Hemos visto al presidente ucraniano Volodimir Zelenski en casi todas las capitales europeas, en la ONU, en el Congreso estadounidense o en las instituciones de la UE. Pero no ha sido hasta los casi 600 días de guerra en su territorio cuando ha pisado por primera vez los cuarteles generales de la Alianza Atlántica. Por sorpresa, como acostumbra. El momento elegido no ha sido casual. La guerra en Oriente Próximo, las primeras fisuras en los aliados tranastlánticos o la escasez de munición hacen temer a Kiev que la atención mediática y política se desvíe a Israel y Palestina.

Por ello, el objetivo número uno de los 50 países de Ramstein y de los 31 ministros de Defensa, reunidos este miércoles y jueves en la sede de la Alianza Atlántica, ha sido enviar a Rusia el mensaje de que apoyarán a Ucrania el tiempo que haga falta. "Están en juego nuestros valores y nuestra seguridad", ha asegurado en rueda de prensa Jens Stoltenberg, secretario general del foro militar. 

En esta coyuntura, Bélgica ha prometido el envío de los primeros cazas F-16, un paquete de 1.400 millones de euros obtenidos de los activos rusos congelados y se ha comprometido a poner fin a los llamados diamantes de sangre, procedentes del Kremlin y que suponen una partida millonaria para las arcas rusas.

El Reino Unido otro valorado en 115 millones. Y Estados Unidos otro nuevo paquete de asistencia militar por valor de 200 millones de dólares para asistir a Kiev con munición y defensas anti-aéreas, las necesidades más apremiantes en el frente antes de un invierno que se anticipa muy complicado para Ucrania. Se trata de compromisos. Por ejemplo, la llegada de los primeros cazas estadounidenses no se espera hasta la próxima primavera, lo que reafirma que todas las partes se preparan para una guerra larga e impredecible.

Ucrania teme un giro hacia Israel

Munición y sistemas de defensa son, precisamente, las peticiones que el propio Estado hebreo ha demandado a su gran aliado norteamericano. En un momento en el que existe escasez de artillería global, especialmente en la industria europea, el miedo ucraniano es que se priorice al Estado judío y se redirija a Oriente Próximo parte del material crucial para mantener el pulso a las tropas rusas. El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, le ha restado importancia y en rueda de prensa ha asegurado que Washington es capaz de "mantener el apoyo a ambos".

Pero los ucranianos no son naives. "Les he preguntado a mis aliados si ahora nos apoyarán menos. Han dicho que no, pero quién sabe", ha respondido Zelenski en una rueda de prensa junto al primer ministro belga Alexander de Croo.

La guerra en Israel y Palestina ha sobrevolado durante toda la reunión de los 31 ministros aliados. Pero la Alianza mantiene una posición distante, ya que el conflicto se encuentra fuera de su área de influencia y competencia, que pasa desde su propio nacimiento por garantizar la seguridad en territorio euroatlántico. Sin embargo, Jens Stoltenberg sí se ha visto obligado a reaccionar a los acontecimientos que centran la atención global en estos momentos. El exprimer ministro noruego ha respaldado el derecho de Israel a defenderse matizando que debe hacerlo con "proporcionalidad".

La Alianza Atlántica es consciente de que Rusia va a intentar explotar este momentum, al que se le une un Gobierno entrante en Eslovaquia y una tensión importante entre Varsovia y Kiev. Por ello, el objetivo prioritario del encuentro del miércoles ha virado en torno a asegurar a Ucrania que su apoyo "durará tanto como haga falta" independientemente de los conflictos en otros rincones del globo.

Cacofonía en la UE

Israel ya ha anunciado que se está preparando para la invasión terrestre a la Franja de Gaza, que ha vivido una intensa jornada de bombardeos, que han dejado centenares de muertos. A pesar de que el Derecho Internacional prohíbe los ataques indiscriminados y exige limitar al máximo las muertes de civiles. En la antesala de la intervención por tierra, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, que ya equiparó a los palestinos con animales ha asegurado que "Gaza no volverá a ser lo mismo". "Eliminaremos todo", ha afirmado.

En medio de todo ello se está produciendo una cacofonía de voces dispares dentro de las propias instituciones de la UE. Hace unas horas, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, condenaba por primera vez desde el inicio de la operación bautizada por Tel Aviv como "espada del desierto" las violaciones del Estado de Israel sobre el Derecho Internacional. El Alto Representante fue tajante en cuanto a las vulneraciones que supone someter a un cerco de agua, alimentos y electricidad a la Franja, que con más de dos millones de habitantes es el territorio con más densidad del mundo.

Sin embargo, este miércoles su jefa, la alemana Ursula von der Leyen, ha cerrado filas con Israel expresándole su apoyo absoluto, eliminando cualquier referencia al respeto de los tratados internacionales y las víctimas palestinas, endureciendo su discurso sobre los fondos a Ramallah y advirtiendo directamente a Irán. Unas líneas que por lo pronto no han cruzado ninguno de los 27 líderes europeos, que son en última instancia quienes tienen la competencia para fijar la postura de la UE en política exterior.