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Ucrania pasa a la iniciativa en la guerra con una incursión masiva en territorio ruso

La masiva incursión ucraniana en la región rusa de Kursk da a Kiev la iniciativa militar y presiona a Occidente para que le permita bombardear Rusia con sus misiles.

15 de junio de 2024.El presidente Zelenski en una conferencia durante la cumbre de paz, celebrada este 15 de junio.
Imagen de archivo del presidente ucraniano Zelenski durante la cumbre de paz del 15 de junio. Presidencia de Ucrania. / Europa Press.

La incursión de centenares de efectivos ucranianos apoyados por una treintena de tanques y carros blindados en la región de Kursk, en la Federación Rusa, apunta la dirección que puede tomar la guerra de Ucrania en los próximos meses si Occidente permite además el uso de sus misiles contra territorio ruso.

Ante su incapacidad para reconquistar las áreas anexionadas y ahora fortificadas por Rusia en el este y sur de Ucrania (casi una quinta parte del país), la estrategia ucraniana desplegada en Kursk apuesta por atacar con rápidas incursiones terrestres apoyadas por drones las zonas de la frontera rusa menos protegidas y abrir brechas en territorio enemigo que obliguen a Moscú a replegar tropas de otros puntos del frente.

Kiev confía en que pronto sean misiles occidentales los que le permitan alcanzar aeródromos y otras instalaciones militares críticas en territorio enemigo, pero para ello debe mostrar a sus aliados que aún puede tomar la iniciativa militar, como ha hecho en Kursk.

Antes se habían producido incursiones de comandos y pequeñas unidades ucranianas en territorio ruso, pero la razia lanzada este martes ha sido más contundente y se ha producido en un contexto bélico en el que parecía poco probable que el ejército de Moscú se viera sorprendido.

En marzo hubo un ataque ucraniano similar, en Kursk y Bélgorod, aunque menos nutrido. Las fuerzas ucranianas, con apoyo de paramilitares rusos rebeldes a Moscú, tuvieron que retirarse finalmente dejando atrás decenas de muertos.

Putin afirmó que el ataque ucraniano había sido "una provocación a gran escala"

En la incursión de este martes, protagonizada por entre 300 y un millar de soldados ucranianos, según las diversas fuentes, murieron un número indeterminado de efectivos de ambas partes y al menos cinco civiles. Los medios de Rusia indican que también participaron unidades de paramilitares rusos contrarios al Kremlin, aunque ese punto es negado por Kiev.

Miles de civiles a ambos lados de la frontera, tanto en Ucrania como en Rusia, fueron evacuados, lo que apunta a que la confrontación podría alargarse o incluso, como afirman algunos blogueros militares rusos, abrirse un nuevo frente bélico.

Objetivo la terminal gasística de Sudzha

La incursión fue lanzada el martes, pero este miércoles aún continuaban los combates con unidades ucranianas avanzando hacia el noroeste de la ciudad fronteriza de Sudzha, 530 kilómetros al suroeste de Moscú. Al tiempo, tropas rusas fueron desplazadas hacia el lugar de los enfrentamientos.

Sudzha es el último punto operativo de transbordo de gas natural ruso hacia Europa a través de Ucrania. Aunque en Europa se afirma una y otra vez que no llega ya nada de gas ruso por las sanciones a Moscú, la realidad es otra. El gasoducto Urengoy-Pomary-Uzhhorod transportó alrededor de 14.650 millones de metros cúbicos de gas en 2023, es decir casi la mitad de las exportaciones de gas natural de Rusia a Europa.

Ucrania ya ha apuntado a este suministro de gas como un objetivo bélico y solo la presión de sus aliados europeos ha impedido el corte total de los envíos, imprescindibles para países como Eslovaquia o Hungría.

Putin convoca a su gabinete de seguridad

La situación ha sido de suficiente gravedad como para que el presidente ruso, Vladímir Putin, convocara varias reuniones de urgencia de la cúpula del Kremlin.

En la más importante participaron el ministro de Defensa, Andréi Belóusov; el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú; el director del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antigua KGB), Alexánder Bortnikov, y el jefe del Estado Mayor del ejército, general Valeri Gerásimov, quien asistió al encuentro por videoconferencia.

Putin afirmó que el ataque ucraniano había sido "una provocación a gran escala" por parte de Kiev al elegirse como blanco objetivos civiles. Muchos blogueros militares rusos han indicado que Ucrania intenta abrir un nuevo frente o al menos impedir que Rusia rompa sus líneas de defensa en el norte.

Otros analistas subrayan que se trata de una huida hacia delante del Gobierno de Kiev ante la cercanía de las elecciones presidenciales estadounidenses y la posibilidad de que pueda ganar el expresidente Donald Trump, quien ha prometido que concluirá la guerra en cuestión de días.

La ofensiva intenta impedir que los rusos abran otra brecha 

Desde el punto de vista militar, la magnitud de la incursión ucraniana en Kursk supone una novedad y se produce en un momento de máximo peligro para las fuerzas que defienden el norte de Ucrania. El ejército ucraniano no da más de sí tras la apertura en mayo del frente de Járkov por el ejército ruso y la incesante presión y captura de territorio en el este de Ucrania por los efectivos del Kremlin, en la región de Donetsk.

Ahora, además, existe la posibilidad de que se produzca una nueva ruptura de las líneas ucranianas en la zona de Sotnytskyi Kozachok, también en la región de Járkov. Allí, en el lado ruso de la frontera, se están concentrando tropas rusas desde hace días.

La ofensiva lanzada esta primavera por los rusos sobre las localidades de Vovchansk y Hliboke, y sus alrededores, ha permitido al Kremlin establecer una cabeza de puente en Járkov. Si se produjera otra ofensiva al oeste de estas ciudades, en Sotnytskyi Kozachok, la propia capital de la región de Járkov, del mismo nombre, podría verse amenazada.

Esta situación sería catastrófica para la resistencia ucraniana, pues por el este continúa también la presión rusa sobre la ciudad de Kupianks, la puerta oriental hacia Járkov.

Kiev quiere atacar el interior de Rusia, pero Occidente duda

Ucrania reclama a sus aliados occidentales no solo armas de largo alcance, que ya le están siendo proporcionadas y que está utilizando el ejercito ucraniano, sobre todo misiles estadounidenses ATACMS y británicos Storm Shadow. También quiere el permiso para atacar el interior de Rusia con esos misiles. Estados Unidos, el principal suministrador de armas de Ucrania, no ha dado ese permiso, pues teme una escalada que acabe involucrando más aún a la OTAN en la guerra.

Moscú ya ha avisado de que el uso de esos misiles de largo alcance contra ciudades rusas o el ataque por aviones cazabombarderos de objetivos en la Federación Rusia podrían ser considerados como una agresión occidental directa, sobre todo si las naves de combate son mantenidas y reparadas en aeródromos de los países de la OTAN vecinos de Ucrania.

De momento no están plenamente operativos los pocos F-16 entregados por algunos países europeos a Ucrania y que han llegado a este país en las últimas semanas. Tampoco parece que vayan a ser muy efectivos contra las unidades aéreas rusas que controlan los cielos fronterizos.

Pero si el ejército ucraniano puede con los misiles de largo alcance occidentales destruir los aeródromos rusos situados a centenares de kilómetros de la frontera, esta acción sí podría tener un efecto disuasorio para contener la intención de Moscú de ampliar ese frente septentrional.

Bombas planeadoras rusas versus drones ucranianos

Desde esos aeródromos despegan los aviones de combate rusos que lanzan las bombas planeadoras, el arma protagonista, para desgracia de Kiev, en este tercer año de guerra en Ucrania.

Lanzadas a gran distancia desde aviones que no llegan a invadir los cielos ucranianos, este tipo de bombas pesadas son muy difíciles de interceptar por las baterías antimisiles ucranianas y su efecto es devastador en las líneas defensivas en torno a Járkov, especialmente contra las fortificaciones y agrupaciones de infantería.

Hasta el momento los principales ataques del ejército ucraniano contra esos aeródromos e instalaciones de la aviación militar rusa han sido realizados con drones. Esta semana, el ataque con esos dispositivos de un aeródromo ruso a 265 kilómetros de la frontera consiguió destruir en Morozovsk un bombardero ruso Su-34 y dañó otras dos aeronaves similares, además de un arsenal de munición.

Otros bombardeos con drones han llegado a dañar aviones de combate rusos incluso a 1.800 kilómetros de distancia de la frontera común. Sin embargo, los menores efectos destructivos de estos aparatos se ven condicionados por la limitada cantidad de explosivos que pueden portar y a la facilidad con la que pueden ser derribados si son detectados a tiempo.

Kiev busca ganar capacidad de negociación

Ucrania podría estar buscando ganar tiempo con esta incursión de Kursk ante las elecciones presidenciales estadounidenses, salga quien salga vencedor en estos comicios, y así colocarse en una mejor posición ante unas potenciales negociaciones con Rusia que podrían tener lugar en ese mismo mes de noviembre.

En ese mes, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya ha indicado su intención de convocar una nueva cumbre de paz internacional sobre Ucrania similar a la celebrada en junio pasado en Suiza, pero esta vez invitando a Rusia a participar.

Pero Moscú ha dejado muy clara su posición, consolidada en su mayor fuerza militar sobre el terreno. Así, este martes el Kremlin recordó el draconiano plan que Putin lanzó a Ucrania para negociar y que incluía la retirada ucraniana de los territorios anexionados durante la invasión, en concreto de las zonas aún no conquistadas por el ejército ruso, y la renuncia de Kiev a sus planes de integrarse en la OTAN.

"La insistencia del régimen de Kiev en la ilusión de que los europeos organicen otra bonita cumbre para la paz en la que sus problemas internos se solucionarán por sí solos le saldrá caro al pueblo ucraniano", afirmó el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú.

En todo caso, noviembre puede ser un punto de inflexión en la guerra lanzada por Rusia el 24 de febrero de 2022. Los dos contrincantes están tomando posiciones de cara a ese momento y Occidente empieza a darse cuenta de las implicaciones que para la paz o para la continuación del conflicto pueden tener sus propios movimientos, sabedor de que no es tanta la ayuda militar que puede prestar y de que el tiempo se echa encima y que será ineludible tratar con Moscú directamente.

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