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La OTAN mantiene el no al ingreso de Ucrania pese a la urgencia de Zelenski por la llegada de Trump

En los cuarteles generales de la Alianza Atlántica reconocen que la evolución del conflicto es preocupante y que Kiev está sufriendo mucho con la actual ofensiva rusa.

Mark Rutte, secretario general de la OTAN, en Bruselas.
Mark Rutte, secretario general de la OTAN, en Bruselas. Olivier Matthys (EFE)

El responsable de Asuntos Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, pidió hace escasos días a la OTAN la invitación para que Ucrania se convierta sin dilación en el miembro número 33. Sin embargo, la cumbre ministerial celebrada este martes y miércoles en los cuarteles generales de Bruselas concluye sin cambios. La Alianza Atlántica esquiva el espinoso asunto. Entretanto, Ucrania atraviesa uno de sus momentos más complicados de la contienda tanto a nivel geopolítico como militar.

La presión del aterrizaje de Donald Trump en la Casa Blanca y la buena marcha de la ofensiva rusa sobre el terreno anticipa, en palabras del propio secretario general, Mark Rutte, "el invierno más difícil para Ucrania desde 2022". El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha asegurado recientemente que estaría dispuesto a ceder territorio de forma temporal para que la Ucrania no ocupada esté protegida por el paraguas del Artículo 5, la cláusula de defensa colectiva. Una fórmula atípica, pero que cuenta con un precedente: Alemania se unió partida en 1955 con solamente su área occidental.

Sin embargo, la OTAN no recoge el testigo. Principalmente, por tres motivos. En los pasillos de Bruselas se impone la idea de que dar este paso sería interpretado como una mala señal y una bofetada por parte de Trump, que asumirá la Presidencia del aliado más importante el 20 de enero. Otros como Alemania continúan sosteniendo que serviría para elevar el conflicto y el riesgo de un choque más directo entre la Alianza y Rusia. Por lo tanto, no hay unidad ni unanimidad entre los 32. Y, por último, podría torpedear el camino hacia un alto al fuego que poco a poco va tomando forma cuando se supera la barrera de los 1.000 días de enfrentamientos.

Rutte esquiva la bala de la adhesión y mantiene que la prioridad "uno, dos y tres" en estos momentos es la de mantener el apoyo financiero y el suministro de armas para que Kiev llegue en la mayor posición de fuerza posible a esa hipotética mesa de negociación. "Debemos hacer más que simplemente mantener a Ucrania en la lucha. Debemos brindarle el apoyo suficiente para cambiar la trayectoria de este conflicto de una vez por todas", ha afirmado en rueda de prensa el ex primer ministro neerlandés.

La sombra de Donald Trump ha planeado durante las dos jornadas de cumbre ministerial. La estrategia del resto de países pasa por persuadir al norteamericano —que en campaña ha asegurado que podría traer la paz en la vecindad europea en 24 horas y ha amagado con cortar la ayuda militar— con la idea de que una Ucrania débil sería contraproducente y un riesgo para Estados Unidos.

"El creciente alineamiento de Rusia, China, Corea del Norte e Irán pone de relieve la naturaleza global de las amenazas que enfrentamos, incluidos los peligros cada vez mayores de la guerra en curso en Ucrania. A cambio de tropas y armas, Rusia está brindando a Corea del Norte apoyo para sus programas de misiles y nucleares. Estos acontecimientos podrían desestabilizar la península de Corea e incluso amenazar a Estados Unidos. De modo que la guerra ilegal de Rusia en Ucrania nos amenaza a todos", ha detallado Rutte.

Ucrania envió su solicitud de ingreso en la OTAN en septiembre de 2022. Años atrás, en la Declaración de Bucarest de 2008, la Alianza avaló por primera vez por escrito que el futuro de Ucrania pasaba por formar parte del foro de defensa euroatlántico. Sin embargo, en términos prácticos no se ha avanzado mucho en esta dirección. En la pasada cumbre de Washington, celebrada en julio, los 32 reiteraron su "camino irreversible". En la cumbre de esta semana, Rutte se ha limitado a subrayar que este sendero es "irrevocable". Pero la realidad es que no existe un calendario fijado.

Todo llega con la ofensiva rusa en pleno rendimiento. En los cuarteles generales reconocen, en público y privado, que la evolución del conflicto es preocupante y que Kiev está sufriendo en un momento en el que las fuerzas rusas tienen la iniciativa. "Ucrania se enfrenta a bombardeos incesantes contra zonas civiles e infraestructuras críticas. Y Rusia está avanzando en la línea del frente, aunque a un alto coste. Este podría ser el invierno más difícil para Ucrania desde 2022 [...]. Rusia intensifica sus ataques y expande la guerra con la ayuda de tropas y armas norcoreanas", advierte Rutte.

Al ámbito militar se une el geopolítico. No solo abanderado por el regreso de Donald Trump. El próximo domingo podría ganar las elecciones presidenciales en Rumanía —país que comparte cientos de kilómetros de frontera con Ucrania— Calin Georgescu, un candidato anti-OTAN y prorruso. En paralelo, Reuters avanza detalles sobre los planes de Trump y de su enviado para Ucrania, Keith Kellogg, para forzar la negociación y el alto al fuego entre Putin y Zelenski: cesiones importantes de territorio a Rusia y sacar de la mesa la incorporación ucraniana a la OTAN.

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