con el mantenimiento de la contienda. Hungría asegura que no apoyará más sanciones europeas contra Rusia. Y también se opone a financiar con deuda común los 18.000 millones de euros que Bruselas ha prometido este año a Kiev para la sostenibilidad de sus fianzas.
A todo ello se une el desabastecimiento que los Ejércitos nacionales de la UE están teniendo. El trasiego de armas a Kiev ha sido una constante. La UE y sus Estados miembros han invertido hasta 8.000 millones de euros para este cometido en poco más de ocho meses. Y el jefe de la diplomacia europea ha asegurado este martes tras el Consejo de Defensa celebrado en la capital comunitaria que en los próximos tres años, la UE necesitará 70.000 millones de euros para modernizar sus Fuerzas Armadas.
Diálogo enfriado
En tiempos de guerra, las perspectivas y llamadas a la paz han sido las grandes ausentes. La mayoría de líderes europeos han adoptado las posturas de los socios más halcones como Polonia, Finlandia o Lituania. La UE se ha erigido durante la guerra como uno de los actores indirectamente implicados más firmes y belicistas contra Putin. Pero los mensajes hacia la apertura de negociaciones de paz han estado ausentes. La Italia de Mario Draghi propuso un plan de paz ante la ONU que cayó en saco roto. Los tímidos esfuerzos impulsados por Alemania o Francia no han dado ningún resultado. Y el único país de la OTAN que se ha erigido como mediador e interlocutor de Putin ha sido la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.
El rotativo The Wall Street Journal recoge que los estadounidenses están presionando a Kiev para que se replantee el comienzo de las negociaciones de paz de cara a un general invierno que amenaza con frenar su avance en el campo de batalla. El propio Sullivan le habría pedido al equipo de Zelenski que comience a pensar en "demandas y prioridades realistas" de cara a futuras negociaciones, incluyendo la reconsideración de recuperar la península de Crimea, anexionada en 2014.
La retirada de Jersón es descrita en Bruselas como un "punto de inflexión" en la guerra
La retirada de Jersón es descrita en Bruselas como un "punto de inflexión" en la guerra. Es la capital más importante que dejan los rusos. Pero en la capital comunitaria se distancian de lo que podría ser una nueva ventana hacia la negociación. Al menos públicamente. Durante los dos días que ha durado el Consejo de Asuntos Exteriores en Bruselas, el mensaje que se ha impuesto por buena parte de las capitales es el de que solo corresponde a Ucrania decidir los términos bajo los que desea sentarse a negociar.
"Será Ucrania quien decida qué hacer. Nuestra intención es seguir apoyándole", ha afirmado Borrell en rueda de prensa, el mismo día que la UE ha puesto en marcha su primera misión de entrenamiento al Ejército ucraniano. "He pedido a mis socios a que ayuden a Ucrania a conseguir la paz bajo sus propias condiciones", ha señalado el ministro lituano Gabrielius Landsbergis. En la misma línea se ha pronunciado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, al asegurar que la decisión no se va a tomar "ni en Bruselas ni en ninguna capital de la OTAN".
El mantra que se replica en las capitales occidentales es que no impondrán ninguna hoja de ruta a Zelenski. Pero todos los actores de la partida de ajedrez son conscientes de que el apoyo ingente de material humanitario, capital político y recursos financieros y armamentísticos que la UE y EEUU están otorgando a Ucrania no son a coste cero. Cuando tose Washington, Kiev se resfría. Buena muestra de ello es que el presidente ucraniano parece haber dado más espacio al diálogo en los últimos días, como le pedía su aliado en la Casa Blanca. "Zelenski ha demostrado de nuevo liderazgo tras dejar claro que está preparado para la diplomacia hacia un final justo de la guerra que ha empezado Rusia. La respuesta rusa ha sido otra ola de misiles", ha reaccionado Anthony Blinken, secretario general de EEUU, a través de Twitter.
Sin embargo, las voces ucranianas de las últimas horas dejan de facto poco espacio al optimismo para un compromiso sobre la paz. Coincidiendo con la reunión del G20 que se celebra esta semana en Indonesia –y a la que Putin no ha asistido-, el presidente ucraniano ha enumerado sus condiciones para este diálogo y dilapidando las sugerencias de algunos de sus socios para renegociar sus fronteras con Moscú. A través de una intervención por videoconferencia, ha asegurado que la lucha continuará hasta que todas las fuerzas rusas abandonen su país, todos los prisioneros de guerra sean liberados o se garantice la sostenibilidad de su sistema energético, que ha sido destruido en un 40%.
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