buenos aires
Actualizado:Alberto Fernández se las prometía muy felices cuando llegó al poder en diciembre de 2019. Encuadrado en el sector moderado del kirchnerismo, el presidente argentino había derrotado a Mauricio Macri en las elecciones de octubre de ese año y se había conjurado para levantar un país devastado por las políticas neoliberales del mandatario conservador. La pandemia daría al traste con sus planes tres meses después. En la cita electoral de este domingo (unas primarias de los comicios legislativos de noviembre) el kirchnerismo afronta su primer gran examen en las urnas tras su regreso al poder y su gestión de la pandemia. El hartazgo de la población por la crisis sanitaria y económica arroja una gran incertidumbre sobre una consulta que marcará el futuro del gobierno peronista.
Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) definen no solo los candidatos de cada partido o coalición. Su carácter abierto y obligatorio las convierten en una suerte de ensayo general de los comicios generales (bien sean legislativos o presidenciales). Su resultado suele condicionar el de la elección posterior, de ahí que los partidos movilicen todo su aparato propagandístico. Los candidatos que pasen el filtro de las primarias se enfrentarán el 14 de noviembre en las elecciones legislativas de medio término para renovar la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados (127) y un tercio del Senado (24).
El kirchnerismo (eje vertebrador de la coalición peronista Frente de Todos) parte con una ligera ventaja en las encuestas a nivel nacional frente a la alianza derechista Juntos por el Cambio del ex presidente Mauricio Macri. Esos dos bloques representan más del 80% de la intención de voto. En sus márgenes anidan por un lado el Frente de Izquierda y por el otro, versiones criollas del populismo ultraderechista.
Argentina no ha sido ajena al fenómeno del populismo de derechas que recorre el mundo. Uno de los personajes que abandera ese espacio político es el excéntrico economista ultraliberal Javier Milei. Hace unos años, cuando apareció como tertuliano en televisión, sus estridentes intervenciones solo provocaban la hilaridad de la audiencia. Hoy los sondeos le otorgan un 10% de votos en Buenos Aires, el distrito donde se presenta. De la risa se ha pasado a cierto temor de que irrumpa a medio plazo en Argentina un Bolsonaro porteño.
La popularidad de Alberto Fernández ha ido a la baja desde que hace unas semanas estalló un escándalo que puede haber frenado el crecimiento electoral del oficialismo. La publicación de una fotografía que desvelaba una fiesta de cumpleaños organizada por la primera dama, Fabiola Yáñez, en julio de 2020 (en una época de duras restricciones por la pandemia) generó un gran malestar en una población a la que se le habían pedido grandes sacrificios para mitigar los estragos del coronavirus. El escándalo no restará muchos votos al oficialismo, según las encuestas, pero ha obligado al gobierno a mantenerse a la defensiva en lugar de marcar una agenda propia.
Dos modelos de país
Ausente durante casi toda la campaña, la vicepresidenta Cristina Fernández Kirchner apareció el jueves en el cierre de la campaña del Frente de Todos para tratar de espolear a un electorado que se encuentra más desanimado que nunca. Los expertos demoscópicos han detectado una apatía preocupante, por lo que prevén una alta abstención pese a la obligatoriedad del voto. La crisis afecta a los bolsillos de una clase media y baja muy castigada por la altísima inflación (50%) y unos índices de pobreza alarmantes (40%). Ante la desafección popular, el gobierno solo puede esgrimir la aceptable marcha de la campaña de vacunación y unas expectativas económicas prometedoras a medio plazo.
Cristina Fernández mantiene todavía el carisma que le hizo ganar dos elecciones presidenciales. Su mensaje es nítido. En las primarias de este domingo se decide algo más que candidatos a congresistas. Se trata, en su opinión, de dilucidar entre dos modelos de país: "En 2015 le dejamos la Argentina al gobierno que empezó el 10 de diciembre (el de Macri) con el salario en dólares más alto de América Latina, y lo devolvieron cuatro años después con uno de los salarios más bajos de América Latina", puso como ejemplo.
Alberto Fernández, a quien Kirchner aupó a la presidencia en 2019, arropó también a los candidatos del Frente de Todos en el cierre de campaña. Su verbo es más sosegado que el de la ex mandataria, pero ambos poseen el mismo ADN peronista, una visión del papel relevante del Estado en la educación, la sanidad o las relaciones laborales que el modelo neoliberal de Juntos por el Cambio desconoce.
Pese a la imagen de la unidad escenificada en el acto celebrado en las afueras de Buenos Aires, las pugnas internas en la coalición gubernamental son patentes. Victoria Tolosa Paz, la candidata de la provincia de Buenos Aires (que aglutina casi el 40% del padrón electoral nacional), es más cercana a Alberto Fernández que a Cristina Kirchner. Un triunfo de Tolosa Paz podría servirle al presidente para sacar pecho ante Cristina. Pero la ex mandataria también podría argumentar que los votos del populoso Conurbano bonaerense son suyos y nada más que suyos (el actual gobernador es el ex ministro de Economía Axel Kicillof, surgido del riñón cristinista).
En contra de ambos juega la historia reciente. El peronismo lleva 16 años sin ganar una elección de medio término en la decisiva provincia de Buenos Aires. En todo caso, se avecina tras los comicios un tira y afloja entre el sector moderado del presidente y el núcleo duro del kirchnerismo, con Cristina y su hijo Máximo al frente, para fijar estrategias y relanzar la agenda desarrollista con más o menos profundidad en los dos años que restan de mandato.
En las filas de la oposición también hay pelea de gallos. De un lado está Macri, muy activo en la campaña y en los grandes medios de comunicación, aquellos que en su día aplaudían su gestión mientras la Argentina se iba al garete. Pero el dirigente de más peso en la oposición es hoy Horacio Rodríguez Larreta, el todopoderoso alcalde de la capital, plaza antiperonista y baluarte del PRO (Propuesta Republicana), el partido fundado por Macri hace un par de décadas e instalado hoy como alternativa al peronismo.
Larreta, crecido a la sombra de Macri, es un operador político de reconocida solvencia. Tras la derrota de Juntos por el Cambio en 2019, fue el único dirigente de ese espacio que salió indemne. Su candidato en la provincia de Buenos Aires, Diego Santilli, era su segundo en la alcaldía porteña. Si, como se prevé, derrota en las primarias de la coalición conservadora a Facundo Manes, célebre neurocirujano, Larreta ganaría más peso político todavía en la oposición y pensaría ya en las elecciones presidenciales de 2023.
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