Lecciones aprendidas en el Caribe: qué podría copiar España de cómo Puerto Rico responde a los desastres naturales
El cambio climático provoca que eventos antes extraordinarios en algunas zonas ahora afecten con más frecuencia. Países como Puerto Rico, expuestos a desastres naturales, muestran que la prevención y las redes comunitarias son clave en la respuesta a estos fenómenos.
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MADRID,
Sumidos en el caos y contando todavía víctimas, ahora residentes, entidades públicas y el Gobierno valenciano se preguntan qué parte del daño e impacto de la DANA es inevitable y qué aspectos eran predecibles. "¿Qué podríamos haber hecho diferente?".
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El cambio climático está provocando que eventos extraordinarios, que solían ocurrir en periodos de entre 70 y 100 años, sean ahora más frecuentes e intensos, reconoce el científico Fernando Valladares, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Por este motivo, no solo València, sino también otros lugares donde antes no era habitual que se dieran desastres naturales, ahora tendrán que aprender a manejarlos con más asiduidad y, en ocasiones, de manera inesperada.
Puerto Rico, por ejemplo, enfrenta cada año entre 12 y 20 sistemas atmosféricos en su temporada de huracanes de junio a noviembre. Pero fue a partir del 2017, con los huracanes Irma y María, cuando el aumento de intensidad de los desastres naturales, algunos imprevistos, han obligado a los residentes a organizar, tanto a nivel comunitario como gubernamental, redes de apoyo que atiendan a la población antes, durante y después de cada evento climatológico.
"Los eventos atmosféricos requieren una red de esfuerzos multidisciplinarios que van desde el Gobierno hasta iniciativas comunitarias, organizaciones sin fines de lucro, empresas privadas y medidas a nivel familiar antes, durante y después del suceso", sostiene Robert Méndez, secretario interino del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico.
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"La comunidad salva a la comunidad"
"La manutención de generadores y asegurar el combustible, proteger ventanas y reubicar vehículos, alejándolos de árboles y colocándolos en zonas altas, son los puntos principales a nivel individual", cuenta Reinaldo Valenzuela, comerciante de Ponce, municipio en el sur de Puerto Rico. Mantener limpios los alcantarillados y que cada hogar almacene agua, llenando bañeras, cubos y cisternas, y realizar compras de alimentos con anticipación son las recomendaciones de Yelitza Rodríguez, residente de Utuado, una de las zonas más propensas a inundaciones y afectada por huracanes. En su comunidad, se han realizado mejoras en la infraestructura de drenaje y se han implementado bombas para manejar el agua acumulada, además de realizar modificaciones estructurales en las viviendas. Por otro lado, Reinaldo asume un rol activo en el cuidado de sus padres. Ante el anuncio de un suceso atmosférico, prepara el hogar de sus padres, los reubica en su casa durante los momentos de desastre y, posteriormente, les ayuda con la restauración de daños.
"La comunidad salva a la comunidad", insiste la cocinera puertorriqueña Paola Rocío Ramírez, que lidera iniciativas de ayuda alimentaria en situaciones de desastre, impulsando prácticas sostenibles y la autosuficiencia alimentaria. La unión entre vecinos es clave, dijo la líder comunitaria, que organiza desde su cocina una operación para repartir comida a cientos de familias afectadas.
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La salud mental
Desde el ámbito de la salud mental, la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR) forma a psicólogos en la atención a víctimas de trauma posterior a desastres naturales, quienes ofrecen sus servicios a través de una red de voluntariado llamada Red de Respuesta en Salud Mental para Emergencias y Desastres. El Colegio de Profesionales de Trabajo Social y el de Médicos tienen proyectos similares.
La salud mental debe integrarse en los planes de emergencia de Puerto Rico, advierte Mariveliz Cabán, doctora en psicología y coordinadora de la red de apoyo de la APPR. Preparar a la población para enfrentar crisis emocionales, como ansiedad y depresión, especialmente tras la pandemia, son aspectos que destaca como indispensables. Además, menciona iniciativas puertorriqueñas como la Línea PAS y el número 988, que brindan apoyo psicológico inmediato durante emergencias.
La preparación y el autocuidado de los voluntarios son esenciales, ya que su estabilidad emocional es vital para ayudar a quienes lo necesitan, comenta el psicólogo clínico Lino Hernández, encargado de la formación de estos profesionales de la APPR. Es necesario crear una base de datos sobre la información médica de los residentes para permitir al Gobierno identificar a las personas más vulnerables y actuar con antelación, asegurando así el debido acceso a recursos y ayuda, coinciden Cabán y Hernández.
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La planificación urbanística
La prevención en casos de desastres requiere una visión a futuro, limitando la construcción en zonas vulnerables y estableciendo alertas eficaces para las poblaciones más expuestas, advierte el expresidente de la Junta de Planificación y Manejo de Emergencias, Luis García Pelatti. El desastre en València revela la deficiente planificación y estrategia de prevención por parte del Gobierno, opina el experto en planificación, criado también en Benidorm. "Los planes deben enfocarse no solo en responder al desastre, sino en evitar que ocurra", menciona.
Sugiere reconsiderar la ubicación de las viviendas y estructuras en zonas de alto riesgo, especialmente en áreas cercanas a ríos y arroyos. Propone evaluar la posibilidad de "recuperar" estos espacios para uso público, transformándolos en parques o zonas verdes que puedan actuar como amortiguadores naturales ante inundaciones.
Es necesario cumplir estrictamente con las normas de planificación y permisos de construcción, lo que incluye trasladar infraestructuras críticas, como hospitales y plantas de energía, fuera de áreas vulnerables, añade el planificador y arquitecto Pedro Cardona Roig, candidato para la Cámara de Representantes en las elecciones de Puerto Rico de este año. Cardona enfatiza en la importancia de aumentar las áreas de captación de agua mediante la creación de jardines de captación de lluvia y la recuperación de suelos permeables, lo que reduciría la escorrentía [agua excedente de las precipitaciones] en las áreas metropolitanas. Tener una infraestructura adecuada para gestionar inundaciones es crucial, específicamente mantener el alcantarillado, responde Méndez. El agrimensor explica que en Puerto Rico, cada municipio es responsable de la limpieza de sus infraestructuras pluviales. También señala la relevancia de educar a la comunidad sobre la ubicación de refugios y rutas de evacuación, así como la colaboración entre autoridades y ciudadanos para fortalecer la resiliencia y mejorar la respuesta ante desastres naturales.
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Cabe resaltar la importancia de la tecnología en la preparación y respuesta ante desastres, insiste Steve Negrón, gerente de proyecto del Gobierno de Puerto Rico. Señala que en Puerto Rico disponen de plataformas digitales que ofrecen a los ciudadanos acceso en tiempo real a información, como la ubicación de refugios y alertas de evacuación. Destaca que la tecnología facilita la coordinación entre agencias y organizaciones, optimizando la respuesta a emergencias y mejorando la planificación urbana mediante sistemas de sistemas de monitoreo de riesgos.
El abastecimiento de alimentos
En Puerto Rico hay un encarecimiento de los alimentos importados y dificultad en el abastecimiento en emergencias dado a las leyes de cabotaje que exigen que la mayoría de los productos alimenticios pasen por puertos estadounidenses antes de llegar al archipiélago. Por ello, Ramírez moviliza recursos con la ayuda de fincas y agricultores, enfocando sus esfuerzos en la seguridad alimentaria.
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"La soberanía alimentaria no debería ser un lujo; es un derecho", puntualiza, recomendando métodos como la fermentación y deshidratación de los alimentos, el uso de productos de temporada y enlatados, priorizando consumir lo más perecedero primero.
"Cada evento atmosférico trae consigo lecciones que no podemos ignorar", concluyó Yelitza, destacando la importancia de la preparación continua y el aprendizaje de experiencias pasadas para mejorar la resiliencia comunitaria.