madrid
Actualizado:Jarbas Barbosa, epidemiólogo brasileño, es desde enero el nuevo director de la Organización Panamericana de Salud (OPS), miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y pilar fundamental para el control sanitario en América. Esta semana ha visitado España, uno de los socios observadores de la OPS, se ha reunido con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y otras autoridades. También ha visitado la redacción de Público para repasar la situación epidemiológica en el continente y los retos que vienen.
¿Qué mensajes le ha trasmitido al presidente Pedro Sánchez?
Lo primero agradecer la donación de vacunas en la pandemia. También subrayé los lazos históricos y culturales. España tiene proyectos importantes allí como el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva para adolescentes y mujeres jóvenes, entre otros muchos. Y le pedí, aprovechando que España va a tener la presidencia de la UE, que ayude a fortalecer lazos entre la UE y la OPS, que ya cuenta con proyectos importantes. Creo que con la presidencia europea de España podremos fortalecer más esa contribución. Mucha gente cree que en América Latina no hay necesidades, pero no es verdad. Es la región más desigual del mundo, compara Haití con EEUU... Pero también están los pueblos originarios, los afrodescendientes o la población LGTBIQ+ con problemas para acceder al sistema de salud.
Va a hacer tres años del estallido de la pandemia. En Europa parece que ya la dejamos atrás. ¿Se puede decir lo mismo en América?
En las Américas sucede algo similar. La transmisión del virus sigue, pero mucho más baja que antes. La mejor noticia es que las hospitalizaciones y muertes son muchas menos por la vacunación. Pero la pandemia aún no ha terminado y es importante seguir vigilando nuevas variantes porque pueden cambiar la situación. Y mantener la vacunación sobre todo para grupos vulnerables, personas mayores, enfermo crónicos, que pueden desarrollar episodios más graves por el virus.
España es socio observador de la OPS y también un colaborador importante, ¿qué papel ha jugado para América durante la pandemia?
"España donó cerca de 13 millones de dosis a América Latina y el Caribe"
Realizó una contribución muy importante. En mi reunión con el presidente del Gobierno español mi primera palabra fue de gratitud. En aquel momento América Latina era el epicentro de la pandemia, con un número de defunciones muy elevado, y sus países aún no habían tenido acceso a vacunas. España donó cerca de 13 millones de dosis. Para algunos países pobres, las vacunas españolas fueron las primeras que les llegaron. Fue muy importante, una demostración de solidaridad de España y la mejor mirada desde el punto de vista de la salud pública. Porque si los países desarrollados vacunan bien, pero dejan sin control la vacunación en países en desarrollo, pueden surgir nuevas variantes que pongan en peligro el éxito. Es la mejor medida para mantener a todos seguros.
¿Otros países han contribuido de igual forma? ¿Cuál ha sido el papel de Estados Unidos?
Estados Unidos y España han sido los donantes más importantes para América Latina y Caribe en la pandemia. España también donó a otros países de África y esto es importante para poner a España en un rol de liderazgo que en aquel momento era muy importante. Estados Unidos es un miembro fundador de la OPS, que tiene sede en Washington. Es un socio muy valioso, no solo durante la pandemia. Trabajamos con la USAID, que apoya muchos proyectos y mantenemos cooperación con instituciones basadas en EEUU, como el centro de control de enfermedades.
¿Funcionó el sistema COVAX para el reparto de vacunas a países en desarrollo en América?
COVAX fue una idea bien planteada, pero hay que cambiar algunas reglas. Ese debate se está dando ahora y llegará para la próxima Asamblea Mundial de la Salud. Si durante una pandemia prevalecen las reglas del mercado, el mecanismo COVAX no encuentra vacunas para comprar. Los fabricantes preferían vender a países ricos, que podían comprar lo que quisieran y cuando quisieran. Muchas veces compraron para cuatro o cinco veces su población. Sin cambiar estas reglas sobre el reparto equitativo de la producción, COVAX siempre va a tener fallas a la hora de la entrega de vacunas.
- Usted es brasileño. ¿Puede valorar el papel del expresidente Jair Bolsonaro en la gestión de la pandemia? Fue uno de los grandes negacionistas.
"En varios países de América Latina hubo mensajes contradictorios sobre la gravedad de la pandemia y las vacunas"
Nosotros hacemos las mejores recomendaciones para afrontar la pandemia, pero la decisión de aplicarlas es soberana de cada país. Apoyamos bastante a Brasil durante esta crisis, preparamos una gran sala para monitorizar la situación. En el norte del país hubo graves problemas, sobre todo en el estado de Amazonas. Tuvimos que organizar el traslado de pacientes graves desde zonas aisladas, la llegada de oxígeno y muchas cosas más. Nosotros recomendamos que las decisiones se basen en el conocimiento científico. Y desafortunadamente hubo varios países de América Latina con mensajes contradictorios sobre la gravedad de la pandemia y la seguridad de las vacunas. Ocurrió, y nosotros pedimos a todos los países que hagan una evaluación externa para ver lo que fusionó y lo que no para sacar lecciones de cara a otra futura pandemia.
Al margen del coronavirus, ¿cuáles son los mayores retos sanitarios para América Latina?
En América Latina y Caribe tenemos un escenario epidemiológico complejo. Las enfermedades no transmisibles son la primera causa de muerte en la región. Su población está envejeciendo de manera importante. También hay brotes de dengue y otras enfermedades, y en Centroamérica tenemos el impacto de los accidentes. Es complejo y tensa los sistemas de salud. Hay una voluntad importante de los gobiernos para fortalecer sus sistemas sanitarios, los están transformando basándose en una atención primaria más fuerte para que puedan atender a las personas y promover la prevención.
Unos de los ejes de trabajo en la OPS es la atención sanitaria a las personas migrantes. ¿Se está atendiendo a esa gran cantidad de personas que huyen de sus países por diferentes crisis?
Hemos avanzado bastante. Tuvimos una resolución de todos los países americanos, desde Canadá a Chile, para garantizar el derecho a la salud de los migrantes. Pero aún quedan retos. Hace cinco años salieron de Venezuela cuatro millones de personas. Fueron a Colombia, Perú, Ecuador, Chile... Algunos se fueron por falta de acceso a servicios de salud o porque no podían comprar los medicamentos necesarios. En Chile, la mayoría de los venezolanos que llegaban eran VIH positivo que no podían conseguir retrovirales en su país. Nosotros logramos movilizar recursos de países donantes de la UE y otros lugares para fortalecer la capacidad de respuesta a los migrantes: vacunas, test, medicamentos, atención... Eso ha calmado la situación.
También, en Centroamérica hay un permanente flujo de migrantes que van a México y luego a EEUU. Y sufren dificultades de acceso a la atención médica y otras violaciones de derechos. Hemos avanzado, pero creo que hace falta ir mucho más allá. La salud es un derecho humano fundamental y debe ser garantizado a la población migrante.
España es un receptor importante de personas americanas. ¿La OPS tiene buena imagen de la atención sanitaria que da España a los migrantes? Hay ciertas restricciones que se han denunciado.
No tenemos una evaluación detalla de esta situación. Sabemos que el sistema de salud español es de acceso universal y eso es algo muy bueno. Se basa en una atención primaria que sirve de ejemplo en muchos países. Pero siempre hay desafíos, claro. Es importante tener la mirada de que si los migrantes no tienen acceso al sistema de salud hay un impacto negativo para toda la población. Si alguien tiene VIH y no tiene acceso a una prueba o a un retroviral, puede contagiar a otras personas. Lo mismo ocurre con enfermedades no transmisibles. Si no se identifica que un migrante tiene hipertensión, que se puede tratar de forma sencilla y barata en un primer nivel, se descubrirá cuando tenga un episodio más grave, un accidente cerebrovascular, un infarto o algo que exigirá una cama hospitalaria, de cuidados intensivos, rehabilitación durante años... Es mejor garantizar la salud no solo como solidaridad, sino como protección de toda la sociedad y sus propios sistemas de salud.
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