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Rusia cruza la línea roja de las armas nucleares y no descarta usarlas en una guerra convencional, como la de Ucrania

El cambio de la doctrina nuclear de Rusia dispara la tensión con Occidente, pone a Ucrania contra las cuerdas y evidencia que Moscú está dispuesto a todo para ganar la guerra.

Rusia no descarta usar armamento nuclear
El presidente ruso Vladimir Putin durante una reunión del Consejo de Seguridad en el Kremlin de Moscú, Rusia. EFE

La amenaza del presidente ruso, Vladímir Putin, es tajante. Rusia podrá responder a partir de ahora con armas nucleares a un ataque convencional contra su territorio. Es un mensaje directo a Occidente, pero sobre todo a Estados Unidos a pocos meses de sus elecciones presidenciales. Un mensaje que, junto con la evolución negativa de la guerra para Kiev, puede hacer reconsiderar a Washington su implicación en la contienda.

Putin se adelanta así a la posible decisión de la Casa Blanca de permitir a Ucrania utilizar sus misiles de largo alcance contra territorio ruso, la última baza que tiene Kiev para equilibrar algo una guerra muy difícil ya de ganar.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha puesto en esos misiles occidentales su esperanza para intentar doblegar a Moscú y sentarle a unas negociaciones a las que el Kremlin ha dicho que no, si tiene que devolver el territorio arrebatado a Ucrania, como exige Kiev.

Para Moscú, la baza de los misiles de largo alcance es un punto sin retorno que no dejará sin respuesta si EEUU y Europa lo sobrepasan. Y la naturaleza de esa eventual reacción podría estar definida por la reforma de la doctrina militar nuclear rusa anunciada esta semana por Putin.

EEUU seguirá ayudando, pero no como quiere Zelenski

El jueves, el presidente Joe Biden recibió a Zelenski en la Casa Blanca y le anunció una nueva entrega de ayuda militar por 8.000 millones de dólares antes de que concluya su mandato el 20 de enero próximo, una vez celebradas las elecciones del 5 de noviembre.

Pero de nuevo Zelenski se quedó sin la autorización de Biden para emplear contra territorio ruso los misiles donados por Estados Unidos con un alcance de entre 300 y 500 kilómetros. Se llevó el magro consuelo de que entre las nuevas armas que le entregará el Pentágono habrá bombas capaces de alcanzar objetivos a 130 kilómetros de distancia.

Estas bombas planeadoras son lanzadas desde aviones. Sin embargo, Ucrania aún no ha recibido todos los F-16 prometidos por Occidente y su aviación no es comparable a la rusa. Además, el ejército ucraniano no podrá usar estas bombas contra territorio ruso, solo en la línea del frente y contra blancos en las partes anexionadas a Ucrania.

Para mayor desconsuelo de Zelenski, este tipo de armamento es mucho menos efectivo que el que el Pentágono está suministrando a Israel, cuya doble guerra en Gaza y el Líbano ha opacado la comparecencia del presidente ucraniano ante la Asamblea General de la ONU reunida esta semana, así como sus reuniones con los líderes estadounidenses.

Biden aún cree en la victoria ucraniana, de cara a la galería

"Rusia no vencerá. Ucrania vencerá y continuaremos apoyándote en cada paso del camino", le animó, no obstante, Biden a Zelenski, en un gesto más voluntarioso que pragmático.

Igual pasó con la vicepresidenta de EEUU y candidata demócrata a las elecciones, Kamala Harris, quien insistió al líder ucraniano en que hará todo lo que esté en su mano para que "Ucrania prevalezca en esta guerra".

Para cumplir su compromiso, Kamala ha de imponerse en los comicios al líder republicano y expresidente del país, Donald Trump, muy receloso del propio Zelenski, a quien tacha de pedigüeño, y además partidario de finiquitar la participación estadounidense en Ucrania.

Trump se reunió con Zelenski este viernes en Nueva York. El expresidente reiteró que, si llega a la Casa Blanca, resolverá "rápidamente" la guerra y recordó su "muy buena relación" con Putin. Seguramente lo último que querría haber escuchado el líder ucraniano.

En segundo lugar, para que Ucrania "prevalezca", como dice Kamala Harris, Rusia ha de perder la guerra y eso no parece que vaya a pasar, por la evolución de la propia contienda sobre el terreno, especialmente en el este ucraniano, y porque Putin ha insistido estos días en que, si las cosas se pusieran mal para Moscú, la última palabra la tendrá el armamento nuclear.

El “aviso” nuclear de Putin

Putin aprovechó la estancia de Zelenski en EEUU para hacer su anuncio, un "aviso", según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que "advierte de las consecuencias en caso de que esos países (los enemigos) participen en un ataque contra Rusia por diversos medios, no obligatoriamente nucleares".

En palabras del propio Putin, "en la redacción renovada del documento" sobre la doctrina nuclear del Kremlin, "la agresión contra Rusia por parte de cualquier estado no nuclear, pero con participación o apoyo de una potencia nuclear, será considerada como un ataque conjunto contra Rusia".

Era directa la alusión a Ucrania, pues este país invadido por Rusia es apoyado por EEUU, la otra gran superpotencia nuclear, y los países de la OTAN, también varios de ellos potencias nucleares. Este punto implica también la eventual respuesta con armas nucleares a la ofensiva ucraniana lanzada el 6 de agosto contra la región rusa de Kursk, donde aún continúan combatiendo miles de soldados del ejército de Kiev.

La defensa nuclear rusa incluye a Bielorrusia

La nueva estrategia nuclear rusa incluye a su vecina y aliada Bielorrusia entre los territorios a defender con armamento atómico. "Nos reservamos el derecho a utilizar armas nucleares en caso de agresión en contra de Rusia y Bielorrusia como miembro éste de la Unión Estatal", afirma el texto.

Este punto es importante, pues entre las opciones que manejó Ucrania antes de atacar Kursk estuvo la de abrir un frente en Bielorrusia para provocar la participación de los países vecinos pertenecientes a la OTAN sin desencadenar una guerra total con Rusia.

Pero Bielorrusia posee armas nucleares tácticas (utilizables en una guerra convencional por su limitado efecto destructivo) estacionadas allí por Rusia al poco de comenzar la guerra. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, aseveró este viernes que recurriría a ellas si fuera necesario.

Si "la OTAN, los americanos y los polacos" atacan Bielorrusia, "utilizaremos las armas nucleares. Y Rusia acudirá en nuestra ayuda", dijo Lukashenko.

Armas nucleares contra armamento convencional

En su alocución explicando la renovada doctrina nuclear de Moscú, Putin refirió el cambio más reseñable: Rusia podrá recurrir al uso de armas nucleares "si el adversario utiliza armamento convencional y crea una amenaza vital para la soberanía rusa". Por ejemplo, con "el cruce de la frontera" rusa, de nuevo en advertencia directa a Ucrania.

Un ataque masivo con misiles occidentales de largo alcance contra Moscú o alguna otra ciudad, infraestructura o sistema "vital" de la Federación Rusa incluiría ese supuesto. En la anterior doctrina nuclear, solo se contemplaba el uso de armas atómicas si se amenazaba "la misma existencia" del Estado ruso.

Incluidos los drones

La respuesta nuclear rusa se podría producir, según la nueva estrategia, ante el empleo masivo contra la Federación "de medios de ataque aeroespaciales", lo que incluye no solo los misiles o aviones tripulados, sino también drones.

El uso de drones es la base de la capacidad ofensiva actual aérea ucraniana, dado el pequeño número de cazas F-16 donados por Occidente de los que dispone y cuya entrega se ha ido retrasando.

Los drones han permitido a los ucranianos asestar golpes muy eficaces contra bases rusas, arsenales, polvorines, almacenes de combustible y buques. El último éxito ucraniano con drones fue la destrucción de un importante arsenal de munición en la región de Tver, a unos 500 kilómetros de la frontera ucraniana.

Para acabar con la amenaza de los drones ucranianos, Rusia está ultimando un sistema antiaéreo escalonado que podría entrar en funcionamiento en breve, tal y como señaló este viernes el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev.

La alargada sombra de China

La mayor preocupación occidental, sin embargo, está en el suministro de drones iraníes al ejército ruso y en la sospecha de que Rusia pueda estar fabricando un nuevo tipo de estos aparatos en cooperación con China en fábricas de este país.

Esta posibilidad, denunciada por los servicios secretos europeos, ha hecho sonar todas las alarmas en EEUU debido a los intereses contrapuestos entre Pekín y Washington en la región de Asia-Pacífico.

Según el informe de inteligencia, la empresa IEMZ Kupol, filial de la firma de armamentos estatal rusa Almaz-Antey, ya ha fabricado un nuevo modelo de dron denominado Garpiya-3 en una fábrica china.

Si esta información fuera cierta, la implicación china en la guerra de Ucrania sería ya un hecho. Hasta el momento Pekín ha procurado mantener una posición neutral respecto al conflicto, pero se ha negado a sancionar a Rusia por la invasión y en todo momento ha subrayado su asociación estratégica con Moscú.

Después de reunirse el miércoles con el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, en Nueva York, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, lanzó un duro mensaje contra Pekín.

El continuo apoyo "material y diplomático" de China a Rusia "alimenta la guerra de Rusia" y se ha convertido en "una amenaza directa a la seguridad europea", dijo Borrell.

Según un comunicado de la UE, Borrell expresó a Wang su "profunda preocupación por las crecientes exportaciones chinas de grandes cantidades de bienes y artículos de doble uso, que contribuyen sustancialmente al desarrollo de la base militar industrial de Rusia".

Esta creciente participación en la guerra de Ucrania de las potencias nucleares del planeta y la disposición de Moscú a considerar el uso del armamento atómico como una salida al conflicto podrían a medio plazo hacer reconsiderar a Estados Unidos su respaldo sin fisuras a Ucrania y favorecer la apertura de negociaciones.

Gane quien gane las elecciones estadounidenses, éste puede ser el punto de inflexión en la involucración de Washington en la guerra, con la salida de la ecuación del mayor defensor de esa implicación y de la confrontación con Rusia, el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden.

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