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Netanyahu recaba la anuencia de EEUU para finiquitar a Hamás y después invadir el Líbano

Netanyahu ultima el golpe de gracia a Hamás, aún a costa de los civiles palestinos y los rehenes israelíes, mientras se prepara para atacar el Líbano sin la oposición de EEUU.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante un encuentro con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante un encuentro con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken. Haim Zach / GPO / dpa / Europa Press

Con el eco de los bombardeos más mortíferos en semanas, que han dejado más de cien muertos en Gaza en las últimas horas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha enviado a Washington al titular de Defensa, Yoav Gallant en una misión muy especial, tras señalar que la actual fase de la guerra "terminará muy pronto".

La mano derecha de Netanyahu en esta guerra pedirá más armas con las que terminar de aniquilar a Hamás al coste que sea, y recabará la aquiescencia de la Casa Blanca en caso de que Israel invada el Líbano para destruir al otro gran enemigo de Tel Aviv, la guerrilla proiraní de Hizbulá.

Gallant tiene una semana muy intensa en Estados Unidos, con encuentros con el secretario de Estado, Antony Blinken; el director de la CIA, William Burns; el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.

Este lunes, Gallant abordó con el asesor de la Casa Blanca Amos Hochstein, los ojos del presidente Joe Biden en Oriente Medio, la transición a una nueva fase en la guerra, una vez desaparecida la amenaza de Hamás tras el sometimiento de toda Gaza bajo la bota israelí, y ante la posibilidad real de que Israel invada el Líbano.

La ofensiva diplomática de Netanyahu pone a Estados Unidos de nuevo contra las cuerdas. La disyuntiva es simple: o desbloquea la Casa Blanca los envíos de armas para el Ejército israelí que estaban retenidas bajo la sospecha de que iban a ser utilizadas contra la población civil palestina, o Israel, que es el portaviones de la política de seguridad estadounidense en Oriente Medio, quedará solo ante la amenaza de Hizbulá y sus protectores iraníes.

Israel ya está listo para invadir el sur del Líbano

El alto mando israelí ya ha dado las órdenes pertinentes de zafarrancho de combate al ejército para en cualquier momento cruzar su frontera norte y entrar en el Líbano, como ya hizo en 1982 y 2006 para aplastar a Hizbulá en sus propias posiciones.

Decenas de miles de israelíes han sido ya evacuados del norte de Israel ante la amenaza de los cohetes lanzados por los guerrilleros de Hizbulá y, sobre todo, para crear un necesario cortafuegos con la nueva zona de operaciones.

La idea de Netanyahu es que el ataque al Líbano se produzca una vez termine la cacería lanzada contra la guerrilla palestina de Hamás en Gaza, que, según el primer ministro, está ya en sus últimas fases, con los golpes que está asestando a los milicianos islamistas en Rafah y otras ciudades de la Franja.

Israel pone a EEUU de nuevo en la encrucijada

Estados Unidos hasta ahora ha mantenido una posición muy ambigua ante la guerra desatada en Gaza por Israel el pasado 7 de octubre. Ha condenado el exceso de fuerza empleado por el Ejército israelí, que ha causado ya más de 37.600 muertos palestinos, 15.800 de ellos niños, pero ha evitado calificar de genocidio estas masacres.

Washington ha pedido y mediado para conseguir un alto el fuego que detenga siquiera unas semanas la matanza y conseguir la liberación del centenar de cautivos israelíes y de otros países (entre ellos de EEUU) en manos de Hamás desde aquella fecha, pero se ha visto una y otra vez burlado por la actitud de Netanyahu, quien, cuando prometía aceptar una tregua, finalmente daba marcha atrás y culpaba a la milicia palestina de romper la baraja.

Todo ello, mientras el Pentágono despachaba miles de millones de dólares en armas a Israel, entre ellas aviones de combate y bombas pesadas de hasta 1.000 kilogramos de explosivos que iban a tomar parte en la destrucción de las principales ciudades de Gaza.

No ha servido de nada la presión de la opinión pública estadounidense contraria a los crímenes de guerra cometidos desde octubre pasado en Gaza para acabar con un puñado de milicianos de Hamás. Al final se imponía el lobby judío en EEUU y daba un espaldarazo a su querido Bibi Netanyahu y su estrategia militar de tierra quemada.

Israel luchará hasta acabar con Hamás, según Netanyahu

Este domingo, en su primera entrevista concedida a un medio de prensa israelí, el Channel 14, Netanyahu señaló que, pese a que Israel podría sentarse a negociar con Hamás algunas cuestiones colaterales, su intención era "continuar luchando" hasta lograr su "meta": "Destruir a Hamás". Este lunes, Netanyahu repitió ese mismo mensaje ante el Parlamento israelí.

Hamás solo acepta un alto el fuego permanente y acusa a Netanyahu de "engañar y perpetuar la agresión", además de burlar a Washington, que apoyó el 10 de junio una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en pos del alto el fuego en Gaza.

Netanyahu hizo caso omiso de la demanda de Naciones Unidas y de la propuesta de paz del propio presidente de EEUU, Joe Biden, a favor de tres semanas de alto el fuego y la liberación parcial de los rehenes a cambio de prisioneros palestinos.

Netanyahu ignora el problema de los cautivos israelíes

El 7 de octubre, varios miles de milicianos de Hamás incursionaron en Israel y atacaron asentamientos, puestos militares y concentraciones civiles, con el resultado de al menos 1.200 muertos israelíes y de otras nacionalidades. También secuestraron a 251 personas y las llevaron a Gaza.

Éste fue el desencadenante de la guerra lanzada por Netanyahu. De esos secuestrados, en la única tregua que ha habido, de una semana en noviembre pasado, se liberaron 105 rehenes a cambio de 240 prisioneros palestinos.

Con los combates y la invasión se han ido recuperando cuerpos de rehenes asesinados por Hamás o por los bombardeos israelíes, y también se ha rescatado a media docena de cautivos a costa de masacrar a cientos de civiles. Ahora quedarían en manos de Hamás 116 rehenes israelíes, aunque de ellos 40 estarían muertos, según Israel. Hamás eleva a 70 el número de los fallecidos.

Pero tal y como está planteando la estrategia de los últimos momentos de la guerra contra Hamás, Netanyahu no cuenta ya con la liberación real de todos los rehenes israelíes. El mandatario apuesta por la destrucción de Hamás, a costa de la población palestina, que sigue siendo atacada incluso en campos de refugiados.

La tercera fase de la guerra

Gallant está hablando esta semana con las autoridades estadounidenses sobre la última fase de la guerra. Una vez destruida toda infraestructura que pudiera permitir la supervivencia de Hamás —y del resto de palestinos—, la siguiente fase es la eliminación de los focos de resistencia, que ya está concluyendo el Ejército israelí.

En las últimas jornadas se han incrementado los ataques israelíes contra los barrios de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. Según el jefe del estado mayor israelí, Herzi Halevi, la brigada de combatientes que tenía Hamás en Rafah está casi desmantelada. Esta brigada de milicianos "está derrotada no en el sentido de que ya no haya terroristas en la zona, sino en el sentido de que ya no puede funcionar como una unidad de combate", explicó Halevi.

La última fase de esta hoja de ruta sería la creación de "una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel" y no vale el retorno del control de la Franja de Gaza a una autoridad palestina. En el Gobierno de Netanyahu predomina la idea de que Gaza debería quedar bajo control israelí.

Los parientes de los cautivos israelíes secuestrados por Hamás ven en estos planes de Netanyahu una sentencia de muerte para sus familiares, y subrayan que si no se consigue su liberación, la guerra misma habrá sido un "fracaso nacional".

Están también los manifestantes que, como los llamados Banderas Negras, reclaman también la dimisión de Netanyahu, no tanto por su ineptitud ante la crisis, sino como causante directo de la misma, por la supuesta financiación de Hamás cuando en 2006 este movimiento ganó las elecciones en Gaza y en 2007 se hizo con el poder en la Franja, expulsando a la Autoridad Nacional Palestina.

Los Banderas Negras también se han hecho eco de las acusaciones contra los servicios de inteligencia israelíes y el propio Netanyahu de permitir la matanza del 7 de octubre, por negligencia expresa o incluso por connivencia con el ataque, a fin de provocar la desmesurada respuesta israelí.

Este movimiento, que está bloqueando carreteras y accesos a Tel Aviv, ha dejado las cosas muy claras para reclamar el fin de la era Netanyahu: "Los rehenes están abandonados en Gaza, el norte (en la frontera con el Líbano) en llamas y otra guerra a punto de empezar (contra Hizbulá)".

Israel necesita bombas de EEUU para atacar el Líbano

Por eso necesita Gallant el desbloqueo de todos los cargamentos de bombas y misiles que habían quedado inmovilizados en Estados Unidos. Israel necesitaría de muchas armas para atacar a Hizbulá, movimiento provisto de una fuerza de choque de más de 100.000 efectivos y armas modernas suministradas por Irán.

Teherán podría movilizar otras milicias (sirias, iraquíes) del llamado Eje de Resistencia islamista o mandar al Líbano a sus propios Guardianes de la Revolución Islámica, un auténtico cuerpo de ejército que apoya a los amigos de Teherán en toda la región, desde los rebeldes hutíes en el Yemen a los grupos prochiíes de Irak o Siria.

Este lunes, Netanyahu fue muy directo: el Ejército israelí frustrará las "intenciones de Irán" de destruir Israel. En su alocución ante el Parlamento israelí, Netanyahu, sin citarlo, dejaba claro que el siguiente escenario de la guerra sería el Líbano y el enemigo, Hizbulá.

Y eso es lo que Gallant le indicó a Hochstein, que esta tercera fase de la guerra "tendrá un impacto en todos los sectores", por lo que Israel se prepara ya "para todas las posibilidades, militares y políticas", incluido un nuevo frente de guerra.

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