LOS ÁNGELES
Actualizado:La mañana del 3 de agosto, los pasillos de la cadena de supermercados Walmart se convirtieron en perpetradas por ciudadanos estadounidenses en su propio territorio. Una veintena de cadáveres ensangrentados quedaron esparcidos por el suelo y otra veintena de heridos fueron trasladados a hospitales cercanos en medio de un mar de gritos, pánico, histeria y caos que situaba a El Paso, Texas, en los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Un día después, siete personas eran asesinadas a punta de pistola en Dayton, Ohio, conmocionando de nuevo al país entero y prolongando el debate sobre el derecho a la posesión de armas en el país anglosajón.
Los primeros en llegar a la escena de los tiroteos fueron los efectivos policiales, bomberos y cuerpos de emergencia, que rápidamente se convirtieron en testigos del horror que acababa de gestarse en sus comunidades. Y es precisamente en experiencias trágicas con la muerte, la destrucción y la violencia como protagonistas, donde en algunos de estos profesionales comienzan a germinar las semillas del suicidio , un fenómeno que está desatando las alarmas en las fuerzas del orden del país.
A lo largo de 2018, al menos 167 policías se quitaron la vida en Estados Unidos, una cifra que superó el número de agentes abatidos en la línea de fuego, en una tendencia que se repite por tercer año consecutivo, y donde California y Texas encabezan la lista de bajas con 12 suicidios en cada estado, según advierte un informe difundido este año por la organización sin fines lucrativos Blue HELP. Este año, las miradas están puestas en Nueva York, el departamento de policía más grande del país y donde 9 agentes se han suicidado. Muchos de ellos lo hacen en el coche patrulla o en las dependencias policiales.
“La exposición a estresores traumáticos puede hacer que se produzcan cambios en el funcionamiento del cerebro"
“La exposición a estresores traumáticos puede hacer que se produzcan cambios físicos en el funcionamiento del cerebro. Estos cambios pueden aumentar las respuestas reflejas y la probabilidad de desarrollar síntomas asociados con la depresión, lo que puede derivar en otros problemas mentales”, asegura a Público Jeff McGill, vicepresidente de Blue HELP y director de la Academia del Colegio Estatal del noroeste de Florida.
“El problema es que no hay una regla clara que determine que, ante la exposición a un evento (traumático), el agente vaya a desarrollar cambios cerebrales, problemas mentales o se suicide… Si dos oficiales experimentan el mismo evento, puede afectarle a uno y al otro no”, matiza.
En el año 2015, McGrill se alió con Karen Solomon, con quien también escribió “El Precio que Pagan”, y juntos fundaron Blue HELP. Desde entonces, la ONG mantiene un censo anual de suicidios policiales y ofrece servicios de prevención y apoyo psicológico a los agentes y familiares afectados, explica este militar retirado.
El recuento también detalla los fallecimientos por otras 15 causas, entre las que se encuentran muertes relacionadas con el 11-S, en la línea de fuego, accidentes, asaltos, muerte natural o enfermedades, y se construye principalmente a partir de la información que comparten voluntariamente los familiares, amigos o compañeros de policías suicidados. Aunque la información se actualiza y se contrasta con otras fuentes y datos difundidos por algunos medios de comunicación, el número exacto de suicidios a nivel nacional se desconoce, porque no existe una institución oficial que se encargue de llevar un registro.
Según explica McGrill, la organización dedica gran parte de sus recursos a crear programas de entrenamiento y a organizar charlas en comisarías de todo el país para generar conciencia social y sacar del armario la problemática de los suicidios, las enfermedades mentales y el estrés postraumático, temas tabú entre las fuerzas del orden debido al “estigma” que se asocia a ellos.
“Muchas agencias no están preparadas para lidiar con el suicidio de oficiales"
“Muchas agencias no están preparadas para lidiar con el suicidio de oficiales, así que es normal que actuemos como guía. También conectamos a las agencias que están lidiando con el suicidio de un oficial, con otras agencias que ya han pasado por ello para que puedan trabajar juntos y abordar las secuelas”.
Desde las organizaciones dedicadas a la prevención del suicidio se recalca que el “estigma” que rodea a las enfermedades mentales es una barrera que frena a muchos agentes a buscar la ayuda que requieren y, que en el caso de los hombres, dicho estigma podría pesar aún más.
Nacido en Perú y criado en Estados Unidos, Charles King trabajó como policía y oficial de la marina en la ciudad fronteriza de Brownsville. Crédito: Clara King (1984)
Uno de los datos potencialmente significativos que se desprenden del último informe de Blue HELP es el número de suicidios entre hombres policía que, con 159, es casi veinte veces superior a las ocho muertes registradas entre las mujeres.
“Los hombres en la población general presentan un mayor riesgo de suicidio, y en los cuerpos de seguridad predominan los varones, lo que hace probable que la cifra de suicidios en las fuerzas de seguridad esté distorsionada”, afirma McGrill, aunque aclara que todavía “no tenemos indicadores que puedan sugerir que los hombres policía son más susceptibles al suicidio que las mujeres policía”.
Parte de la estrategia para combatir los suicidios es sacarlos del vacío mediático en el que están sumidos e informar del vínculo que existe entre estos y las enfermedades mentales (abuso de alcohol, consumo de drogas, depresión y estrés postraumático), como advierte un informe de la Fundación Ruderman.
El documento explica que los medios de comunicación tienden a realizar retratos heroicos y romantizados de las fuerzas del orden, bomberos y equipos médicos que responden a emergencias, calamidades y eventos trágicos, pero que en dichos retratos suelen omitir las secuelas y el trauma que se derivan de la exposición a estos.
“Los policías ven a la gente en sus peores momentos, no pueden mantener una relación sana con sus parejas, trabajan bajo presión, sienten que todo el mundo les odia, y su única opción es pasar tiempo entre ellos”, asegura el peruano Charles King, un expolicía y exoficial condecorado de la marina estadounidense que trabajó en la ciudad texana de Brownsville y que aboga por más “atención mediática” al fenómeno de los suicidios.
“Los policías alzamos un muro hasta que este finalmente se derrumba…y básicamente nos juntamos para beber, porque es la tirita que cubre una herida abierta”, sentencia.
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