Este artículo se publicó hace 2 años.
Pablo González lleva a Estrasburgo su encarcelamiento en Polonia: "No puedo ni contactar con mis hijos"
El reportero español lleva 200 días encerrado en una prisión polaca y ha decidido recurrir su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. 'Público' ha accedido a la demanda donde denuncia su situación en prisión y la violación de sus derechos desde que fue detenido el 28 de febrero pasado.
Madrid-Actualizado a
"Yo, Pablo González Yagüe, soy directa y personalmente víctima de una violación de la Convención de Derechos Humanos". Así comienza la exposición de motivos por los que el periodista español, encarcelado en Polonia desde el 28 de febrero, denuncia su situación ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Público ha accedido a este escrito en el que González explica detalladamente su situación dentro de la prisión de Radom y su frustración por no poder contactar con sus hijos. "Apenas tengo contacto con mis familiares y amigos. No se me permite contactar con mis hijos menores de edad. Además, como viven en otro país, en España, y yo estoy detenido en Polonia, sufro una mayor presión psicológica y una mayor sensación de soledad", recoge el escrito enviado, como adelantó El Salto, a Estrasburgo.
Pablo González fue arrestado por los servicios secretos polacos (AWB por sus siglas en polaco) hace casi siete meses. Desde entonces no ha podido escuchar la voz de sus hijos a pesar de los continuos esfuerzos por parte de su defensa y el cónsul español para facilitar las conversaciones con los menores.
"Las autoridades polacas alegan que no pueden autentificar quién se encuentra al otro lado del teléfono y se necesitaría un intérprete para saber de lo que se habla en esa conversación", explican desde el entorno del periodista.
La única posibilidad que le queda al periodista para poder comunicarse con sus hijos son las cartas. "Puedo contactar con ellos por correo postal, pero mis cartas se abren y son traducidas (tanto las cartas que envío como las que me envían). Las cartas necesitan al menos un mes y medio para llegar a sus destinatarios. Esto hace que el contacto mínimo con mis hijos sea imposible en estas condiciones", se recoge en el escrito presentado el 13 de septiembre.
Considerado un prisionero peligroso
"Cuando me arrestaron, primero en Rzeszów y luego, cuando me llevaron a Radom, se me clasificó injustificadamente como 'prisionero peligroso'", refleja la demanda. Esta clasificación es la que ha servido a las autoridades polacas para tomar una serie de medidas que, según el escrito presentado en Estrasburgo, viola varios artículos de la Convención de Derechos Humanos, un texto que Polonia ha ratificado.
González expone que cuando abandona su celda es obligado a llevar esposas en todo momento, incluso cuando habla por teléfono con su abogado o cuando recoge comida. Situaciones en las que no sería necesaria esta medida porque ya existen otras precauciones de seguridad en la cárcel.
Pero la parte más degradante y que más está afectando al periodista dentro de la prisión es la continua vigilancia y los cacheos constantes. "La celda y el baño son monitoreados constantemente por cámaras, lo que provoca una gran incomodidad y sensación de humillación por la falta de intimidad", relata. En cuanto a los registros personales, los oficiales de la prisión obligan a desnudarse al periodista varias veces al día y le someten a cacheos extremadamente minuciosos, incluso en momentos posteriores a haber estado bajo vigilancia de los funcionarios, es decir, sin una justificación clara.
Solo en una celda no acondicionada
Desde hace meses, Pablo González está solo en su celda. El aislamiento es prácticamente total: "Durante meses he sido sometido a un aislamiento excesivo, injustificado y prolongado, no sólo de mi familia, sino también del mundo exterior e, incluso, de otros internos".
El periodista denuncia a Estrasburgo que ni siquiera se le permite acudir a las zonas comunes cuando hay otros presos y que sólo puede hacer uso de una sala muy mal equipada tres horas al día, algo que no le permite "olvidar, ni por un momento, la depresión y la soledad de la prisión".
En cuanto a su celda, los principales inconvenientes vienen de las condiciones de la propia estancia. "Las ventanas están permanentemente cerradas, no se abren, por lo que no hay ventilación en la celda", explica González, que, señala también que esto provoca, en verano, un efecto "sauna" y la aparición de hongos. Además, "los cristales están tapados con láminas translúcidas que limitan el acceso de la luz y no permiten que se vea el exterior".
Otra de las denuncias de las condiciones en prisión es que solo le permiten ducharse una vez a la semana y en la celda solo hay un grifo que, además, la mayor parte del tiempo solo tiene agua fría: "El agua caliente se abre esporádicamente, cuando a los funcionarios de prisiones les da la gana".
En cuanto a la asistencia médica, González denuncia que no se está respetando la confidencialidad médico-paciente ya que en cualquier visita de los sanitarios es obligatorio que haya agentes delante escuchando todo lo que se dice. Pero no sólo eso. No se le facilita la asistencia. El periodista, por ejemplo, ha pasado meses esperando para poder ver a un dermatólogo por una lesión en su piel.
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