'Queridos Gobiernos de Occidente, han estado en silencio durante 30 años apoyando el régimen que nos oprime. Por favor, no se involucren ahora', pedía el director de marketing de Google, Wael Ghonim, en la red de Twitter una hora antes de la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak. Poco después, este joven de 31 años celebraba la noticia con varios tweets mensajes de no más de 140 caracteres vía Blackberry, recordaba a sus seguidores que 'el verdadero héroe es la juventud egipcia' y les instaba a volver a trabajar el domingo para que Egipto se convierta en un país desarrollado.
Encarcelado durante 12 días por su apoyo online a la movilización, Ghonim ha sido altavoz internacional de esta revolución 2.0 en la que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han jugado un papel destacado. Sin embargo, ¿cuánta gente tiene acceso a internet en Egipto ? ¿Cuál ha sido la mecha de la movilización? ¿Es la red una herramienta potente para impulsar la democracia? ¿Quién atiende a esos mensajes? ¿Podría llegar a desplazar a la política? Los expertos consultados apuntan el efecto movilizador y expansivo de las TIC, si bien no sitúan a las redes como germen de la revolución en la mayoría de los casos.
Ignacio Criado cree en 'el potencial democratizador' de internet
A lo largo de la historia, escribe el sociólogo Manuel Castells en Comunicación y poder (Alianza Editorial, 2009), 'la ira ha desencadenado protestas, resistencia e incluso revoluciones'. Pero para que este sentimiento se traduzca en una revolución capaz de impulsar un cambio político hace falta algo más: comunicación, que en el siglo XXI siempre lleva el apellido de digital.
Según Castells, 'los teléfonos móviles se han convertido en un componente clave de organización y movilización de protestas sociales en todo el mundo'. Con más de 3.500 millones de terminales en todo el mundo en 2008, el envío de mensajes de texto o SMS ha tenido importantes repercursiones en varias movilizaciones sociopolíticas espontáneas desde comienzos del siglo (ver recuadro). Entre ellas, incluye la movilización que tuvo lugar en España en marzo de 2004 tras los atentados islamistas en vísperas de las elecciones generales. En aquella ocasión, explica el profesor de Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Ismael Peña, en España 'los SMS echaron a la gente a la calle'.
'Primero está la política y después la tecnología', señala Torres Mora
Las TIC, sin embargo, no son suficientes para impulsar cambios políticos. El sociólogo y diputado del PSOE José Andrés Torres Mora sostiene que 'la tecnología no tiene una traducción directa en política sino que está mediatizada por el cambio social'. El teléfono o la electricidad, por ejemplo, no produjeron cambios políticos, aunque sí sociales. 'Primero está la política y después la tecnología' esgrime.
La clave, explica el profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid Ignacio Criado, es el uso que hacen los individuos de la red: 'Las TIC tienen potencialidad democratizadora, porque proporcionan nuevas vías de participación en política, pero hace falta que las personas moldeen sus usos'.
Los expertos ponen de relieve que, ante la falta de conexión mayoritaria entre la población de países como Egipto, lo importante es que exista un grupo facilitador. En este sentido, Criado apunta a que pese a los bajos índices de penetración de internet alrededor de un 20% en 2008, el acceso se produce a través de cibercafés. Este fenómeno y la existencia de una masa crítica de usuarios de telefonía móvil confluyen para desarrollar 'ese efecto catalizador de la movilización', que se caracteriza por la inmediatez y la rapidez.
Para el politólogo Ismael Peña 'el poder de internet es limitado'
Para Ismael Peña, 'el poder de internet es limitado', pero se sortea con que 'los grupos que tienen internet lo utilicen para movilizar'. En el caso concreto de los egipcios, Peña considera que lo han usado bien y dinámicamente. El tradicional reparto de octavillas, sostiene, se ha sustituido por mensajes de texto y el envío de fotografía a través de bluetooth: 'Los teléfonos multimedia permiten ese intercambio que es muy difícil de censurar porque es entre personas y a dos metros de distancia'.
Esto supone una ventaja, subraya Peña, que recuerda que las autoridades egipcias cortaron la red al inicio de la revuelta. El politólogo también destaca como novedad el material informativo que las redes sociales han aportado a los medios tradicionales para 'trasladar a la agenda de los líderes internacionales estos temas'.
En esta dirección apunta el vocal de Reporteros sin fronteras Rafael Maturana, que critica el intento de cerrar las plataformas sociales de internet: 'Los gobiernos hacen un mal uso del poder que tienen para cortar las redes', tratando de oscurecer lo que está ocurriendo. Según un informe de la organización, 62 países estaban afectados por censura en internet en 2010.
Los infructuosos intentos de cortar la comunicación digital en Egipto permitieron que los 'influyentes' como Ghonim siguiesen con su labor movilizadora. Según el profesor de Teoría de la Educación de la UNED Daniel Domínguez, el director de márketing deGoogle forma parte de ese grupo porque 'ha sido un propagador del mensaje. Conectado con otros influyentes de Egipto y de fuera del país, ha actuado como nodo de conexión global'. Estos gurús o influyentes constituyen una nueva clase que ha surgido en un 'escenario híbrido, que se compone de una parte de lo que hacemos en las redes y lo que ocurre en la vida real', explica Domínguez.
María González (PSOE) destaca la rapidez y viralidad de la comunicación 2.0
Más allá del escenario egipcio, Peña se pregunta hasta qué punto los que influyen en la red lo hacen fuera y plantea dos peligros: 'Este grupo representa a una minoría muy pequeña, sesgada y con características especiales y su representatividad es tácita y no explícita', como la que tienen los líderes políticos.
En los países con mayor tradición democrática, esgrime Criado, es fácil encontrar que 'los influyentes están en los partidos'. Si bien esto no impide que aparezca un líder en las redes sociales, como también ocurre en el escenario analógico. Como en el mundo real, 'el liderazgo es una cuestión de impronta'.
'Internet y las redes sociales van a cambiar la política', dice González Pons
Los políticos no son ajenos al uso creciente de internet y las redes sociales para expandir las movilizaciones, si biencircunscriben el origen de estas al escenario tradicional.
La secretaria de Innovación y Nuevas Tecnologías del PSOE, María González, considera 'indiscutible que hay una nueva forma de movilización a través de la red', destacando la eficacia, rapidez y la viralidad de las nuevas herramientas comunicativas. 'Es un pásalo elevado a la enésima potencia', sostiene. En su opinión, las nuevas herramientas van a propiciar que la política 'evolucione hacia un sistema mucho más participativo porque los actores son clave, hay que escucharlos y tener una interlocución real'.
En la misma dirección apunta el vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, para quien 'internet y las redes sociales van a cambiar la política tanto como la imprenta acabó en la revolución francesa'. La duda es cuando se producirá. En Egipto, afirma, la red ha cumplido dos funciones relevantes. 'Ha permitido que se conecten jóvenes fuera de las mezquitas' y ha servido para ver 'cómo vivimos en el sur de Europa y que deseen una sociedad diferente'.
Redes de confianza
El sociólogo Manuel Castells enumera en ‘Comunicación y Poder’ algunas de las movilizaciones sociopolíticas espontáneas en las que el móvil tuvo una repercusión importante. Unas veces expandiendo las protestas y activando revoluciones, y otras alimentando la resistencia o impulsando a candidatos.
Algunos ejemplos
Castells destaca: el movimiento People Power II, que acabó con la caída del presidente de Filipinas Joseph Estrada, en enero de 2001; la revolución Naranja de Ucrania, en 2005; el movimiento de los ‘forajidos’, que derrocó al presidente Lucio Edwing Gutiérrez en Ecuador en abril de 2005; la revuelta de Tailandia en 2006 contra la corrupción del primer ministro Shinawatra; y también incluye el cambio de Gobierno en España en 2004.
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