La escuela número 1 de Borodianka, una localidad de unos 13.000 habitantes a menos de 60 kilómetros al noroeste de Kiev, se convirtió en el campamento base de las tropas rusas durante todo marzo de 2022. La columna que trataba de avanzar sobre la capital ucraniana acabó disparando desde ese lugar contra los soldados ucranianos que trataban de frenarlos.
En junio, meses después de la retirada rusa del frente de Kiev, un grupo de investigadores de Human Rights Watch visitó el edificio, gravemente dañado por la artillería ucraniana. Las paredes que quedaban en pie todavía conservan los grafitis de los soldados de Moscú, algunos con una esvástica nazi.
El gimnasio, asegura la organización, fue durante un mes el campo de prácticas de tiro rusas. Los combates provocaron un gran incendio en el colegio, que sufrió daños estructurales que costará reparar del todo. “Los soldados tenían una cocina de campaña y usaban los pupitres como leña para calentar su estufa”, recuerda Inna Romaniuk, directora de la escuela.
“Usaban los pupitres como leña para calentar su estufa”
Inna Romaniuk, directora de la escuela 1 de Borodianka
Este es solo uno de los 365 colegios ucranianos que han sido completamente destruidos desde que comenzó al guerra, según la última investigación de Human Rights Watch (HRW). La organización de derechos humanos ha documentados 3.428 instalaciones educativas que han resultado dañadas hasta el pasado octubre.
Reparación lenta y desigual
El curso escolar comenzó en Ucrania el pasado 1 de septiembre tras unas vacaciones marcadas por la invasión rusa y una contraofensiva de Kiev que no ha llegado a tener impactos significativos. La educación en tiempos de guerra parece quedar en un segundo plano ante otras necesidades más urgentes, como la seguridad. Aunque para los estudiantes ir al colegio sigue siendo indispensable ante la incierta duración del conflicto, más aún cuando se estanca.
Según este informe, la reconstrucción no es igual de rápida en todas las regiones. En enero, las autoridades ucranianas trabajaban en la reparación de 87 escuelas en la región de Kiev, el 71% del total dañado. Sin embargo, en la región de Járkov, donde los combates han continuado durante mucho más tiempo, solo 13 de las 296 escuelas afectadas habían sido reparadas en el mismo periodo, lo que afecta a la educación de millones de escolares ucranianos, recuerda HRW.
Derecho a la educación, limitado
Tan solo 1,3 millones de niños y niñas de Ucrania pudieron volver presencialmente en 2022 a las clases tras el fatídico 24 de febrero en el que los tanques rusos avanzaron sobre el país. En 2023 se calcula que lo hicieron 2,3 millones de alumnos, aunque Save The Children estima que todavía hay 1,7 millones de niños con acceso limitado a la educación presencial.
Las escuelas no solo han sido afectadas por los bombardeos rusos, sino también por los ataques ucranianos, ya que las tropas de Vladímir Putin acostumbraban y acostumbran a convertir estas instalaciones en centros de uso militar cuando tomaban ciudades y pueblos, según HRW.
Colegios y jardines de infancia han sido pasto de la guerra en las regiones ucranianas de Kiev, Járkov, Chernígov y Nicolaiev, según recoge el informe Tanques en el patio de recreo. Ataques y uso militar de escuelas en Ucrania. Investigadores sobre terreno de HRW han realizado alrededor de 90 entrevistas con funcionarios, autoridades locales y testigos de las operaciones militares, además de visitar 50 centros educativos en la citadas regiones.
En muy pocos casos las escuelas estaban siendo utilizadas por las fuerzas ucranianas
Human Rights Watch
La mayor parte de los daños se debieron a ataques aéreos, bombardeos de artillería y ataques con cohetes, especifica HRW. Sin embargo, “en muy pocos casos las escuelas estaban siendo utilizadas por las fuerzas ucranianas, lo que las habría convertido en objetivos militares legítimos”, especifica el informe.
Colegios como centros de tortura
La destrucción de estos edificios ocurrió sobre todo cuando las tropas rusas capturaron ciudades y pueblos en las primeras semanas de invasión. Pero también sufrieron daños durante su retirada a medida que las fuerzas ucranianas recuperaban territorio en contraofensivas. Los soldados de Kiev tuvieron que atacar las escuelas en las que se habían apostado las tropas rusas, asegura el informe.
No solo se convirtieron en objetivo militar por ambos bandos. Los colegios de buena parte de Ucrania han sido utilizados por las tropas rusas como lugar de estacionamiento de tanques y vehículos militares, hospitales de campaña, muros para excavar trincheras o almacén de armamento. Los soldados de Putin saquearon con frecuencia los colegios y en no pocos casos los convirtieron en centros de detención y tortura para la población civil local.
La escuela número tres de Bucha
La pequeña población de Bucha, a 30 kilómetros de Kiev, se convirtió en el primer escenario del horror que saltó a todos los medios internacionales. Cuando los soldados rusos se retiraron del pueblo, el reguero de cadáveres, con claras signos de ejecución y tortura, se convirtieron en la prueba más contundente de crímenes de guerra.
Durante la ocupación rusa, más de 300 personas, entre ellos menores, se refugiaron de los bombardeos en los sótanos del colegio número tres, hasta que las tropas rusas la convirtieron en su campamento. “Aparcaron los tanques en el patio del recreo”, asegura a HRW Halyna Ivanivna, subdirectora de la escuela. Tras la salida de las tropas rusa, encontraron destrozados todas las televisiones, ordenadores e impresoras del colegio, así como puertas, marcos y ventanas. Los soldados rusos también saquearon alimentos y material de cocina, especifica.
Declaración sobre Escuelas Seguras
Los ataques a instalaciones educativas significan la interrupción total de las clases en tiempo de guerra, además del grave peligro para alumnos y personal docente. Por eso desde 2015 se impulsa a nivel internacional la Declaración sobre escuelas seguras, que busca proteger las escuelas del uso militar y mantener cierta normalidad durante los conflictos, al menos en materia educativa.
Hay 118 países adheridos a esta declaración, que obliga a los gobiernos a legislar para aplicar directrices que protejan colegios y universidades durante conflictos armados. Ucrania se adhirió en 2021. Su Ministerio de Defensa emitió una orden militar de alto nivel para restringir aún más el uso militar de las instalaciones educativas. Aunque según HRW, no consta que Rusia haya adoptado ninguna medida en esa línea. De hecho, Rusia no está adherida a la Declaración, recuerda la organización.
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