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“Los niños tienen la necesidad de hablar de los atentados y nosotros la obligación de escuchar”. No sólo lo explica el director de un colegio en París, al que acuden niños de entre 6 y 10 años, sino que es el consejo enviado por el Ministerio de Educación francés a todos los centros escolares.
Durante el fin de semana, colegios, institutos y universidades han recibido un email del Gobierno galo, con una serie de recomendaciones para “saber acoger las palabras” del alumnado tras los ataques terroristas que han dejado el terrible balance de 129 muertos en la capital francesa. El objetivo es claro: “Tranquilizar, explicar y escuchar”. Hoy, en todos los centros, se ha celebrado un minuto de silencio en memoria de las víctimas mortales.
Pese al pánico vivido este fin de semana, son muy pocos los alumnos que han faltado a clase. Desde el Ministerio de Educación prefieren no facilitar un dato oficial, aunque descartan que las ausencias hayan sido notables. De hecho, tampoco lo han percibido en los colegios que se ubican en los alrededores de la plaza de la República. “Hemos venido todos. Y, menos mal, porque yo tenía miedo de no ver a alguien”, explica Quentin, de 20 años, a las puertas del École Superieure D’art Appliqué, situado en Rue du Petit-Thouars.
Ni siquiera en el colegio infantil de la Avenue Parmentier, a tres calles de la Rue de la Fontaine-au-Roi, donde murieron cinco personas el pasado viernes y donde aún son visibles los impactos de bala en las cristaleras de tres establecimientos, han notado un descenso en el número de escolares, según señala una trabajadora a las puertas del centro.
Tampoco en el situado en la Rue des Vertus, a cinco minutos a pie de la plaza de la República. “Son muy pocos los alumnos que no han venido. Los que no lo han hecho ha sido más bien por no coger el metro, no porque no se sientan seguros en clase”, insisten desde este colegio.
Pese a la mayoritaria asistencia, ha sido muy complicado que las clases siguieran su curso habitual. Primero, porque los alumnos querían expresar sus sentimientos ante los atentados y, segundo, por la recomendación del Ejecutivo francés. El Gobierno considera que es fundamental e “indispensable” el trabajo pedagógico para ayudar a los niños y adolescentes a “gestionar sus emociones” y a comprender los violentos acontecimientos que han sacudido París.
En este sentido, ha recomendado responder con tranquilidad a las demandas y a las preguntas de los escolares. “Los alumnos necesitarán expresarse. Escuchar será una de las primeras misiones”, señalaba el Ministerio en este protocolo.
Los pequeños, “muy conscientes de la situación”
Los profesores han percibido la necesidad de hablar que tienen los alumnos. “Nos preguntan con mucha calma sobre lo ocurrido este fin de semana. Nos sorprende, porque algunos son muy pequeños, pero a la vez muy conscientes de la situación. Lo han visto en la televisión, lo han hablado con sus padres y tienen bastante claro lo que ha sucedido”, explica el director de un centro, que prefiere no facilitar su nombre ya que les han pedido no hacer declaraciones a los medios de comunicación.
Sin embargo, hay alumnos que no han podido reprimir las lágrimas. “Una alumna ha perdido a un amigo, otra tenía un amigo desaparecido y una ex alumna también está desaparecida”, relata una profesora de español de un colegio católico privado. La escolar que se ha echado a llorar en clase “no entendía la maldad, cómo hay gente que puede hacer daño así porque sí a inocentes”, indica esta maestra, a la que le ha resultado “muy difícil” abordar este asunto en clase. “Somos profesores, no psicólogos”.
Por ello, ha decidido hacerlo a través de un dibujo, el de la paloma de la paz de Pablo Picasso. “Les he pedido que realizaran un mensaje de paz, que escribieran o que pintaran”, mientras que otros profesores han tratado más en profundidad la situación y el contexto que vive Francia tras los ataques. En este colegio católico, muchos alumnos y también profesores han decidido acudir vestidos de negro, mostrando el luto por las víctimas.
Alumnos "impactados"
Phillipe Bucamp, maestro francés del École Superieure D’art Appliqué, explica que ha dedicado una gran parte de la clase a hablar con los alumnos sobre los atentados. “Muchos de ellos frecuentan esta zona y están impactados”, cuenta. Precisamente, Quentin, uno de los alumnos de este colegio, tiene allegados que han vivido muy de cerca los atentados. “Conozco a una persona que ha muerto y mi mejor amiga tiene una compañera en la facultad que resultó herida y está en el hospital. Afortunadamente, está estable. Todos sabemos de alguien”, señala.
Quentin y su amiga Allegra, americana de 25 años, confiesan que ha sido “imposible” concentrarse en clase. “Teníamos la cabeza en otro lado. Los profesores nos han permitido hablar con ellos de terrorismo, de los atentados, nos han dado una especie de ‘carta blanca’, sin meternos presión con los estudios”. Allegra y Quentin siguen en shock, puesto que los terroristas atacaron los lugares a los que acuden habitualmente. “Solemos ir a tomar algo a esa zona de bares, a dar un paseo, afortunadamente ese día no estábamos ahí”, se alegran.
Psicólogos a disposición de los alumnos
El Ejecutivo francés, además de enviar este protocolo, ha puesto a disposición de los centros escolares un equipo de psicológicos y pedagógicos para cubrir las necesidades que pudieran surgir dentro de las aulas. Este servicio ha sido desplegado este mismo lunes en escuelas, colegios, liceos y centros de enseñanza superior de París. Los psicólogos atenderán a los alumnos, a sus familias y al personal de Educación a petición de los directores de la escuela.
Asimismo, el Ministerio ha pedido al personal educativo que adapte el tratamiento a las necesidades de los alumnos teniendo en cuenta las diferentes edades. Por ejemplo, en las escuelas primarias, aconseja que los niños se expresen mediante la organización de juegos en equipo. Los padres que han dejado esta mañana a sus hijos en las aulas confían en que desde los colegios les expliquen la situación que ha vivido París y les tranquilicen.
En muchas escuelas han reforzado la seguridad, controlando los bolsos a los padres a las entradas y no dejando acceder a nadie sin autorización. Pero el sentimiento general es de tranquilidad, tal y como muestra la baja tasa de absentismo tras los atentados. “No nos sentimos asustados, creemos que en clase están seguros”, asegura una madre, que tiene dos hijos de 3 y 6 años.
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