Este artículo se publicó hace 2 años.
En la mesa de negociaciones entre Rusia y Ucrania: tres escollos de complicada resolución
Sexto día de la invasión rusa. Paralelamente a las escenas militares en distintos puntos de Ucrania, las dos partes negocian un acuerdo que ponga fin a la guerra. Tras el primer encuentro nadie es optimista, pero tampoco nadie se levanta de la mesa. El éxito de las negociaciones depende más de la actitud del presidente Joe Biden que de sus colegas Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky.
Eugenio García Gascón
Actualizado a
Las negociaciones entre Rusia y Ucrania que comenzaron esta semana presentan tres escollos de difícil solución, que exigen concesiones dolorosas de las dos partes así como una no injerencia de Estados Unidos para llegar a buen puerto. En las circunstancias reinantes un acuerdo rápido parece improbable, justamente debido a las injerencias de EEUU.
Tal como se desarrolla la campaña está claro que una rotunda victoria militar no es muy probable, por lo que Vladimir Putin necesita un acuerdo lo más rápido posible, ya que está pagando la aventura con un notable desgaste personal y graves perjuicios para Rusia políticos y económicos. Aunque pueda no parecerlo sobre el terreno, el mango de la sartén lo tiene EEUU.
Aunque pueda no parecerlo sobre el terreno, el mango de la sartén lo tiene EEUU
Cada día que pasa la situación de Putin es más precaria, lo que significa que está apurado para llegar a un acuerdo. Sin embargo, no hay que menospreciar su capacidad y su adaptación a medios hostiles. Putin sabe mejor que nadie que no podrá poner fin a la campaña sin obtener a cambio unas mínimas garantías para su seguridad y la de Rusia, que deben partir de Washington y no de Kiev.
Las demandas de Moscú en la mesa
Según distintos medios, las cuestiones o demandas críticas que Moscú ha puesto en la mesa son las siguientes:
1. Una Ucrania libre de armas ofensivas, incluidas las nucleares: Es una demanda básica. Rusia está cerca de una serie de países del antiguo Pacto de Varsovia que han cedido su territorio fronterizo a la OTAN. Occidente cuenta con armas nucleares en Alemania (de EEUU), Francia y el Reino Unido. Moscú no está dispuesta a permitir que Ucrania se convierta en otro arsenal contra Rusia, ni nuclear ni convencional.
Ucrania apela a su soberanía como país independiente para hacer lo que quiera dentro de su territorio, un planteamiento que rechaza Moscú. Baste recordar la crisis de los misiles de Cuba a principios de los años sesenta para entender la zozobra que siente Rusia de quedar rodeada por una insaciable OTAN, de la misma manera que es fácil comprender que EEUU no aceptaría armas nucleares en Canadá o México.
Este fue el detonante principal de la invasión. Joe Biden y Antony Blinken advirtieron durante los días previos de la inminente entrada de las tropas rusas. Biden y Blinken podían haberlo evitado renunciando a que Ucrania se incorpore a la OTAN pero no lo hicieron y no hay ninguna indicación de que lo vayan a hacer en el futuro.
El presidente Volodymyr Zelensky ha solicitado el ingreso de Ucrania en la Unión Europea y Moscú ha respondido que no hay ningún problema en ello puesto que la UE no es una organización militar.
2. Desnacionalización de Ucrania: En un primer momento Putin habló de "desnazificación" de Ucrania. Más recientemente Moscú habla de una "desnacionalización". Esta cuestión está relacionada con las repúblicas del este de mayoría rusa. En Ucrania existe un porcentaje de en torno al 30 por ciento de nativos de la lengua rusa, y en los últimos años el nacionalismo identitario ucraniano les está complicando la vida.
El fenómeno del nacionalismo identitario, que comparte un terreno común con el nazismo, de ahí la referencia inicial de Putin al nazismo, envenena las relaciones entre las personas allí donde se implanta y Occidente no debería impulsarlo en Ucrania, ni siquiera tontear con él. Kiev responde que ellos pueden hacer lo que deseen en este campo apelando a la "democracia". No obstante, la democracia es incompatible con el fanatismo nacionalista identitario que resurge por doquier y que es inadmisible en el siglo XXI.
3. Crimea: La anexión de la península de Crimea a Rusia en 2014 es rechazada por Ucrania. La población mayoritaria de Crimea es rusa. Putin ha puesto encima de la mesa el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia, una demanda que Kiev rechaza frontalmente.
Tres demandas principales de Putin
Existen otras cuestiones que las dos partes tienen interés en discutir, pero son periféricas en relación con esas tres demandas principales de Putin. Sin embargo, el principal escollo de las negociaciones es la injerencia de EEUU y Occidente en general, que ha propiciado una oportunidad de oro para desgastar, incluso sustituir, a Putin y reemplazarlo por un político que se someta a la voluntad de Washington.
Putin arriesga mucho en esta aventura. Después de la hostilidad que ha encontrado en otros países que estuvieron en la órbita soviética, teme que Ucrania cierre un círculo que acabe por estrangular a Rusia militar, política y económicamente, y provoque un cambio de régimen. En función de lo que decidan las negociaciones en curso, Putin habrá ganado o perdido la guerra. Cuanto más tiempo pase, más precaria será su situación, una circunstancia que los americanos están aprovechando.
Empujado desde todas las direcciones, Putin se halla en una situación complicada, y también parece estar lejos de obtener garantías a sus demandas, especialmente a las dos primeras, las más cruciales. Washington se frota las manos con el desgaste del presidente ruso y es EEUU, y no Ucrania, quien tiene la última palabra en la crisis. Hasta donde llegarán los americanos con su presión es algo que solo lo puede saber Biden, sin olvidar que una guerra de esta naturaleza puede esconder sorpresas imprevistas.
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