La UE despliega un torrente diplomático con China: tras Sánchez irán también Von der Leyen, Borrell o Macron
Las turbulencias financieras reavivan el debate para completar la Unión Bancaria con España pujando para que se establezca el Fondo de Garantía de Depósitos.
María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
Los 27 líderes de Estado y de Gobierno han celebrado su cumbre europea de primavera en un momento de huracán geoeconómico. China, las turbulencias del sistema financiero y el volantazo de Alemania con los coches son los tres debates que han monopolizado una doble jornada en la que apenas ha habido decisiones concretas, pero sí mucho debate de calado.
El presidente español, Pedro Sánchez, llegaba el jueves a Bruselas con el anuncio de su viaje a China el próximo jueves y viernes. La visita al gigante asiático se producirá apenas una semana después del encuentro del presidente chino, Xi Jinping, con su homólogo ruso en Moscú, donde ambos líderes escenificaron su "amistad sin límite" y estrecharon sus vínculos económicos. Tras la certificación de este bromance, la prioridad europea no solo se centra en que Pekín ayude a dibujar la arquitectura de paz en Ucrania, sino en que no azuce la guerra vendiendo armas al Kremlin.
China es el aliado más valioso de Putin en la arena internacional. Es el gran rival económico de Estados Unidos. Y es para la Unión Europea un competidor y un socio al mismo tiempo. En Bruselas son conscientes de que necesitan al gigante asiático de su lado en desafíos globales como el cambio climático y reconocen el papel privilegiado que el país tiene como mediador en la guerra en Ucrania.
La reunión Xi-Sánchez se enmarca en el 50 aniversario de la relación bilateral de ambos países y a tres meses de que arranque la Presidencia del Consejo de la UE. La visión de La Moncloa sobre el encuadre de China en el nuevo orden global tiene su espejo en la estrategia que Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, lleva defendiendo desde hace tiempo. Ni Madrid ni Bruselas creen que el plan de paz de 12 puntos presentado recientemente por Xi Jinping pueda considerarse una propuesta seria y equilibrada. Reconocen que tiene partes muy interesantes, como la llamada a la distensión nuclear o las referencias a la protección de la soberanía territorial ucraniana, pero no compran otros puntos –que no concretan-. "Quiero conocer de primera mano la posición del Gobierno chino sobre la guerra, pero no hay que olvidar que cualquier solución al conflicto debe contar con el apoyo de Ucrania y respetar la carta de Naciones Unidas", ha señalado en rueda de prensa.
Si Sánchez anunciaba la visita oficial al inicio del Consejo, a su final han sido Ursula von der Leyen y Josep Borrell quienes han comunicado que seguirán estos pasos. La presidenta de la Comisión Europea se unirá a Emmanuel Macron, presidente francés, en su viaje al país asiático el próximo 4 de abril. Mientras que Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, se sumará a este torrente diplomático con una visita que todavía carece de fecha y que confirma Europa Press. También Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, cuenta con una invitación de las autoridades chinas en lo que es un plan de Pekín para tomar la temperatura a las principales potencias europeas. El canciller alemán Olaf Scholz fue el primero en abrir camino con una polémica visita el pasado noviembre empañada por la deriva autoritaria de Xi y por las estrechas relaciones económicas entre ambos.
Desde entonces ha ido calando la idea de que China tiene una carta de presentación privilegiada para ejercer influencia sobre Rusia y para poner fin a la guerra. Desde el inicio de la invasión rusa a su vecino, hace hoy 13 meses, la apuesta por la paz y la diplomacia ha sido la gran ausente. Actualmente ha tomado algo de impulso, pero la sensación es que Moscú y Kiev no están cerca de sentarse juntos en una mesa de negociación. Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, ha presentado su propio plan de paz, pero ha sido muy cuidadoso a la hora mantener un tono constructivo con Pekín y mantener todos los canales abiertos. El calendario con el que juega Kiev es concluir la guerra este año, aunque muchos analistas coinciden en que los planes del Kremlin pasan por un conflicto de desgaste extendido en el tiempo.
Turbulencias financieras
El de marzo estaba llamado a ser un Consejo Europeo con acento económico. La quiebra de tres bancos estadounidenses, encabezada por el Silicon Valley Bank, ha desatado el pánico de los mercados mundiales. La réplica se había frenado en la caída del Credit Suisse, pero este viernes las acciones del gigante Deutsche Bank, la mayor entidad germana, han caído un 14% arrastrando al resto de bolsas europeas.
Mientras esta noticia se desarrollaba, los líderes europeos escuchaban el análisis del sistema financiero europeo actual de la mano de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Según fuentes europeas, el mensaje de la francesa se ha centrado en resaltar la resiliencia de la banca europea y su favorable posición de liquidez. Los europeos se jactan de que las entidades europeas están mucho mejor supervisadas que las norteamericanas, que sufrieron un proceso de desregularización durante la época de Donald Trump. "El mensaje central es que Europa ha aprendido de las lecciones extraídas de la crisis anterior. Donde hubo división hoy hay unidad. Donde hubo recetas de austeridad ahora hay solidaridad", ha explicado Sánchez al final de la cita.
Así, el mensaje que sale es de tranquilidad. Los líderes de las instituciones europeas ni siquiera han celebrado una rueda conjunta para explicar los resultados de la cumbre del euro. La estrategia es hablar de ello, pero no demasiado. Y transmitir imagen de calma ante un sector que no atiende de previsibilidad o racionalidad, sino de emociones y temores. En términos prácticos, la jornada económica del viernes se resumen en una mera llamada a completar la Unión Bancaria, un proyecto vigente desde 2012 pero que continúa bloqueado. España ha enfatizado dentro de la sala la necesidad de establecer un Fondo de Garantía de Depósitos que mancomune el riesgo, pero Alemania no está dispuesta a levantar su nein. Incluso en tiempos de turbulencias financieras como la actual.
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