Este artículo se publicó hace 14 años.
Testigos de cargo en las filas del ejército israelí
Soldados judíos cuentan a sus compatriotas las arbitrariedades de la ocupación
Eugenio García Gascón
Un destacamento de soldados patrulla por el pueblo palestino de Yatta, justo al sur de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Su misión consiste en hacer, sin razón alguna que lo justifique, una "demostración de presencia", que en este caso consiste en disparar contra las viviendas palestinas, las ventanas, los depósitos de agua que hay en los tejados, los paneles de energía solar y los contenedores de basura.
En otra ocasión, todo un batallón ocupa un pueblo a las 2 de la madrugada, sin ningún motivo aparente, simplemente como "demostración de presencia". Entran en todas las casas. En el colegio del pueblo habilitan un aula para los interrogatorios del Shin Bet, los servicios secretos. "La gente se moría de miedo. La niñas se hacían pis encima. Había una atmósfera fanática entre los soldados, como si dijeran: Vamos a acabar con ellos", recuerda un militar israelí.
La ONG Rompiendo el Silencio publica un libro con 180 relatos de militares
El objetivo de una tercera misión era confiscar armas, pero en el pueblo no encontraron ninguna, así que los soldados se llevaron los cuchillos de cocina. Un soldado sustrajo además 20 shekels (4 euros). "Los soldados entraban en las casas buscando qué podían robar, pero la gente del pueblo era muy pobre. Aun así, los soldados robaban cualquier cosa que encontraban a su paso", recuerda otro soldado.
Estos son tres de los cientos de testimonios que la ONG israelí Rompiendo el Silencio recoge en su último libro, Ocupación de los territorios: testimonios de los soldados israelíes 2000-2010, donde un centenar de soldados narran sus experiencias en Cisjordania y Gaza desde el inicio de la segunda intifada.
La publicación ha seleccionado 180 testimonios de 101 soldados, de entre las 730 entrevistas que se han realizado con soldados y veteranos que voluntariamente se han prestado a esta iniciativa con la que la organización pretende trasladar a la sociedad israelí el sentimiento de una parte del ejército crítica con la ocupación.
Los testimonios revelan una táctica para mantener a la población aterrada
Con esta edición, Rompiendo el Silencio se aparta de sus publicaciones anteriores, que siempre eran sobre temas específicos. La de ahora aborda la ocupación en general, la vida cotidiana de quienes banalmente ejecutan a diario las órdenes de sus superiores relativas a los palestinos y a los colonos israelíes, aunque los militares no tienen jurisdicción sobre los colonos judíos.
El texto está acompañado por una serie de mapas y fotografías. Llama la atención una foto de un soldado armado con un fusil de asalto de cuya espalda cuelga una gran cacerola de aluminio que los militares usan para sembrar el miedo golpeándola rítmicamente por la noche y la madrugada en las aldeas palestinas, como si de una cacerolada argentina se tratara. Los militares también denominan a esta actividad "demostración de presencia".
Expansión de las coloniasEn la situación actual, Israel justifica la ocupación por considerarla como un status quo ventajoso para sus intereses y en realidad así es, puesto que la ocupación permite la expansión constante de las colonias judías en Cisjordania. Cada año que transcurre, la presencia israelí se va asentando más y más, y se va convirtiendo en más irreversible, tanto a los ojos de la opinión pública israelí como a los de la comunidad internacional y de los mismos palestinos.
De las declaraciones de los soldados se deduce que el día a día de la ocupación es a menudo "irracional". Pero es una irracionalidad deliberada que tiene el propósito de "desconcertar permanentemente a los palestinos" y establecer un "control absoluto" sobre sus vidas, comenta el ex sargento Yehuda Shaul, director de Rompiendo el Silencio. "Los soldados en ningún momento actúan como si la ocupación fuera temporal, sino como si fuera algo que va a durar toda la vida".
Pese a que la separación entre judíos y palestinos tiende a ser total, como se desprende de la construcción del muro, existe una separación todavía más dañina, que es la que mantiene lejos a unos palestinos de otros mediante los controles militares que el ejército ha establecido en los territorios ocupados, unos controles que pueden ser fijos o móviles de manera deliberadamente aleatoria e "irracional".
Las discusiones diarias sobre el proceso de paz, un proceso inexistente, ocultan lo que ocurre en el día a día de la ocupación y esto es justamente lo que pretende sacar del olvido el libro de Rompiendo el Silencio con sus cuatro extensos capítulos, en los que como denominador común se destaca el miedo que los soldados inyectan en los palestinos, sin distinguir a los "buenos" de los "malos".
El volumen concentra muchos testimonios de gran interés de soldados que participaron en la represión de la segunda intifada a lo largo y ancho de todos los territorios ocupados y que ayudan a comprender el funcionamiento del sistema de la ocupación: un cúmulo de decisiones aparentemente "irracionales" que marchan con la precisión de un reloj suizo.
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