Este artículo se publicó hace 11 años.
Mandela, símbolo de lucha
"La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad".
Nelson Rolihlala Mandela fue hombre de frases célebres, acorde con una de las figuras más importantes del siglo XX. Mandela, o Madiba, primer presidente negro de Suráfrica, fue venerado en su país y en el resto del mundo por una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos. Empleó más de 67 años a luchar contra el racismo del régimen de segregación racial del apartheid, impuesto por la minoría blanca surafricana hasta su elección como gobernante en 1994.
Pasó 27 años en prisión y, a pesar de ello, siempre tuvo como bandera un mensaje de reconciliación y de compromiso con la Justicia. Curiosamente, el 46664, su número de preso en Robben Island, donde pasó 17 años en precarias condiciones, se convirtió en todo un símbolo de libertad.
Muchos de sus compatriotas no olvidan que sus palabras tras su liberación el 11 de febrero de 1990 devolvieron la esperanza a una sociedad desangrada por las luchas étnicas en los guetos y la violencia de grupos paramilitares opuestos a un cambio de régimen. "Os saludo a todos en nombre de la paz, la democracia y la justicia universal", afirmó Mandela ante miles de personas. Esas fueron las pautas que hicieron posible una de las transiciones más pacíficas de África y que marcaron su labor de reconciliación junto al entonces presidente surafricano, Frederik De Klerk, lo que les valió a ambos el premio Nobel de la Paz en 1993.
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, una pequeña aldea de Cabo Oriental (sureste de Suráfrica), destinado a ser un consejero del regente del reino Thembu, perteneciente a la tribu africana Xhosa. Estudió Derecho y aprendió a rebelarse contra las leyes tribales antes que contra el imperio británico que gobernaba su país a principios del siglo XX.
Se unió en 1942 al Congreso Nacional Africano (CNA), partido con el que alcanzó la presidencia surafricana décadas más tarde. Desde el principio abrazó la estrategia de resistencia pacífica del líder indio Mahatma Gandhi contra las leyes cada vez más opresivas del apartheid, pero tras la matanza de manifestantes en Shaperville en 1960 empezó a promover actos de desobediencia civil, entre los que se incluyeron numerosas acciones violentas. Viajó por todo el continente africano para recaudar fondos para el brazo militar del CNA, que él mismo dirigió. Fue detenido en 1962 y procesado en el Juicio de Rivonia, en el que fue condenado a cadena perpetua en 1964 acusado de alta traición.
Mandela gobernó casi contra su voluntad ya que él se veía que, con 77 años, era "demasiado viejo" para asumir el poder. Durante cinco años hizo que Suráfrica recuperara su sitio en la escena internacional y se convirtiera en el motor del desarrollo de la región subsahariana. Madiba abandonó la política en 1999, pero permaneció en la vida pública a través de su Fundación (ahora el Centro de la Memoria Nelson Mandela), el Fondo para la Infancia y el Fondo de la Lucha contra el Sida y en un sinfín de causas solidarias hasta 2004.
"He atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que estoy dispuesto a morir", dijo en 1961. Y así hizo hasta el último día.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.